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Plan de salud visual

Plan de salud visual
Foto: Pixabay. 12019
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Un Plan de salud visual va más allá de lo que la Medicina puede resolver. No solo es la mejora y mantenimiento de la función visual reducida y el diagnóstico de elementos ópticos con el uso de recursos de carácter tecnológico. También ha de favorecer la integración y autonomía social de las personas con discapacidad visual.

Para ello, debe dispone de recursos, estrategias y técnicas que permitan a las personas con déficit visual realizar actividades cotidianas, de manera que no se vean limitadas sus posibilidades de participación activa en entornos educativos, laborales, culturales y de ocio.

A los ciudadanos de un Estado sin Plan de salud visual, cuando les confirman una pérdida de visión por una patología o enfermedad y que a futuro puede empeorar, empiezan con un estado de confusión, en el que pasan del desconcierto al terror en un instante. Y esta situación se agrava por carecer de instituciones donde acudir y por desconocer el modo de conseguir los recursos necesarios que se adapten a sus necesidades.

Un Plan de salud visual es un plan estratégico sociosanitario que da servicio a todos los ciudadanos. Y que a aquellos que se encuentren con un déficit visual les proporcione protocolos de rápida derivación, tratamiento y seguimiento, formado por equipos multidisciplinar, medios técnicos y físicos.

Un oftalmólogo explora la función visual, diagnostica la enfermedad y prescribe un tratamiento médico o quirúrgico. Posteriormente el óptico-optometrista obtiene los aumentos que necesita y establece la mejor alternativa óptica y recursos que se adapte a las necesidades. A continuación, se reciben cuidados de un terapeuta ocupacional para recuperar, adaptarse y mejorar las capacidades para realizar las actividades de la vida diaria. En ocasiones será necesario ayuda por parte de un trabajador social a informarse y adaptarse a la situación sociolaboral. Incluso pueden aparecer estados de depresión en personas con déficit visual y familiares que harán necesario la atención psicológica por parte de un profesional de la salud mental.

Al mismo tiempo, y como estrategia recogida en el Plan de salud visual, al ofrecer y subvencionar productos de apoyo para la visión, permitiría la integración y reinserción laboral de personas con resto de visión. En consecuencia, no serían sujetos pasivos que reciben nada más que atenciones, sino que serán sujetos activos que acuden a sus puestos de trabajo y aportarán al Estado del bienestar como el resto de los ciudadanos.

Un Plan de salud visual ha de realizar campañas de información como estrategia para prevenir y disminuir los futuros casos de déficit visual. Solo el simple gesto de realizar una campaña de concienciación a los ciudadanos sobre la salud visual hace que disminuyan, o como mínimo se atenúen, los casos graves de déficit visual.

Los ciudadanos con resto de visión son huérfanos que se encuentran perdidos sin solucionar sus problemas en un Estado que carece de Plan estratégico de salud visual.

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