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El clavo que sobresale siempre recibe un martillazo

El clavo que sobresale siempre recibe un martillazo
Foto: Amparo García Iglesias
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A Rufino, el dedo gordo del pie, le encantaba la astrología, pensaba que la fuerza que movía al sol y las estrellas podía ser la misma que movía al ser humano. Consciente de su talento alcanzó la luz y no solo salió del calcetín, sino también de la armonía del grupo. A medida que más sobresalía recibía más martillazos por parte de sus compañeros y amigos, quienes no aceptaban la idea de que Rufino llamase tanto la atención. La codicia por el estatus social y la envidia impedía a los demás dedos apreciar de forma honesta las virtudes de Rufino.

Dedo gordo se iba sintiendo cada vez más condicionado por la presión que los demás ejercían sobre él y pensó que tenía dos opciones: desistir, o bien seguir con sus ideas hasta que su inspiración le llevase a metas más altas, sin importar, para bien o para mal, la opinión del resto. Como Rufino deseaba sentirse aceptado, para evitar juicios negativos sobre él fue desarrollando comportamientos evitativos y, de este modo, comenzó a eludir situaciones que implicasen riesgo de rechazo. Esta situación le llevó a perder la oportunidad de continuar abriéndose puertas y de seguir brillando.

Mientras los demás dedos dormían, dedo meñique no dejaba de pensar cuál era el motivo que había llevado a la crítica y al cuestionamiento a Rufino por haber destacado. Quizás el malestar que sentían hacia él no estaba tan relacionado con el éxito que había adquirido, sino con el hecho de que las propias limitaciones de cada uno de ellos se hacían más visibles. A dedo meñique le faltó tiempo para despertar a su amigo, el dedo cuarto, y le dijo en tono bajito: “Quizás consideramos a Rufino más atractivo porque algunas de sus cualidades no son fáciles de alcanzar por ninguno de nosotros; por este motivo le atacamos, para intentar que pierda su valor”.

Ambos se miraron y reconocieron que un corazón noble es aquel que, a pesar de querer llegar al mismo lugar del otro, agradece y se alegra de cuanto tiene y, además, alienta la victoria del compañero o amigo, evitando que la envidia se adueñe y domine sus actos.

Dedo meñique y dedo cuarto estuvieron de acuerdo con el resto en que, si queremos convertirnos en seres únicos y extraordinarios, debemos aprender a admirar a los demás y aprender de ellos.

Como reflexión dejo una frase de Elbert Hubbard: “Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento, y es el talento de reconocer a los talentosos”.

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