Logo revista Grada
Buscar

‘El cuento del espejo’, de Rui Díaz. Dionisio López

'El cuento del espejo', de Rui Díaz. Dionisio López
'El cuento del espejo', de Rui Díaz, editado por la Fundación José Manuel Lara
Léeme en 4 minutos

Como en las viejas historias, aquellas que nos contaban de noche, ‘El cuento del espejo’ (XXXVIII Premio de Narración Corta Felipe Trigo) te va atrapando poco a poco, sumergiéndote en una trama a la vez sencilla y poliédrica. Terminada la novela, uno se sorprende de la cantidad de matices, reflexiones y profundidades que han podido lograrse en poco más de 70 páginas.

La acción es simple: un joven becario entra a trabajar el primer día en una agencia demoscópica en las semanas previas a unas elecciones donde el Gobierno espera malos resultados. Ahí aparece Aarón, que adopta el papel de guiar al joven y, por medio de él, al lector, por los rincones y los secretos de estas peculiares agencias. Todo transcurre con normalidad hasta que llega el nuevo encargo que pone sobre la mesa los diferentes pilares temáticos sobre los que se asienta la historia: las demasiado estrechas y sospechosas relaciones entre las agencias demoscópicas y el poder político, la orientación de los resultados de las encuestas según interese al contratante, la corresponsabilidad moral constante en cada una de nuestras acciones… Esa es una de las claves. Ante una diatriba moral los diferentes personajes que van apareciendo, adoptan una postura distinta que se mueve desde la honestidad hasta el interés personal. Uno tiene la sensación que todos los personajes son el mismo en diferentes momentos de su etapa profesional o, incluso, de su vida, y que ese proceso de desmoralización va paralelo al aumento del acomodo personal y del cinismo.

Como he dicho, la novela está llena de matices y recovecos. Sin duda, el que más me ha sorprendo es la aparente ruptura del género narrativo. Mientras que en el título se afirma que estamos ante un cuento, las dimensiones del relato lo desmienten y, finalmente, la estructura absolutamente dramática termina por descolocarnos aún más. La habilidad del autor, Rui, hace que esos tres tipos de textos se fusionen en un equilibrio sólido. Efectivamente, toda la novela tiene un aire de cuento, por así decirlo, con un narrador que utiliza frecuentes comparaciones que nos recuerdan a los narradores de la tradición oral, con referencias explícitas a otros relatos (‘El mago de Oz’, ‘Peter Pan’, ‘Los tres cerditos’, ‘Alí Babá’…) o a elementos de ellos (como cuando nos habla de esa secretaria despedida que llega a la cama donde se sumirá en ese ‘encantamiento moderno’ llamado depresión) y con una suerte de moraleja final.

¿Y qué decir de su juego dramático? Llega un momento en el que el lector no sabe si está leyendo una novela, si una obra de teatro o si una novela en la que unos espectadores apenas intuidos están en un patio de butacas presenciando una representación dramática. Esta estructura concéntrica hace que en cierto modo el lector también quede atrapado en la ficción como un espectador más de esa representación teatral. Convertidos pues en personajes del relato, queda trasladado ahora a nosotros lectores la cuestión moral sobre la que gira el libro: ¿Cómo actuaríamos nosotros ante esa situación? Aquí cobra fuerza la imagen de ese espejo que parece en el título y ante el que nos vemos reflejados. Este juego realidad/ficción, lector/personaje nos hace afirmar que el autor ha logrado una suerte de nivola moderna, algo que no resulta extraño si conocemos la admiración de Rui por Unamuno, en general, y por Niebla, en particular.

Habría muchos más aspectos que podríamos abordar, como su uso del humor y la ironía como, por ejemplo, con el enigmático chiste de las dos piedras.

En fin, hablaba Luis Landero de lo peligroso de las novelas breves, de cómo nos engañan, de cómo un libro que aparentemente tiene 80 páginas nos seduce para que volvamos a él y que al cabo de los años nos demos cuenta de que ya lo hemos visitado dos, tres, cuatro veces y por lo tanto no tenía 80, sino el doble o el triple… Y eso pasa sin duda con ‘El cuento del espejo’, que se queda en tu memoria con una invitación constante a que volvamos a él y descubramos rincones nuevos.

El libro está dedicado a los mentirosos, a saber, los cuentistas, los narradores, los músicos, los actores, los cantantes… Rui es todas esas cosas, por lo que no nos queda más que ponerle frente a su propio espejo y dale las gracias por mentirnos.

ENTRADAS RELACIONADAS

Feliciano Correa (Jerez de los Caballeros, 1941), presentó el pasado verano, de la mano de Fundación CB, su obra ‘La...
La poeta montijana Francisca Quintana ha obtenido el único accésit del XLII Premio hispanoamericano de poesía en lengua castellana ‘Diego...
Vanessa Cordero, bloguera de la revista Grada desde 2019, publica su último libro, ‘De los tejados callados y las mujeres...
Frente a esos poetas que defienden la obra coherente, orgánica, única… toda su obra como un todo -en constante reconstrucción-,...
‘Mi padre cuenta monedas’, de Angélica Morales “Hay infancias de usar y tirar, de enterrar bajo la lengua sedienta de...
Ya en el 2004 Álvaro Valverde abre ‘Lejos de aquí’ con una cita reveladora de Wislawa Szymborska: “No me gusta...

LO MÁS LEÍDO