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“Mi sombra tiene la forma de un país”. La mirada caníbal sobre el mundo de José María Cumbreño. ‘Los mapas transparentes’

"Mi sombra tiene la forma de un país". La mirada caníbal sobre el mundo de José María Cumbreño. ‘Los mapas transparentes’
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Frente a esos poetas que defienden la obra coherente, orgánica, única… toda su obra como un todo -en constante reconstrucción-, yo siempre he preferido al artista que cada cierto tiempo trata de reinventarse, de encontrar nuevos lugares; y eso le lleva, lógicamente, a veces a laberintos, a veces a cuevas siniestras, a veces a cielos abiertos. Yo creo que así es un poco este poeta llamado José María Cumbreño, si uno hace un cierto balance de su obra, aunque en él se advierte un tono y una mirada personales, que dan unidad al conjunto.

Todo esto lo digo porque acabo de leer de una sentada ‘Los mapas transparentes’, un libro muy distinto al anterior (‘No hace falta que entiendas lo que pone en tu camiseta’), algo que se advierte desde la forma de titular, aunque con ecos claros de otros suyos como aquel ‘Breve biografía apócrifa de Walt Disney’, de 2009, donde ya encontramos versos como “Los cartógrafos eran capaces de dibujar/ lugares en los que no habían estado“. También nos recuerda a aquel ‘Estrategias y métodos para la composición de rompecabezas’ (2008), donde ya se esbozaban algunas de las características que ahora adquieren forma definitiva.

Tenemos ahora un libro caleidoscópico y torrencial, con una voz a veces distante, casi administrativa, y, sin embargo, muy conmovedora y lírica -cada vez más, conforme avanza el libro- y donde aparece cierta sabiduría inocente, profunda, iónica y tierna (todos adjetivos marca de la casa).

Ha sido un placer pasear con estos cinco mapas (‘Mapa mudo’, ‘Mapa político’, ‘Mapa físico’, ‘Mapa de tránsito’ y ‘Planisferio’) que en realidad son uno solo, un mapa del ser humano, del mundo, de la existencia… y, también, un autorretrato y un autoanálisis personal.

Versos sentenciosos (“El dolor no desaparece/ aunque se conozca su causa“, “El daño y la herida/ no suceden a la vez“, “Lo peor de envejecer/ no es conocer el dolor,/ sino acostumbrarnos a él“), narrativos (“Según el influyente crítico de arte Clement Greenberg, Edward Hopper era sencillamente un mal pintor. Sin embargo, añadía acto seguido, si fuera mejor, con bastante probabilidad no sería tan buen artista“), profundos (“Trabajar en lo que se ve/ para mostrar lo que no se ve“), enigmáticos:

La tradición establece
que la puerta
debe ser siempre
más antigua
que la casa. 

Decía hace unos años Cumbreño, a propósito del singular César Martín Ortíz, que para firmar un buen cuento necesitamos gozar de varias habilidades: “lecturas, oficio, melancolía y, sobre todo, dominio del ritmo”. Sabiendo que el género cuentístico está mucho más cerca del lírico que del narrativo, identificamos todas esas cualidades en el autor de ‘Los mapas transparentes’.

Un libro en erupción, concéntrico, que avanza girando sobre sí mismo tratando los más diversos asuntos mientras nos guía hacia su objetivo: ponernos frente al asombro y el desconcierto de la vida y de los que la habitamos.

Hay una mezcla de escepticismo, de falta de fe (“he llegado a un punto/ en que me da lo mismo.“) y, sin embargo, todo el libro es una prueba de amor al conocimiento, a la ciencia, al arte.

Una búsqueda múltiple, un combate con la realidad y sus contradicciones, un cuestionamiento constante, donde el relato de los otros sirve para que intuyamos al yo, donde lo cotidiano se convierte en lírico y lo lirico en cotidiano. Una obra que mantiene el pulso de sucesivas lecturas y que nos reconcilia con nuevas maneras de entender la poesía.

Valga como muestra el inicio de la quinta parte, ‘Planisferio (Hic sunt dracones)‘:

¿Qué sucede si una embarazada
duerme al lado de un mapa?

Las palabras que se escriben
con los ojos abiertos
nunca dicen
más de lo que dicen.
En cambio,
las palabras que se escriben
con los ojos cerrados
nunca dicen sólo
lo que dicen.

En el sur, se cuenta la historia de una anguila decapitada y de cómo su cabeza, después de enterrada, brotó el primer cocotero.
En el norte, los viejos relatos aseguran que los dedos mutilados de una mujer esquimal se transformaron en focas.

Cuando algunos días
trato de recordar los motivos
por los que sigo caminado,
me siento como si cartografiase
una llanura
donde ha habido una guerra.

José María Cumbreño. ‘Los mapas transparentes’. Valencia, Pre-Textos, Poesía, 2023

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