La fenomenología que existe del emprendimiento en nuestros tiempos ha calado hondo en nuestra sociedad y ha creado expectativas que no corresponden en la mayoría de las ocasiones con la realidad de los territorios donde nos movemos.
Crear no es necesariamente atractivo y seductor para la gran mayoría de personas que se encuentran debatiéndose entre pagar un alquiler y desarrollar un trabajo que les permita sobrevivir con cierta dignidad. No parece por tanto un asunto atractivo para la media de la sociedad española, que lucha por mantenerse a flote y salir adelante a fuerza de mantener el ritmo de vida que tiene.
Creer que algo es posible es una alegoría encubierta y, muchas veces, ficticia, que forma parte de un mercado creciente de productos, de liderazgo y genios emprendedores que crea además frustración, descontento e incertidumbre.
Tenemos que ser claros cuando hablamos de crear y emprender, porque iniciarse en la vida o en una actividad empresarial no es un asunto menor. Es necesario para ello tener la conciencia clara de qué queremos hacer, forjar un espíritu luchador y preparado para todo tipo de batallas, y convertirnos en un gran explorador de territorios. De este modo, y solo así, si en nuestra mente existe la semilla de la oportunidad y un concepto claro, podremos iniciarnos en una aventura sin frustrarnos antes de comenzar.
Crear y creer no es lo mismo, y es un asunto muy serio que debemos trabajar a fondo individualmente.