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Feliciano Correa publica el libro ‘Hernando de Soto. Más allá del valor’

Feliciano Correa publica el libro 'Hernando de Soto. Más allá del valor'
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Hay veces que ciertos títulos nos sorprenden; en ocasiones por ir acompañados de un certero diseño de portada, otras por la contundencia de las palabras que lo configuran. Eso último sucede en este caso.

Casa donde la tradición dice que nació Vasco Núñez de BalboaFeliciano Correa, natural de Jerez de los Caballeros, es un doctor en Historia que se ejercita con frecuencia en la investigación. Con motivo de la celebración del V centenario del descubrimiento del Océano Pacífico presento en España y en Panamá su obra ‘Balboa. La fantástica historia de un hidalgo español’.

Calle del casco antiguo de Jerez de los CaballerosOtros libros suyos han circulado por las librerías hasta agotarse; tal es el caso de ‘Territorio Templario’, ‘Los últimos recodos del camino’, ‘Amar’ o algunos de los títulos de la colección por él fundada que tituló ‘Libretillas Jerezanas’. Y es que ningún otro autor del pasado o del presente ha escrito tanto sobre la historia y los personajes de esa bella ciudad de las altas torres barrocas, de la que Correa fue nombrado Primer Cronista Oficial y distinguido en 2019 con el honroso título de Jerezano Ilustre.

Iglesia de San MiguelPero vayamos a lo que ahora nos trae aquí.

¿Por qué se ocupa de Hernando de Soto y por qué nos lo presenta tan subrayado con la virtud de la valentía?
He de señalar en primer lugar que esta obra estaba rondando en mi mente como si un cuerpo extraño se hubiera colado en el torrente circulatorio de mis inquietudes literarias. Hace unas pocas décadas que escribo sobre él, con frecuencia en la prensa. Y sobre todo acudo cuando se quiere perturbar la verdad histórica en torno a Soto. Pero hace todavía más tiempo, cuando yo era un joven estudiante de Bachillerato, observaba el pugilato acalorado entre Barcarrota y Jerez de los Caballeros, queriéndose adjudicar cada uno de estos sitios el lugar en que vino al mundo ese español. De tal modo es mi curiosidad por el Adelantado de La Florida que tengo entre mis cientos de legajos, sí, varios cientos, recortes de prensa, cartas, documentos antiguos y unos estantes llenos de obras que tratan de tal hecho explorador, así como todos los relatos escritos sobre Hernando de Soto y firmados por los cronistas de Indias.

Hernando de SotoY tras ese seguimiento y la aparición ahora de este trabajo la pregunta viene rodada; ¿qué aporta esta nueva publicación a la historiografía de De Soto y del nuevo mundo?
Permítame la afirmación que puede calificarse de petulancia: este libro que ahora aparece será sin duda un libro de referencia para quienes deseen conocer en verdad al personaje, su contexto familiar y la importancia de las acciones en las que participó. Y, además de ello, aportamos por primera vez su trayecto día a día en La Florida, en una tierra sin caminos, en jornadas de sudor y lágrimas hasta llegar a las orillas del río Misisipi.

La obra recoge el testimonio de todos los cronistas de Indias que de él se ocupan, narraciones no siempre coincidentes. Sobre esa base de información nosotros hemos promediado posibilidades y probabilidades. Así, estudiamos las dificultades que afrontaron en aquellas caminatas, las jornadas sufridas por terrenos de diferente dificultad, el cansancio de los castellanos por las refriegas con nativos… Y, una vez analizado todo ello y otras variables, hemos tomado partido; esto es, nos hemos pronunciado sobre lo más real y posible de lo sucedido. Y eso es lo que hemos llevado al papel.

Además, y esto no es asunto menor, es la primera vez que se aportan mapas tan detallados, con minuciosidad transparente de los trechos recorridos, los lugares de acampada. En este diseño cartográfico la aportación de mi compañero en la obra, Juan Estepa García, con experiencia sobrada en el tablero y como firmante de proyectos, ha sido muy acertada. Estepa es un bregado indagador y persona de probada voluntad que, también por su condición de militar disciplinado, ha trabajado afanosamente identificándose con el personaje.

Al hilo de eso que nos comenta, usted siempre ha firmado sus obras solo, en sus títulos únicamente figuraba su nombre. ¿Por qué en esta ocasión ha compartido su experiencia y su saber con otra persona?
Esta cuestión ya me la han preguntado otros que conocen mi producción histórica cuando ha aparecido esta obra. Se lo aclaro con brevedad. Estepa escribió, tras la publicación de mi libro sobre Balboa, un estudio analizando el valor de aquel texto, y, sobre todo, de cómo aquel título venía a enriquecer la historiografía sobre Vasco Núñez. Ahí valoré su laboriosidad y el cuidado en los trazos narrativos. Así que más tarde, cuando Hernando de Soto me tocaba la campanilla en mis registros mentales, apremiándome para salir de lo conceptual a la imprenta, resultaba que yo me hallaba afanosamente metido en otras cuestiones. Estaba escribiendo un libro que, a mi modo de ver, resulta de gran importancia para conocer ciertos aspectos de la vida y servidumbres de los obreros y campesinos en el último tercio del siglo XIX y en el periodo que llamo ‘primer franquismo’. Su título, ya en la calle, es ‘Espuelas, Hoces y Cuchillas’.

Así que me veía escaso de tiempo. Y aunque suelo estar siempre metido en dos o tres proyectos a la vez, me pareció que podría enganchar a la yunta de este libro a Juan estepa. Sabía de su leal compañerismo para poder sacar adelante este trabajo, y así ha sido. Con gran confianza puse en sus manos mis legajos y, tras varios años de tarea conjunta, hemos entregado los originales muy revisados a Editamás. Hemos hecho un libro nuevo tras un recorrido documental muy serio; algunos de esos manuscritos ahí aportados jamás habían sido vistos ni estudiados para su anotación en una obra moderna. Creo que el resultado es fruto de un esfuerzo muy serio, como puede deducir quien bregue en la investigación histórica. Viendo la muy cuidada edición ya en la calle, pienso ahora que todo el esfuerzo desplegado ha merecido la pena.

Piezas precolombinasEn algunos casos sabemos que ciertos personajes nuestros han sido más valorados en aquellas tierras hispanas que en Extremadura.
Sí, eso es cierto. Tal realidad es explicable. En primer lugar, debemos comprender que las condiciones de urgencia por sobrevivir o vivir mejor empujaron a muchos de nuestros antepasados a la aventura. Eran vecinos que asumían el riesgo y, sin ser marineros, arriesgaban todo, la vida nada menos, y se embarcaba los de tierra adentro, aunque jamás habían pisado la cubierta de un barco. Y ahora, siglos después, vemos la nómina de ilustres compatriotas extremeños que ya están en los libros.

Y son tantos que nos olvidamos de su trayectoria porque, de atenderlos como merecen, se nos agolparían las conmemoraciones. Pensemos en Balboa y el Mar del Sur; en el trujillano Orellana y el Amazonas; el coloso Cortés de Medellín, por México; el arriesgado Pizarro, por el Perú; o Pedro de Valdivia por Chile. Sin ignorar el protagonismo excelso de Inés de Suárez en la fundación de Santiago de Chile; o de doña Mencía de Calderón, que hemos de contar entre las insignes mujeres del Nuevo Mundo, por ser destacada exploradora en el Paraguay y nacida también en Medellín.

¡Son tantos y tan grandes por su trayectoria que no nos caben en un programa de historia popular! Ello explica, junto a la larga demora para instalar una universidad en Extremadura, que no llegó hasta el último cuarto del siglo XX, las causas de ese perceptible descuido y de los escasos estudios de algunos de estos paisanos singulares.

Descubrimiento del Misisipi

Y, a juzgar por su obra, ¿a Soto se le recuerda como un contribuyente destacado en la historia de Estados Unidos?
Pues mire, vivimos un tiempo de confusiones y desatinos. Matan a un hombre de raza negra y la emprenden contra Cristóbal Colón o contra la reina Isabel de Castilla, que tanto cuidó y declaró hombres libres a los componentes de las tribus americanas, que prohibía la esclavitud y censuraba a los encomenderos que, por la lejanía del reino, obligaban a trabajar con gran sacrificio a los indios.

Pero estos nuevos azotadores contra la Historia de España que vemos hoy son en alguna medida herederos de aquellas falsedades de la leyenda negra tan prodigadas por los grabados de Theodor de Bry. Y es que en un mundo de ágrafos y analfabetos, los horrores dibujados por De Bry circularon por Europa a la par que la obra de Fray Bartolomé de las Casas; un dominico que, como sabemos, primero tuvo indios en sus encomiendas y luego, como un converso radical, quiso desteñirse de su vieja condición y, avergonzado de su propio pasado, la emprendió contra España en su ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’. Otros de su orden, como Antón de Montesinos y no pocos buenos padres franciscanos, fueron apóstoles verdaderos de los nativos, sin dañar por ello el buen nombre ni la gran labor cultural y misionera de España. De estos aspectos me ocupé en mi otra obra sobre Vasco Núñez de Balboa.

Pero lo más triste ahora, por no querer ser fieles a la verdad, es comprobar cómo contemporáneos nuestros, enrolados en lo políticamente correcto, están faltos de valor y usan componendas y excusas a cuantos la emprenden contra unos u otros de nuestros exploradores del siglo XVI, gente de una altura humana como Cortés, estratega incomparable que, de los 30.000 hombres que el de Medellín mandó para someter a los mexicas, aztecas… solo 1.500 eran españoles; el resto pertenecían a otras tribus y culturas que odiaban a esos caciques tiranos, a los que el extremeño venció. Ese odio a los ‘sacamantecas’ opresores explica que los nativos se unieran los españoles, pues los vieron como libertadores venidos de lejos, como redentores de sus penas, esperanzados los indios en que les sacarían de aquella miserable vida. Los honestos estudiosos hispanoamericanos saben bien que cierta progresía prefiere aliarse con la moda, aunque con ello traicione la verdad histórica de su propia nación.

Recorrido de Hernando de SotoY fue en verdad tan dura y difícil la expedición de Hernando de Soto por aquellas lejanas latitudes, tan apartadas de la metrópoli. ¿Quedan recuerdos u honores en Estados Unidos de esas páginas?
Pues sí, allá han reconocido su hazaña. No deberíamos olvidar al juzgarlo que estamos ante un servidor de la corona que arrinconó su vida selecta y sosegada y presentó batallas en Nicaragua y Perú; en Perú su fortaleza y liderazgo resultó determinante para la conquista del imperio Inca. Yo he visitado esos países impartiendo conferencias sobre este extremeño dotado de un ánimo constante. En Granada, Nicaragua, asistí e intervine en el hermanamiento de esta ciudad con Jerez de los Caballeros, el 8 de diciembre de 1999.

Pero la mayor hazaña de De Soto tuvo como escenario La Florida. Y no es fácil hacerse una idea de lo que supuso recorrer 8.000 kilómetros por lo que castizamente diríamos ‘campo a través’. Como ya he mencionado los norteamericanos bien saben todo esto. Atravesó territorios hoy enhebrados en diez Estados de los actuales Estados Unidos: La Florida, Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Alabama, Misisipi, Arkansas, Loussianas y Texas. El tránsito por esos parajes fue ocasión para descubrir nuevos asentamientos humanos. Unos indígenas eran aguerridos y feroces, otros más pacíficos, pero nunca podían los castellanos fiarse ni abandonar la vigilancia, porque, los que se presentaban como amigos, ante cualquier descuido, los asaeteaban.

Los que iban con Soto, que eran unos 700, siguieron con la disciplina, que era habitual entonces en las tropas, y fueron siempre obedientes a la estrategia marcada por Hernando de Soto. En la obra se cuenta este aspecto con cierta minuciosidad a través de los hechos que acontecieron. De tal modo que el capitán jerezano se mostró como un jefe muy capacitado, marcando la mejor logística ante la presión constante de diferentes tribus: sehinoles, apalaches, creeks, cherokees, chickasaw, comanches, choctaws, y otras muchas, entre ellas las aguerridas asentadas en la cuenca del Misisipi. Puedo asegurar que el argumento que describe nuestro relato supera lo imaginable. Todo él podría ser una base para ahormar una serie de televisión o para una novela histórica.

Rotonda noble del Capitolio de Estados UnidosNos dice que en Estados Unidos hay muestras de esa simpatía y afecto por el Adelantado, mientras que en Extremadura vemos dos esculturas de muy escaso valor, una en Jerez de los Caballeros y otra en Barcarrota.
Sí, además la escultura de Barcarrota no se encargó para este personaje, sino que se adquirió una ya concluida de un capitán. Se había realizado en Lisboa, con mármol de Cintra en el taller de Fortunato José de Silva y se colocó en Barcarrota el 25 de julio de 1866. La de Jerez tampoco es original para Soto. Se trajo de la Glorieta o Plaza de los Conquistadores, montada para la exposición de Sevilla de 1929. Su escultor fue Francisco Marcos Díaz Pintado. Originariamente fue la estatua dedicada a Hernán Cortés. En 1969 González Grotta le cambió la cabeza y la posición de la espada. La llevo a Jerez Antonio Granados Ruíz, alcalde, en 1974. En suma, todavía no se ha encargado una estatua a este coloso explorador en ningún lugar de Extremadura.

Frente a esa desidia regional, el héroe de La Florida tiene allá lugares en su memoria: el National Memorial Park Desoto, en Bradenton; existe el condado de Desoto, también en La Florida; las cataratas Desoto se ubican en el condado de Dumpien, en Georgia… Como estos lugares en muchos más se le recuerda, incluso con el emblemático coche, tan apreciado hoy por los coleccionistas, de marca Desoto. Los norteamericanos iniciados en estos menesteres históricos saben que fue uno de los forjadores de su historia. Igualmente saben que entregó su vida por la noble causa de servir a su Dios y a su rey. Por ello le reservaron un sitio en el Capitolio del Congreso. Un espacio para pocos y donde De Soto está.

Coche DesotoMás allá de esta aportación, fruto de esos años de investigación que han realizado, ¿qué puede representar esta nueva publicación?
Le diré que, a mi juicio, hoy algunas de aquellas viejas virtudes se han difuminado por la masificación de las ciudades, y por la confusión que acarrea el bombardeo publicitario donde la ética, y la importancia del valor o el arrojo, se han degradado. En siglos pasados hay muestras de que muchos arriesgaban la vida por lo que creían. Hoy se ha prodigado un ‘yavalismo’, y la dejadez, y un dejar pasar, un pasotismo solemos decir, y se huye de la dificultad. Frente al ancestral valor de aquella época, late una cobardía cutre muy extendida, se cree menos en las cosas y la conveniencia y el confort lo inunda casi todo. Hernando de Soto representa todo lo contrario, es el espíritu valeroso con sentido del servicio y de la lealtad. En algunos aspectos es un hombre del Renacimiento con algunos registros perceptibles del código del deber y de la disciplina que sobrevivían latentes desde la Edad Media.

Escenificación del entierro de Hernando de Soto¿Qué beneficios puede obtener el lector tras el repaso por estas 680 páginas, tal ilustradas a todo color?
Pues eso es difícil saberlo. Tengo escrito que un libro solo se completa en verdad cuando es leído. En cada lector produce un efecto distinto; esto es, una motivación y un sentir que sin duda enriquece y completa el trabajo de los autores.

Pero déjeme que le haga una reflexión final. Hablamos de una obra encuadrada en eso que llamamos Humanidades. Y sabemos que desde lejos se ha apreciado esa extraña capacidad curativa de los libros. Los buenos libros son medicina con saludables efectos secundarios. En el Egipto antiguo conocemos que los faraones escribían en la fachada de su biblioteca ‘Psyches latreion’, esto es, sanatorio del alma. Esta idea luego se prodigó mucho en los monasterios medievales; fíjese que hasta en el refectorio, mientras se le daba de comer al cuerpo, se leía.

Creían los monjes que el cuerpo y la mente podían deglutir, a la par, los elementos materiales y conceptuales. Cuando leemos, y esto es incuestionable, el libro nos habla y nosotros contestamos pensando en silencio. Esta obra sobre un héroe nuestro del siglo XVI, les hablará a los lectores sin cesar. Y es seguro que, cada uno, contestará a su manera.

Nota: Todas las imágenes pertenecen, con sus pies, a la obra ‘Hernando de Soto. Más allá del valor’

Portada del libro 'Hernando de Soto. Más allá del valor'
Portada del libro ‘Hernando de Soto. Más allá del valor’

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