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Francisco Lebrato Fuentes, In memoriam. Anuncia Maján

Francisco Lebrato Fuentes, In Memoriam. Anuncia Maján
Foto: Cedida
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Corrían los finales de los años 70. Era una noche de abril o mayo y yo estudiaba un examen de Ciencias Naturales. Encerrada en mi cuarto hojeaba con desgana el libro, que entre sus páginas guardaba una carta de un amor platónico y unos primeros versos garabateados que leía una y otra vez.

Tan absorta andaba que no escuché entrar a mi padre para preguntar qué hacía. Al ser pillada ‘in fraganti’ pegué un brinco y no se me ocurrió mejor cosa que enseñarle los versos. Al leerlos, se quedó tan sorprendido que me dijo que se los enseñaría a su tocayo y compañero Paco Lebrato, de la recién creada Obra Social de Caja Badajoz, que por aquel entonces mi padre dirigía…

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Y así comenzó mi contacto más estrecho y mi buena amistad con él. De su mano y de su palabra (era un excelente conversador) aprendí a elegir buenos libros, a escribir algo mejor (yo no era nada buena, pero hacía mis pinitos con la prosa y con algunos poemas), pues él leyó siempre todos mis escritos y me hacía algunas correcciones.

Foto: Cedida
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Con mis padres y con él asistí en el salón de actos de la Caja de Ahorros de Badajoz a numerosos conciertos, recitales y conferencias, y conocí a grandes escritores, pintores, músicos, artistas, y grandes conferenciantes, como Rosa Chacel, Eduardo Naranjo, José Miguel Santiago Castelo, Juan Antonio Vallejo-Nájera, Alfonso Ussia, José Francisco Alonso o Antonio Mingote. Para mí era el cielo, pues ni en sueños hubiera imaginado conocerlos, estar cerca, que me firmaran su libro o conversaran conmigo.

Solo tenía 18 o 19 años y toda una vida por delante para formarme, para amar la cultura como él me inculcó. Lebrato era y es un gran referente para todo. Yo lo equiparaba a un gran hombre del renacimiento. Un ‘olivero’ (Oliva de la Frontera, 1926) de pro que creyó en el acceso universal, libre y gratuito a la cultura con mayúsculas.

Foto: Cedida
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Como muestra creó un grupo a raíz de las tertulias en su casa de la calle Santa Lucía y que bautizó como ‘Generación del 75’, de la cual tuve la suerte de formar parte, siendo de sus integrantes más jóvenes, junto a nombres muy relevantes en la cultura extremeña: la familia González Castell, los hermanos Juan Bautista y Francisco Rodríguez Arias, Tomás Rabanal Brito, Antonia Cerrato Martín Romo, Plácido Ramírez Carrillo, José Manuel Sito Lerate, etc., que incluso recorrimos varios pueblos dando pequeños recitales, al igual que en Caja Badajoz.

Fundador de la tertulia ‘El rato’ en Madrid, dónde reunió a un sinfín de intelectuales, es autor de varios libros de pintura como ‘Covarsí’ y ‘Pérez Rubio en su pintura’, al igual que de varios ensayos, y alguno más como ‘Otoño en los jardines de Badajoz’, dedicado a Antonio Juez.

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Y ahora, en silencio, se nos ha ido. Un hombre bueno, culto y leal, al que echaremos mucho de menos.

Que la tierra te sea leve, querido amigo Paco.

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