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‘Internet of Behaviours’. Grada 156. Juan Zamoro

'Internet of Behaviours'. Grada 156. Juan Zamoro
Foto: Unsplash. Jose Aljovin
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Hace poco más de un siglo Iván Petrovich Pavlov estableció su ‘Ley del reflejo condicional’ tras mucho fastidiar, seguro, a unos cuantos perros con unos experimentos conocidos por todos. Cómo me gustaría tener la ocasión de tomarle de la mano y traerle hasta el día de hoy para decirle “La que has liado, Iván”.

La consultora Gartner, famosa por sus cuadrantes mágicos y por su clasificación anual de tendencias tecnológicas destacadas, estima que a finales de 2025 más de la mitad de la población mundial estará sometida, al menos, a un sistema de Internet del Comportamiento, ‘Internet of Behaviours’, ‘IoB’.

La naturaleza de esos sistemas, añade, podrá ser comercial o gubernamental, dando a entender que este enfoque será adoptado de muy buen grado y a gran velocidad por grandes hermanos públicos y privados. Tanto es así que el oráculo estadounidense la califica como la más destacada de la decena de tendencias estratégicas previstas para este año.

Cuando aún estamos asimilando, y desplegando, la ‘Internet of Things’, ‘IoT’, la red de dispositivos físicos interconectados que comparten datos e información, nos llega esta nueva vuelta de tuerca.

La ‘IoT’ incluye, entre todos los objetos a los que se nos puedan ocurrir dotar de conectividad, cámaras, sensores y otros muchos dispositivos capaces de medir la respuesta humana y los estímulos que la provocan. De hecho, esa conectividad sirve fundamentalmente para almacenar datos y operar con ellos.

A partir de ahí el camino es sencillo. Nos centramos en recoger datos de actividad humana. Añadamos una analítica potente de los datos almacenados que permita crear modelos estadísticos y crear perfiles asignables y reconocibles a cada individuo. De repente estamos en disposición de aplicar las técnicas comúnmente empleadas en psicología conductual. ¿Para qué? Para reforzar comportamientos detectados, o para desincentivar aquellos que no interesen.

Behavioral Event Processing
Behavioral Event Processing

Así pues, tenemos que la ‘Internet of Behaviours’ es la combinación de tres elementos: una densa red de sensores conectados capaces de recopilar y almacenar datos sobre el comportamiento de las personas; una potente analítica aplicada a esos datos para establecer modelos estadísticos; y un conjunto de técnicas propias de la psicología conductual capaces de alterar el comportamiento de las personas en el sentido que se desee.

Esta última es la clave que diferencia a esta nueva capa de las anteriores. Mientras que los rastreos previos se limitaban a la monitorización de la actividad de los usuarios en un entorno digital, amplio pero limitado, el seguimiento que se prevé ahora se extenderá a muchos, casi todos, los ámbitos de nuestra vida, incluyendo los ‘offline’.

La aplicación de la analítica masiva y de la psicología permitirá estimular o retraer determinadas conductas, en función de los intereses de quien esté monitorizando el comportamiento de los individuos. Pasaremos de un sistema estrecho, los entornos digitales, a uno amplio, el mundo físico; de un seguimiento descriptivo, el registro de actividad, a uno proactivo, la aplicación de técnicas psicológicas para variar la conducta.

¿Qué implicaciones tendrá? Seremos rastreables en cualquiera de nuestras actividades cotidianas: compras con tarjeta de crédito, recorridos habituales o extraordinarios, monitorización de estado de salud mediante wearables, práctica de deporte, consumo de contenido audiovisual, preferencias alimenticias… la lista es prácticamente inagotable.

A mayores, no solo proporcionaremos datos sino que, además, podremos recibir estímulos para alterar nuestra conducta. De cualquiera de nuestras actividades quedará rastro; todas ellas quedarán vinculadas a nuestra persona.

Entre las bondades de este escenario están las posibilidades de adaptación y mejora de las empresas y las administraciones para con sus clientes. También, por qué no, puede suponer un modo de mejorar facetas de nuestra vida que no tengan una situación óptima. Mediante la monitorización de la actividad física, de la ingesta alimenticia y de nuestro perfil socioeconómico, se nos podrán hacer llegar sugerencias y recomendaciones especialmente diseñadas para modificar nuestra conducta.

Frente a esto surgen de manera inmediata inconvenientes de enorme gravedad. La creación de patrones de comportamiento, y su asignación a ciudadanos, puede llevarnos a una situación en la que una o varias empresas conozcan nuestro comportamiento mejor que nosotros mismos, contando con herramientas, además, para modificarlo. Eso mismo, aplicado a las entidades púbicas, puede llevarnos a un escenario muy parecido al sistema de Crédito Social que opera en China.

Así pues, será necesario dotar a esta ‘IoB’ de la suficiente transparencia que garantice nuestra privacidad, con independencia del lugar del mundo en que nos encontremos. Por último, la seguridad de los datos personales vinculados a esta meta-estructura deberá ser garantizada por los reguladores y por los operadores en todo momento, para asegurar un uso limpio y legal de una tecnología con capacidades enormes y riesgos igualmente gigantescos.

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