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Joco-serio estimulante (Cáceres). José Luis Rodríguez Plasencia

Joco-serio estimulante (Cáceres). José Luis Rodríguez Plasencia
Foto: Cedida

Aunque parezca extraño a ciertas personas los bares han sido y serán, si es que se acaba la pandemia que nos invade, lugares donde mediante ‘el vino hablao’, ajeno al ‘vino solitario’ propio de borrachines, tomado con amigos u otros parroquianos próximos, tanto en la misma barra como en las mesas, se conocen hechos, dichos y anécdotas que bien pueden pasar a formar parte de la etnografía o el folklore popular.

Y Extremadura no podía ser una excepción. Fruto de estas ‘hablaurías’ tabernarias recopiladas aquí y allá, dentro de nuestra comunidad es este repertorio que ofrezco a los lectores de Grada, en concreto de la provincia cacereña.

Yo siempre llevo encima un bolígrafo y una libretita y anoto cuando escucho cuanto me llama la atención, por si no lo tengo ya recogido.

Dichos y refranes cacereños
‘Enero con flores, primavera con dolores’. El buen tiempo de enero es perjudicial, entre otras cosas, para la chacina, que necesita frío para curarse y no criar moho.

‘Más vale capricho cumplido que cien panderos’. Es preferible conseguir que se cumpla algo sin necesidad de armar ruido y disonancias para luego no conseguir nada con tales aspavientos y alharacas.

‘Maldiciones de burro no llegan al cielo’. Al parecer se lo aplicaron a un borrachín que iba despotricando por la calle.

‘Engañar el pan’. Se decía cuando en la merienda o ‘merendilla’ te daban mucho pan con poca o casi nula engañifa, entendiéndose engañifa el chocolate, queso, chorizo… para acompañarlo.

‘Cayarsus, que ya salirá’. Dicho del norte cacereño cuando se discutía sobre un tema sin aparente explicación.

‘Años revenincios’. Tiempos muy lejanos.

‘Ir a recanchalinde’. Ir con prisa.

‘Día de agua, taberna y fragua’. Los días lluviosos se aprovechaban para ir a la fragua a arreglar los aperos del campo, y después se acudía a la taberna. Esta expresión tiene una variante: ‘Día de agua: taberna, fragua y barbería, ¡qué buen día!’. Claro está que los días lluviosos eran de asueto; por ello la expresión de alegría.

‘Nunca digas nunca de esta agua no beberé porque el camino es muy largo y te puede
entrar la sed’. Advertía que no se renunciase a hacer algo porque el paso del tiempo cambia las actitudes.

‘Estar con el meriñaque’. Estar embarazada.

‘Agua que no has de beber, déjala correr’. Es un refrán que significa que cuando un asunto no es de la incumbencia del individuo, lo mejor no es involucrarse y dejar que el agua siga su curso natural. En este sentido, se puede decir que este refrán está relacionado con la intromisión en asuntos ajenos.

‘Agua corriente no mata a la gente’. Este refrán explica el agua que se puede beber cuando se encuentra uno en el campo. El agua estancada no es aconsejable para beber, pues suele contaminarse, podrirse y llenarse de verdín. Por extensión, cabe referirse a la conveniencia de estar activo para el propio bienestar.

‘Cuando el río suena, agua lleva’. Cuando se dice algo hay que pensar que es cierto, en todo o en parte.

‘Agua pasada no mueve molino’. Lo que pasó, pasó; no hay que tener en cuenta lo que sucedió; eso está olvidado.

‘Agua con troná, siete días de mojá’. Expresa que si la lluvia viene acompañada de tormenta durará una semana.

‘Si se pega la badila, el agua es segura’. Si al remover el brasero con la badila se le pega la ceniza es preludio de que la lluvia está próxima.

‘Estar el agua dura’. Se dice cuando no quiere llover.

‘Engordar el agua’. Acrecentarse la lluvia, llover con más intensidad.

‘Nube alta no manda agua’. Esa posición de la nube no amenaza lluvia.

‘Bailar el agua’. Seguir la corriente, dar la razón aunque se esté en desacuerdo, hacer de satélite, ser adulador, ser pelota, ser lameculos…

‘Agua y sol para el buen pastor’. Tiempo climatológico favorable.

‘Agua limpia o azul como un paño’. Agua clara y transparente.

‘Tener la boca como una alpargata’. Tener la boca áspera después de haber comido algo.

‘Echarse las alpargatas al hombro’. Irse con prontitud.

‘Tener buenas alpargatas’. Correr mucho.

‘¡Dios mío! Que nos perdemos, unos por más y otros por menos’. Hay que procurar mantenerse siempre en el justo medio, a ser posible.

‘Olla sin cebolla, baile sin tamboril’. Con referencia a todo aquello que se considera necesario en algún momento.

‘Cartilla maquilera’. Órgano genital femenino.

‘Ello por ello’. Se dice de aquello que está a la medida o justo en el momento.

‘En el intre’. En el momento.

‘Beber a garlo’. Beber sin tocar con los labios la vasija donde está el líquido.

‘Hacer los oficios’. Hacer los quehaceres de la casa.

‘Hacer migas’. Tener buenas relaciones entre dos o más personas; compenetrarse, entenderse bien.

‘Ni bulle ni tulle’. Persona que, estando muy enferma, no mejora.

‘Cortar los revesinos’. Atar corto, quitar las intenciones a alguien.

‘Donde no hay mata, no hay patata’. Si no hay una buena base no pueden esperarse buenos resultados.

‘Salir al tanteo’. Salir al paso de algo que se dice para contradecirlo.

‘Echar a relva’. Echar animales al campo para que se alimenten exclusivamente de lo que ellos encuentren.

‘Hay mujeres y mujerinas, engarañás y engarañinas’.

‘Roel el zapato’. Hacer daño el zapato.

‘Tomar las once’. Dar una vuelta por los bares y tomarse unos vinos antes de comer. El curioso origen de la denominación procede de que antiguamente, a las 11.00 del día se bebía aguardiente, y se le llamaba de esa forma porque aquel trago, aguardiente, tiene 11 letras.

‘Tomar las oraciones’. Cuando se salía por la tarde a tomar las copas. Se hacía referencia a las oraciones religiosas que se hacían por la tarde, especialmente las vísperas. Otros piensan que se refería a la hora sexta, que tenía lugar a las 12.00.

‘En marzo la bocha -hoyo en el suelo- harás y la estaca plantarás’. El adagio popular es bien claro al respecto, pues cuando llega ese mes los días son propicios para sembrar cualquier clase de árboles, menos las higueras y las parras, que se plantan en noviembre.

‘Envidia cochina’. Envidia se define como deseo malsano de poseer lo que otro tiene. Según se cree la expresión se dijo en relación con el orgasmo de los cerdos o cochinos que, según dicen, dura 30 minutos.

‘En los meses que no tienen erre, ni pescado ni mujeres’. Porque el pescado en verano, al estar criando, es insoluble, y si un hombre hace el amor con su esposa se encontrará debilitado para el largo trabajo que le espera.

‘El baño de la Cochina’. Lugar con propiedades curativas para muchas enfermedades de la piel. Se encuentra en el término cacereño de Villasbuenas de Gata. A él hacen referencia los versos siguientes:
‘El que se quiera curar
sin gastos de medicinas,
que se vaya a revolcar
al baño de la Cochina.’

Acertijo:
En aquel cerro cerrote
hay un hombre dando voces.
Si voy, le corto el bigote.

Solución: El gamonito.

La Machorrita de Acehúche
La Machorrita es una fiesta durante la cual las cuadrillas de jóvenes del pueblo apalabraban con algún cabrero del pueblo un macho cabrío el 8 de diciembre, día de la Purísima, que luego traían a la localidad la noche del 23, que al día siguiente paseaban por las calles del pueblo en medio de una gran algarabía. Antiguamente los machos se mataban y servían de cena a los cuadrilleros el día 24 y de comida al día siguiente. Actualmente los animales no son sacrificados. Se venden a los carniceros o se devuelven a sus antiguos dueños.

Foto: Cedida
Foto: Cedida

He aquí algunas coplas que se entonaban durante esta fiesta:

‘El día de la Pura, por cierto,
fuimos a ajustar el macho
y nos salió el tío Melindre
con el garrote en la mano.

De los cuernos de este macho
vamos a hacer unas lentes
para que vea el tío Melindre
las cabras que están calientes.

Aunque no tenemos macho
penas no tenemos ya,
que tenemos cuatro gallos
con la cresta colorá’.

Poesías del Norte cacereño
Algunas se cantaban en las tabernas

Las tomateras
que no dan tomates
no son tomateras,
son hierbas que nacen.

Las pimenteras
que no dan pimientos
no son pimenteras,
son hierbas del huerto.

Cuando yo era pequeñito
me arrullaban las mozuelas;
ahora que ya soy mayorcito
huyen de mí como ciervas.

Cuando yo era pequeñito
me daban la leche en teta.
Ahora que ya soy mayorcito
huyen de mí como ciervas.

Cuando yo era pequeñito
me daban la leche en teta.
Ahora que ya soy mayorcito
me la dan en bicicleta.

Los quintos cuando se van
a sus novias les encargan
que no se dejen meter
las manos por las enaguas.

Mi suegra, la novelera
un encuentra yerno a su gusto;
que haga uno de madera
y luego le coja el fruto.

Lo malo del hecho
es que al marío
le llegan los cuernos
en el techo mismo.

Todos tienen una suegra,
yo quisiera tener dos,
para engancharlas a un carro
y de carretero, yo.

En medio de la plaza
dijo un marica:
– Cada uno se rasca
donde le pica.

También se decía:
El sombrero a los mozos
le sirve de conveniencia,
porque de día le tapa del sol
y de noche, la vergüenza.
Si iba borracho, para que lo le conocieran.

El Marru
El ‘Marru’ en el norte cacereño era un canto rodado de superficie lisa que durante la recolección de las aceitunas, entre la Pura y San Blas, se calentaba en la lumbre que se hacía en los olivares y luego se iba pasando de mano en mano entre apañadoras y vareadores para aliviar así el frío de las escarchas. Esta costumbre dio lugar a algunas canciones, entre las que pueden citarse:

Venga el marru,
que pasi calentitu
de manu en manu…
Que venga el marru.

A coger acetunas
hemus llegau.
Están blancas de hielu,
duelin las manus.

Un costal de acetunas
llevu cogíu.
Ya me duelin las manus
de tantu fríu.
Plato típico durante la recolección de las aceitunas era el ‘mojeteu’, una especie de ensalada con tomates de cuelga, aceitunas, pescadillas en escabeche, aceite, vinagre y sal.

Foto: Cedida
Foto: Cedida

El lugar del lagar donde se depositan las aceitunas recién cogidas para molturarlas más tarde recibe, entre otros, los nombres de apartijo, chiquero, cortijo y cortejo.

Lo decían en Valencia de Alcántara hace ya muchos años en las tabernas:

‘El vino afila el puñal
de cualquier hombre cretino,
échale agua al vino
pa desarmar al criminal’.

En las antiguas tabernas del norte cacereño solía brindarse así alabando los beneficios del vino:

‘Al catarro, con el jarro;
al paludismo, con lo mismo
y al resto de las enfermedades
con la esencia de parrales.
Eche vino, tío Pepe,
que el agua me sienta mal.
Más vale tragar mosquitos
que oír a las ranas cantar’.

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