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La comarca de Tamuja-Montánchez. Basílica-molino-castillo. Alberto Díaz

La comarca de Tamuja-Montánchez. Basílica-molino-castillo. Alberto Díaz
Basílica de Santa María del Trampal. Foto: Cedida
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De la mano de Tripextremadura nos dirigimos a recorrer tres de las siete maravillas que tiene la comarca cacereña Tamuja-Montánchez, las cuales, quizás por proximidad, hayan obviado en más de una ocasión. ¡Qué torpeza la mía!

Esta vez nos tocó enseñarlas a un grupo de turistas que habían escuchado sobre esta maravillosa zona tan querida para mí. Salimos desde Cáceres en una de las minivan que tiene destinadas Tripextremadura para hacer los trayectos turísticos de los que normalmente salen estos escritos.

Como iba diciendo, salimos por la antigua carretera de Medellín, conocida por los foráneos como la carretera de las ‘torres’, en dirección hacia Alcuescar, destino de nuestra primera parada, que se encuentra en el límite de las dos provincias entre las sierras de la Lombriz y Centinela, parada para los peregrinos que hacen la romana vía de la Plata.

En este municipio se encuentra la basílica visigoda de Santa María del Trampal, nuestra primera primera visita de la jornada, a la que llegamos por una carretera hermosa dejando campos de higueras y olivos, así como cercones de piedras secas donde pastaban plácidamente rebaños de ovejas y vacas.

La basílica visigoda está anclada en un lugar místico, incluso me atrevería a decir telúrico; aparte de la belleza que por sí sola atesora cuenta con un maravilloso mirador desde donde se contemplan las sierras de San Pedro y Montánchez. Terminamos la visita a la basílica, tomada por el grupo como un calentamiento a lo que sería el plato fuerte del día.

Volvimos a montarnos en la minivan y nos encaminamos a mi querido Arroyomolinos por carreteras comarcales o secundarias, como a mí me gusta, que discurran por higuerales y olivares; Arroyomolinos es el mayor productor de higo seco de España.

Naturaleza y tradición cacereñas. Fotos: Cedidas
Naturaleza y tradición cacereñas. Fotos: Cedidas

Llegamos a Arroyomolinos temprano para poder degustar unos exquisitos churros de la churrería Fragoso y coger fuerzas para comenzar una ruta senderista que discurre por la garganta de los Molinos, donde antiguamente había 30 molinos, uno de los cuales se puede visitar en la actualidad por iniciativa y sufragio del Ayuntamiento, que lo ha rehabilitado invirtiendo tiempo, dinero y mucho cariño.

Visitarlo y ver su funcionamiento original es toda un experiencia sensitiva que te trasporta a otro tiempo, todo esto contado por una especialista como Sara Fragoso.

En este punto haré un breve inciso para mencionar ‘La sorpresa de Arroyomolinos’, un hecho histórico que sucedió en la guerra contra la invasión francesa; lo que nos contó Sara merece más la pena que lo viváis en primera persona, anotad la fecha del 17 de octubre.

Después de esta educativa visita el grupo empezó la marcha de los Molinos, una marcha circular de unos 15 kilómetros que une por la garganta Arroyomolinos y Montánchez; su dificultada es media, y es recomendable para todos los públicos ya que, aparte de hacer ejercicio, podréis admirar unos paisajes impresionantes. Mientras el grupo subía andando yo lo hice en minivan, para ir preparando en Montánchez lo que sería una sorpresa.

Llegó el grupo al mediodía al mirador donde lo estaba esperando con mi anfitrión, para antes de llegar al pueblo visitar una explotación de cochino ibérico puro. Nuestro anfitrión explicó todo el proceso de crianza de esta raza tan especial y exquisita.

A continuación, ya en el núcleo urbano de Montánchez, visitamos la fábrica-secadero de nuestro buen amigo Juan Carlos Bautista, donde pudimos ver todo el proceso de elaboración de los jamones para culminar con la que yo denomino ‘la catedral del ibérico’, sin olvidar el picoteo que degustamos solo de ibéricos.

Encantados con la sorpresa recibida pusimos punto y aparte a nuestra visita en el majestuoso castillo de Montánchez, del que admiramos su conservación, y subimos al balcón de Extremadura, desde donde se puede contemplar el fantástico paisaje de los llanos cacereños. Además, el castillo es un punto de observación de estrellas por su escasa contaminación lumínica. De hecho, el castillo, así como su entorno y su ermita, merecen un post aparte que seguramente haré más adelante.

Panorámicas del viaje. Fotos: Cedidas
Panorámicas del viaje. Fotos: Cedidas

“Solemos buscar fuera lo que cerca tenemos”

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