El Área de Igualdad de la Diputación de Cáceres ha puesto en marcha un programa piloto, denominado ‘Escan’, de terapia asistida con perros adiestrados para víctimas de violencia de género, que ha sido presentado por la diputada delegada, Amelia Molero, el coordinador del proyecto, Enrique Cruz, y el responsable de adiestramiento, Francisco Estévez.

Les ha acompañado en la presentación Tor, un labrador negro en representación de los animales que ayudarán a las víctimas de violencia de género a recuperar la confianza, a perder el miedo, a sociabilizar, a incorporarse al mundo laboral y a ser libres de nuevo.

Se trata de un proyecto innovador de terapia de recuperación psicosocial asistida con perros de acompañamiento para mujeres y menores víctimas de violencia de género, y que simultáneamente “prevenga y proteja frente a agresiones físicas y psicológicas por parte de los maltratadores”, según ha explicado Amelia Molero.

Esta experiencia piloto cuenta con la colaboración del Refugio San Jorge, con el objeto de promover también la adaptación de perros abandonados.

Enrique Cruz ha añadido que esta terapia con perros adiestrados está asistida también por una psicóloga que trabaja con la víctima, para detectar el daño causado por la violencia, mientras que el perro incide en el aspecto emocional: “se necesita tanto a la psicóloga como al perro, pero el aspecto emocional lo desarrolla el animal; y a partir de ahí damos un paso más, porque una vez que recuperamos psicológicamente a la mujer trabajamos la inserción laboral”.

El adiestramiento del perro lo lleva la usuaria, que es a la que se forma en este sentido. “De este modo ella va siendo consciente del trabajo diario que debe hacer, de su capacidad y posibilidad de trabajar con un ser vivo, de que vaya mejorando, le haga caso, le obedezca, porque esto incide directamente en su autoestima”, ha explicado. “A medida que el perro progresa la mujer, psicológicamente, progresa”, ha concluido.

Por su parte, Francisco Estévez ha incidido en que lo que más se valora es el vínculo afectivo entre la usuaria y el perro; “esto hace que la usuaria empiece a tener confianza, a desarrollar distintos tipos de actividades, que retome el contacto con otras personas o se anime a salir, porque será el perro el que la haga salir; se insiste mucho en que se necesita atención, cariño, dedicación y responsabilidad a la hora de atender al perro, y esto implica a la usuaria y a su familia, haciendo que los niños, por ejemplo, se animen también a salir al parque con su perro y vayan desarrollando otros vínculos, otras relaciones con otros niños”.

El proyecto persigue la rehabilitación de la mujer que sufre los efectos de violencia de género. Es, por tanto, un programa terapéutico focalizado hacia supresión de las manifestaciones depresivo-ansiosas y a la recuperación de la autoestima o al desarrollo de capacidades de afrontamiento ante peligros. Tiene también una función rehabilitadora en la vertiente social, facilitando la normalización de relaciones interpersonales y el desarrollo de sus potencialidades socio-laborales.

Cada perro es especialmente seleccionado en raza, tamaño, conducta y preferencias de su futura dueña. La elección de este animal de compañía reside en sus conocidas capacidades de docilidad, fidelidad y en la facilidad para el establecimiento de un vínculo afectivo, aspectos muy deteriorados y necesarios de recuperación en los casos de violencia de género.

El perro, con este propósito terapéutico, se convierte en un apoyo emocional, movilizador de conductas, figura de interrelación y gratificador del logro de superación de temores. Por su especial capacidad de interacción con su nueva dueña se convierte en aliado y también es un elemento movilizador de aspectos positivos en un sistema familiar en el que el perro se integrará.