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Los nombres de nuestros antepasados. Apana. Grada 155. Julio Esteban Ortega

Los nombres de nuestros antepasados. Apana. Grada 155. Julio Esteban Ortega
Foto: Cedida
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Un nombre de mujer muy típico de Lusitania es Apana. Sus testimonios epigráficos se distribuyen preferentemente por la parte norte de esta provincia romana, en territorios de las actuales provincias de Badajoz, Cáceres y Salamanca y los distritos portugueses de Castelo Branco, Guarda, Lisboa y Portalegre.

El núcleo de concentración más importante se localiza en territorio de lo que en época romana se llamó la prefectura Turgaliense, en la zona de la actual Trujillo, de donde proceden cinco de los ocho epígrafes hallados en la provincia de Cáceres que contenían este nombre, correspondientes a las localidades de Herguijuela, Ibahernando, Logrosán, Puerto de Santa Cruz y Santa Cruz de la Sierra.

Un segundo núcleo de concentración de epígrafes es el espacio situado a ambos lados de la frontera hispanoportuguesa entre el Tajo y el Duero, entre los que se incluyen los hallados en los municipios cacereños de Coria y Tejeda de Tiétar. Solo se conoce un caso en masculino, en una inscripción hallada fuera de las fronteras de Lusitania, más concretamente en un yacimiento lucense perteneciente al pueblo de los galaicos.

Como testimonio de este antiguo nombre lusitano presentamos el material gráfico de esta interesante inscripción que acompaña al texto, procedente de Tejeda de Tiétar, en la comarca cacereña de La Vera. En ella se conmemora a un tal Lucio por parte de la madre, la esposa y los hijos del difunto, entre los cuales se encuentra Apana.

La importancia de este epígrafe viene determinada por el número de antropónimos que documenta, pues se mencionan ocho nombres que fueron relativamente comunes en estas tierras durante los últimos siglos del primer milenio antes de Cristo y que pervivieron a la conquista romana: Camalo, Pinara, Pisira, Boutio, Cabura, Caeno y Apana. Todos ellos proceden del sustrato local indígena, salvo el del difunto Lucio, que es un nombre romano, testimonio del proceso de romanización que sufrieron o disfrutaron, según se mire, los habitantes de estas tierras.

Sirva este ejemplo para insistir en la importancia y la necesidad de preservar estos monumentos en piedra, por la valiosísima información que atesoran. Recorriendo esos campos de Dios hemos tenido ocasión de comprobar cómo muchas de estas inscripciones han sido mutiladas recientemente para servir como material de construcción en muros de viviendas, cercados, etc.; o, lo que es peor, destruidas y machacadas para la pavimentación de calles y plazas en muchos municipios de la región. Las generaciones venideras merecen conocer sus raíces a través del rico patrimonio que legaron sus antepasados.

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