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Pasado con memoria (XXV)

Pasado con memoria (XXV)
'El bebedor', de Francisco de Goya
Léeme en 12 minutos

¡Oh, sueño! ¡Apacienta mis recuerdos, apacienta mi memoria!

Afrocubano (o Afroespañol)
En el anterior artículo incluí un ejemplo de afroespañol (un diálogo entre Clara y Juana, personajes de color) escrito por Góngora y recogido por Manuel Barrios en ‘Modismos y coplas de idas y vuelta’.

A continuación, Barrios recogía otra copla, en afrocubano o afroespañol, que es una nana (para dormir a un negrito), composición de aire popular, original del poeta cubano Emilio Ballagas:

Dórmite, mi nengre,
drómiti, ningrito.

Caimito y merengue,
merengue y caimito.

Drómito, mi nengre,
mi nengre bonito.

Diente de merengue,
bemba de caimito.

Cuando tú siá glandi
va a sé bosiador…

A Visente e’loco,
nengre de mi vida,
nengre de mi amor…

(Mi chiviricoqui,
chiviricocó…

¡Yo gualda pa ti
tajá de melón!

Si no calla bemba
y no limpia moco,
le va’abrí la puetta
a Visente e’loco.

Si no calla bemba,
te va’da e’gran sutto,
te va’llevá e’loco
dentre su macutto.

Ne la mata ‘e güira
te ñama sijú.

Condío en la puetta
ettá e’tatajú…

Drómiti mi nengre,
cara’e bosiador,
nengre de mi vida,
nengre de mi amor.

Mi chiviricoco,
chiviricoquito.

Caimito y mernegue,
merengue y caimito.

A’ora yo te acuetta
la maca e patito,
y te mese suave…

Du’ce…, depasito…
y mata la pugga
y epanta moquito,
pa que du’ema bien
mi nengre bonito.

Pues sí, hombre… pues sí…
‘Andar a morro’ o ‘andar a la morra’ es una locución verbal coloquial con los significados de reñir, pelearse con frecuencia y a golpes. Y, dentro del mundo del vino, beber sin vaso, aplicando directamente la boca al corro, a la corriente de agua o a la botella.

En una reunión de amigos de taberna, cuando alguno de los presentes decía que iba al servicio a orinar, uno (siempre el mismo) le decía:

-No te olvides de agradecerle los servicios prestados.

Contrariamente a lo que muchos piensan, la expresión familiar ‘ir maqueado’ no proviene de la referencia que se hace de alguien que se ha vestido de forma elegante o adecuada para una ocasión especial. Proviene del término ‘maque’, una laca o sustancia pegajosa de color amarillo que exudan las heridas de algunos árboles, que se utilizaba para barnizar (maquear) muebles u otros utensilios, embelleciéndolos o adornándolos. Como el barniz o la laca, sus sinónimos.

Es frecuente escuchar en el lenguaje coloquial que tal grupo o familiar ‘se ha quedado en cuadro’ o ‘está en cuadro’. Según el Diccionario de la Real Academia ambas son locuciones que se aplican cuando ese grupo familiar o esa corporación queda reducida de manera drástica a un corto número de miembros, o también a una persona cuando ha perdido su familia y bienes.

El origen de esta expresión es militar. Se utilizaba cuando una unidad perdía a su tropa en la batalla y solo quedaban los mandos, es decir, el cuadro de mando. Por ello, ‘quedarse en cuadro’ significando quedarse en los mínimos, por la merma sufrida dentro de un grupo inicialmente mayor.

Pero no debe confundirse quedarse o estar en cuadro con otra expresión de cierto parecido, ‘quedarse a cuadros’, que significa dejar sorprendido, sin respuesta, sin reacción cuando te cuentan algo que te deja asombrado o te parece ilógico o impensable que pudiera suceder.

‘Ir en plan comando’ es una locución que lleva poco tiempo incorporada al castellano, pues se trata de una traducción literal de la expresión anglosajona ‘goind comando’, que significa ir sin ropa interior. Su origen es incierto, aunque tiene trazas de que se originó en la guerra de Corea o en la de Vietnam, debido al exceso de calor y humedad, circunstancias que recomendaba a los comandos que prescindieran de la ropa interior para evitar erupciones, rozaduras y escozores.

Según la Real Academia, ‘potra’ es la hernia de una víscera u otra parte blanda del cuerpo, y dio lugar a la expresión ‘tener potra’, como sinónimo de tener suerte debido a que los que sufrían de potra parece que tenían la capacidad de predecir mejor los cambios de clima (como por ejemplo la proximidad de una tormenta) o de estación.

Habitualmente se usa la expresión coloquial ‘caerse de un guindo’ (o sus formas ‘se ha caído de un guindo’, ‘caerse del guindo’…) para referirse a la ignorancia o credulidad que muestra alguien sobre un asunto. Pero lo que no se sabe con certeza es la circunstancia o el motivo que ocasionó tales locuciones, aunque no cabe la menor duda de que su origen es popular y no histórico.

La recolección de la guinda, al igual que las cerezas, se realiza manualmente desde el suelo, y para alcanzar las ramas más altas (dado que el árbol puede alcanzar hasta cuatro metros de alto) suele utilizarse algún tipo de escalera. Al intentar recoger los frutos de las ramas más alejadas del tronco, era fácil caerse si no se tenía experiencia, pues estas son muy endebles y no aguantan el peso de una persona. De ahí que esto nos parezca indicar que el dicho se originó de las bromas que los expertos recogedores de guindas gastaran a alguno de los novatos en esas lides y que estos cayeron en la trampa y mordieron el polvo.

En el mismo sentido suele emplearse la expresión ‘caerse del nido’ o ‘caerse de un nido’, como alusión al intento de algunas crías de aves que intentan echar a volar sin estar la madurez necesaria para conseguirlo.

Otra locución también muy usada en nuestro vocabulario popular es la de ‘ser una perita en dulce’, para indicar que algo o alguien tiene unas excelentes cualidades o incluso que algo puede ser una auténtica ganga o chollo, aunque la RAE únicamente recoge ‘pera en dulce’ como referencia a una persona o animal que muestra excelentes cualidades, circunstancia que ha hecho dudar a muchos lingüistas sobre cuál de las dos expresiones era la más lógica.

Con referencia al origen de la expresión la mayor parte de los estudiosos lo sitúan hacia el último cuarto del siglo XIX, cuando se puso de moda en las mejores confiterías comercializar fruta escarchada o confitada a modo de golosina, siendo precisamente la pera la que más atractivo despertaba entre el público.

‘La Carantolla’ es un personaje que el 25 de diciembre recorre las calles de Galisteo con máscara y tambor para asustar a los niños. Se trata de un miembro de la cofradía del Niño-Dios que viste un traje blanco lleno de colorines, rematado por un gran gorro y que lleva una horrible careta. En el pueblo dicen que se trata de Herodes persiguiendo a los inocentes.

La Cuca
Según escribe Francisco J. Pérez Schmidt, cronista oficial de Aldeaquemada, ‘La Cuca’ es el nombre con que se conoce la Fiesta de los Huevos Pintados en la localidad, que se celebra el Domingo de Resurrección o de Pascua. Este nombre tiene su origen en uno de los juegos con que se divierten los colonos de Aldeaquemada desde hace 248 años, juego que pudieron traer los colonos alsacianos, y que con variantes se juega en aquella región centroeuropea. El juego consiste en chocar los huevos duros que se han pintado durante el Sábado de Gloria, para ver cuál es más duro, ganando aquel al que le queda intacto su huevo.

Semejante a la Cuca de Aldeaquemada es la ‘Gira la pica’ que realizan en Torremocha el Domingo de Resurrección, tras una peregrinación hasta el paraje de La Cancha acompañando en procesión a Nuestra Señora de Torrealba, que portan las mujeres, y donde, después de los actos religiosos, se intenta descubrir cuál de los huevos golpeados tiene el cascarón más duro, de modo que gane a su contrario.

Origen del verbo fornicar
Como es sabido, fornicar es tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del matrimonio. El verbo proviene del latín ‘fornicāri’ (tener relaciones sexuales con una prostituta, zorrear), y este a su vez de ‘fórnix’, ‘fornus’, que en un principio significaba ‘horno’ por su forma de arco o de bóveda. ¿Y qué tenía que ver ‘fornix’ (arco, bóveda) con una casa de lenocinio? Sencillamente que el ‘fornix’ (fornice) era el lugar situado bajo los puentes, callejones u otros edificios con forma de arco, donde habitualmente se encontraban las prostitutas de la época romana con sus clientes. Y además, los burdeles de esta época solían establecerse en subterráneos y zonas abovedadas para pasar más desapercibidos.

La palabra ‘fornecino’, ya en desuso en castellano, es registrada por el Diccionario de la Academia como hijo bastardo o nacido de adulterio con referencia a una persona. El primero en recoger esta palabra en castellano fue el historiador, lexicógrafo y humanista palentino Alfonso Fernández, en 1490.

Tal como me lo contaron, lo cuento
Después de la ceremonia nupcial y ya en la habitación del hotel, la novia puso a los pies de la cama una maleta, cerrada con un gran candado. El marido, sorprendido, le preguntó:

-¿Qué es esa maleta? ¿Y por qué la pones ahí?

-Guarda un secreto que nunca voy a contarte.

Él no hizo ningún comentario y así fueron pasando los días de la luna de miel, con la maleta a los pies de la cama.

De vuelta y ya en su hogar, la joven esposa volvió a colocar la maleta en el lugar acostumbrado. Y el marido, intrigado, no pudo por menos que preguntarle de nuevo qué hacía allí aquella maleta y no en la habitación de al lado:

-Amor mío – dijo él –. Después de nuestra luna de miel y de lo bien que lo hemos pasado, ¿no podrías decirme qué guardas con tanto ahínco y tanto celo ahí?

-Amor, ya te he dicho que es mi mayor secreto y que nunca te lo voy a revelar.

Y fueron pasando los años y el hombre terminó por olvidarse de la maleta, hasta que después de celebrar las Bodas de oro, le dijo:

-Querida: Llevamos ya casados toda una vida y hemos compartido juntos dolores, penas, alegrías… ¿No crees que es ya hora de que me digas qué guardas ahí?

-Tienes razón. Vamos al dormitorio.

Y una vez en la alcoba la mujer abrió la valija. El hombre miró dentro y vio cinco granos de maíz y diez millones de euros. Sorprendido preguntó a su esposa:

-¿Solo es esto? ¿Has guardado con tanto misterio y cuidado unos granos de maíz y dinero tantos años? No comprendo.

-Todo tiene su explicación, querido. Cada vez que te era infiel guardaba un grano de maíz en la maleta.

El marido no pudo por menos que ponerse hecho un basilisco, pero luego lo pensó fríamente y le dijo a ella:

-Bueno, al fin y al cabo, solo son cinco granos después de cincuenta años de matrimonio. Pero, otra cosa: ¿Cómo has conseguido reunir una suma tan grande de dinero?

-Muy sencillo. Porque cada vez que juntaba una tonelada de maíz, la vendía.

El Día del juicio final
En diferentes épocas la débil humanidad ha sentido miedo ante ese peligro, creyéndole ya inminente. En los primeros tiempos del cristianismo, había muchos que creían que habían de presenciarle en vida. Unas palabras del Apocalipsis hicieron temer que el año 1000 de nuestra era había de ser el fin del mundo, y cada cual se apresuraba a desprenderse de lo que poseía y a entregarse a la oración y a la penitencia, siendo la Iglesia la que salió más gananciosa en todos estos desórdenes de la actividad humana, pues en ella quedaron la inmensidad de donativos que el miedo aconsejaba hacer.

En tiempo de Lutero, en Alemania, había un predicador que pronosticó para un día dado la fecha fatal del fin del mundo; no fue bastante cauto para fijar un plazo muy lejano, pues se cumplió aun en vida suya, y seguramente habría sido, por lo menos el fin de sus días, en el fatal fijado, si el mismo Lutero no le salvara del furor de los chasqueados campesinos, que ya estaban conformes con que sucediese tal desgracia.

El astrólogo del señor de Brandemburgo Joaquín II calculó exactamente el día de la ruina universal, y se lo dijo secretamente al príncipe, que con admirable magnanimidad, y sin decir nada a nadie, se fue en la fecha fijada a un montículo cerca de Berlín (Kreuszberg), para presenciar desde allí el grandioso espectáculo, que quedó limitado aquella vez a un soberbio chaparrón, al cabo de algunas horas de impaciente ansiedad del animoso Joaquín. (p. 461).

No tan egoístas se mostraron los monjes de Lehnin, que esperando la última catástrofe, construyeron otra arca colosal, en la que, a imitación de Noé, reunieron gran cantidad de provisiones con que hacer frente a la calamidad. Todavía en 1746 se veía en el mismo convento un cuadro que representaba esa construcción naval, en el que había esta inscripción latina: “Pater Noah, oremus ad te de profundis: Ora pro nobis, in aqua et undis” (Padre Noé, te rogamos fervientemente que intercedas por nosotros cuando estemos en medio de las aguas). Y los piadosos monjes tuvieron la dicha de quedarse literalmente en seco con su arca.

Cierto sabio hizo el descubrimiento de que la palabra latina ‘IVDICIVM’ está compuesta de los números romanos que contenían la fecha exacta en que había de tener lugar; es decir, que en los números vulgares, resulta 1613 para el tremendo año.

Incluso hubo gentes en 1816 que creyeron ver el destructor de que habla la ‘Revelación’ de San Juan, el nombre Apolion en el original griego, en Napoleón I.

Vestirse de luto en los funerales
Esta antiquísima costumbre muy extendida en la cultura occidental pretende significar una manifestación de respeto hacia el difunto. Aunque la procedencia de esta tradición no está tan clara. Distintos estudios antropológicos coinciden en señalar como posible origen el miedo ancestral de los vivos a ser poseídos por los espíritus de los muertos. Así, los hombres primitivos pintarían en ritos funerarios sus cuerpos de negro para impedir, al quedar camuflados, que el alma del fallecido encontrara un cuerpo donde asentarse. (Óscar Gutsens. El Semanal, pág. 47. ABC, 31 de agosto al 6 de septiembre de 2003)

Allá por los años 60
Es de suponer que las cosas han cambiado.

Las mujeres comparadas con los distintos continentes:

  • De 15 a 18 años son África: sedientas y misteriosas
  • De 19 a 22 años son Oceanía: mitad exploradas, mitad sin explorar
  • De 23 a 35 años, son Asia: abundantes en recursos, pero infrautilizadas
  • De 36 a 45 años son América: Abiertas a todo el mundo
  • De 46 a … años son Europa: jodida y sin recursos

Y también hubo un historiador jocoserio, amigo del Bachiller Ratera, que escribió:

En Katanga, Fidel Castro,
Lumumba, Buda, Nikita,
que el día de Santa Rita
mataron a Zoroastro.

Las falanges del Catastro
al saber la notición
invadieron el Nervión,
y el ejército Canuto,
que tiene fama de bruto,
asesinó a Mimí Pompón.

Picardeando
Un grupo de turistas españoles escucha en Pompeya (Italia) las explicaciones del guía. Cuando este se calla para dirigir el grupo hacia otra parte de la ciudad, una señora mayor, andaluza por más señas, dice al guía:

-Yo no sé cómo la gente de por aquí puede vivir tan tranquila teniendo el volcán ahí al lado, como a la puerta de casa.

-Señora –le responde el guía –, ya no hay peligro. La última vez que…

-Sí, sí –replica de nuevo la mujer –. Usted puede decir misa, si quiere. Pero ¿y si el volcán vuelve a ponerse en erección?

Cierta abuelita octogenaria a la que se le casa una nieta con un joven de raza negra, se acerca un día, bastante preocupada, a una de sus hijas, aunque no a la madre de la futura desposada, y le dice en tono confidencial:

-Hija, tengo una duda. ¿También tendrán los negritos negra la pilila?

Durante la Segunda Guerra Mundial, un submarino alemán observa a través de su periscopio una barquichuela en las costas gallegas. Emerge y su capitán, megáfono en ristre, pregunta al indolente barquero:

-¿Es usted anglófilo?

-No, señor –responde el aludido.

-¿Y francófilo?

-No, señor.

-Entonces, es americanófilo.

-Tampoco, señor.

-Entonces –inquiere el capitán, desconcertado –, ¿qué es usted?

-Soy Teófilo, el boticario, que he venido a pescar. Y soy de Extremadura, sin más gaitas.

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