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Peñas sacras de Extremadura. El altar rupestre de Cuatro Hermanas. Grada 177. Julio Esteban Ortega

Peñas sacras de Extremadura. El altar rupestre de Cuatro Hermanas. Grada 177. Julio Esteban Ortega
Foto: Cedida
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En las afueras de Malpartida de Cáceres se localiza uno de los conjuntos sacros más significativos de la Prehistoria cacereña. Se trata del complejo arqueológico de ‘Cuatro Hermanas’, así denominado por la existencia de cuatro grandes bolos de granito; uno de los cuales fue utilizado como altar de sacrificios desde tiempos remotos.

La gran roca ceremonial alcanza los cinco metros de altura; presenta formas redondeadas y amesetada en la parte superior, donde se aprecia una gran pila con desagüe de grandes dimensiones y al lado una cubeta cuadrada. Se accede a la parte superior por una escalinata de 13 peldaños tallados en la roca, algunos de ellos apenas insinuados o desgastados por la erosión; y en la cara noreste se aprecian cuatro concavidades casi circulares. Además, se aprecian otras tres series de entalles muy erosionados que, por su inclinación, no pudieron servir como auténticas escaleras de acceso. El bolo está repleto de petroglifos y cazoletas, así como profundos surcos paralelos cuyo significado no acertamos a comprender.

Conocemos las ceremonias y los ritos en torno a la gran roca por las fuentes grecorromanas. El sacrificio se efectuaba en la parte superior del santuario y las piletas estaban destinadas a contener la sangre de las víctimas y a la cremación de sus entrañas. La disposición de la pila con sus canales y desagüe hace pensar en una especie de recipiente en la parte inferior para recoger los líquidos de las víctimas sacrificadas. La coincidencia de la orientación del altar con la cumbre alta podría no ser casual y estar intencionadamente buscada en asociación con algún fenómeno celeste.

Formando parte del conjunto sacro hay otro posible altar con las mismas entalladuras en forma de escalera, y a pocos metros una peña caballera con formas redondeadas bajo la cual se ha formado un abrigo plagado de bellos tafonis que adornan la cúpula interior.

En una roca contigua se grabó una pequeña cruz, prueba de la cristianización de un lugar en el que se practicaron rituales de cultos paganos. Con este signo se pretendía alejar de ella el numen o divinidad que habitaba el lugar, que en la mentalidad cristiana se identificaba con el demonio.

El altar de Cuatro Hermanas es muy similar a aquellos otros que hemos presentado en números anteriores de esta misma revista, como el de La Molineta en Trujillo o el altar de Lácara en La Nava de Santiago, ubicados en parajes con abundante actividad dolménica y cuya cronología se remonta al III milenio a. C., a partir del Campaniforme.

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