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Sara Solomando. La periodista de ‘La casa de papel’. Grada 147. Perfil

Sara Solomando. La periodista de 'La casa de papel'. Grada 147. Perfil
Foto: Eduardo Sierra
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Extremeña por los cuatro costados, como ella misma se define, Sara Solomando nunca fue una periodista vocacional, pero acabó enamorándose de una profesión que le ha llevado a desarrollar un fuerte convencimiento de que lo personal es político, y que la mejor forma de conseguir una sociedad más justa es la empatía, ponerse en los zapatos del otro e intentar cambiar las cosas desde la política o el movimiento asociativo.

La primera pregunta es para salir de dudas; ¿eres de Montánchez o de Badajoz?
Yo siempre digo que soy extremeña por los cuatro costados; nací en Badajoz por accidente, donde mis padres estaban estudiando Medicina, pero pronto nos fuimos a vivir a Peraleda del Zaucejo, un pueblo próximo a Córdoba que fue el primer destino de médico de mi padre; además Gargáligas es el pueblo de mis abuelos. El segundo destino de mi padre fue Montánchez, donde llegué con 6 años, y desde entonces me siento muy unida al que considero mi pueblo.

¿Cómo recuerdas esa infancia tan rural, en lo que ahora se llama la ‘España vaciada’?
Entonces no teníamos ese concepto de los pueblos extremeños. Cuando llegamos a Montánchez tenía casi 4.000 habitantes, y ahora no llega a los 2.000. En el pueblo de mis abuelos ha pasado lo mismo; por aquel entonces superaba el millar de habitantes y ahora creo que son 600 vecinos. Los pueblos se han ido vaciando con los años, porque la agricultura y la ganadería son profesiones muy duras, que requieren mucha dedicación. Todavía no es habitual teletrabajar desde los pueblos, pero quizá de esta reciente etapa del confinamiento podamos sacar algo positivo, y es regresar al entorno rural con otras profesiones, además de una mejor valoración del trabajo del campo.

Precisamente en este tiempo he recordado mucho mi infancia porque siempre he tenido muy presente a mi abuela, a la que no he podido ver desde marzo porque a sus 97 años vive en una residencia. Recuerdo salir al campo con mi abuelo, bañarnos en las acequias, coger las sandías y los melones, o trepar hasta el castillo de Montánchez. Fui muy feliz, tengo mucha nostalgia de mi infancia, y me duele no poder dar esa infancia a mis hijas, porque incluso yendo al pueblo el ambiente es otro, se ha perdido la libertad que teníamos para jugar e ir de un lado a otro, sin coches y sin peligros.

Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra
Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra

¿Cómo surgió tu interés por el periodismo y la oportunidad de estudiar en Madrid?
Nunca he sentido la vocación por el periodismo, pero en el instituto una profesora me vio muy parlanchina y que me gustaba mucho leer y escribir, y me propuso poner en marcha una revista en el instituto y otra en el pueblo. En COU, cuando hubo que elegir y con esos antecedentes, me recomendaron estudiar Periodismo y eso hice, sin tener ni idea de lo que me iba a encontrar. Estudiar en Madrid fue una oportunidad de independizarme y de adquirir madurez, alejándome de mi entorno.

¿Qué esperabas de tu futura profesión cuando estabas terminando en la Universidad?
Cuando empecé la carrera me imaginaba el futuro trabajando en un periódico importante, escribiendo columnas de opinión, o reportajes de investigación, incluso pensaba que iba a ser corresponsal de guerra; cuando empecé a hacer prácticas en televisión no me gustó nada, pero estuve en Telecinco en Galicia, en Informativos, con Néstor Barreira, y me cautivó la inmediatez y la adrenalina de la información diaria.

Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra
Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra

¿Tenías en mente volver a tu tierra para desarrollar tu trabajo?
Gustándome la televisión era complicado, pero fui muy afortunada porque coincidió la puesta en marcha de Localia a nivel nacional. Pepe Gutiérrez, el director de la Cadena SER en Extremadura, me contrató y comencé a hacer reportajes para Localia Badajoz. Después continué en Canal Sur Extremadura desde su puesta en marcha hasta que dejó de emitirse, y en 2007 volví a la televisión autonómica, ya a Canal Extremadura.

También has trabajado en gabinetes de comunicación de organismos oficiales. ¿Es una tarea tan encorsetada como parece desde fuera?
Depende mucho del momento político y mediático que te toque. Puede ser un trabajo sencillo o un infierno, que es como recuerdo mi etapa en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en el Ministerio de Vivienda; fue una época muy dura, con muchos intereses en contra y una difícil situación para los jóvenes que querían acceder a una vivienda. Yo vi prácticas de periodismo que jamás hubiese pensado que existían; es un trabajo muy difícil, yo no lo llamaría encorsetado, pero sí mucho más complejo de lo que la gente piensa.

Después de una segunda etapa en Canal Extremadura recalaste en la radio, con una última experiencia en M80, en un programa a primera hora, de los que te obligan a despertarte a horas intempestivas. ¿Cómo fue esa época?
Esa segunda etapa terminó con un despido que me marcó por la forma en que se produjo, de la peor manera a mi entender, porque no me lo comunicaron para que no me pudiera despedir de la audiencia, después de muchos años trabajando en Canal Extremadura; pero yo intuía que aquel iba a ser mi último programa y me despedí, y eso no sentó nada bien.

Después vinieron dos años en el paro en plena crisis económica. Me fui a Madrid y gracias a Fernando Garea conocí a Juan Luis Cano, que estaba poniendo en marcha un programa en M80, y me ofreció una pequeña colaboración; empecé como auxiliar de redacción y acabé presentando el programa con él porque a la audiencia le divertía lo diferentes que éramos en antena. Yo creo que hacíamos un programa muy majo y divertido, y también desde el punto de vista informativo, pero en su momento dejó de interesar a la cadena porque no casaba con su idea de la radiofórmula.

Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra
Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra

Y entonces surge la oportunidad de trabajar como documentalista de series exitosas como ‘La casa de papel’ o ‘Embarcadero’. ¿En qué consiste tu trabajo?
Cuando hacía el programa con Juan Luis Cano empezaba a las 5 de la mañana y terminaba a la 1 del mediodía, y tenía las tardes libres. Por otro lado, mi pareja, también periodista, estaba trabajando con el guionista Álex Pina, y me comentó que estaban buscando a alguien en la productora para llevar la comunicación, a media jornada. Así empecé, y poco a poco me ocupé también de labores de documentación, ya a tiempo completo cuando acabó el programa de radio, en series como ‘La casa de papel’, ‘Embarcadero’ o la recién estrenada ‘White lines’.

Ahora estoy en un sector muy diferente al periodismo, pero realmente mi trabajo no es muy distinto, porque la labor de documentación también es muy importante para un periodista. Por una parte, reviso los guiones para comprobar que las situaciones que reflejan son realistas; por otra, aporto información y datos para las tramas que quieran desarrollar.

Sara Solomando (Foto: Vancouver Media) y el cartel de una de las temporadas de 'La casa de papel'
Sara Solomando (Foto: Vancouver Media) y el cartel de una de las temporadas de ‘La casa de papel’

Hay quien piensa que las series de televisión han acabado con el hábito por la lectura. ¿Qué opinas sobre esto?
Mi experiencia es que una de mis hijas no lee absolutamente nada y la otra devora libros, y las dos ven muchas series de televisión; supongo que dependerá de las inquietudes de cada joven. Lo cierto es que se ha producido un cambio con respecto al consumo y a la forma de ver televisión, con predominio para el móvil y la tableta, porque se pueden ver los contenidos cuando se quiere. Yo uso el libro electrónico, sobre todo en verano, porque no es práctico viajar con 30 libros, pero es distinto al libro de papel, hasta tal punto que hay libros que he leído en electrónico y que he comprado en papel sin recordar que ya los había leído, y es que sin tocar el papel, sin subrayar, sin tener la portada… la relación es absolutamente diferente.

¿Nos puedes hacer una radiografía del periodismo en Extremadura?
Desconozco cómo está el sector en Extremadura porque hace mucho tiempo que no estoy vinculada a él, pero sí puedo asegurar que lo que no se paga no vale; si no se está dispuesto a pagar por el trabajo de la gente, es muy difícil que el trabajo de la gente tenga un buen valor. En Extremadura se está pagando muy mal a los trabajadores del sector, y creo que las asociaciones de la prensa en Extremadura no están ejerciendo la presión que deberían para que se deje de maltratar a los trabajadores.

No sé cómo son los sueldos en los medios escritos, porque además hay mucha diferencia entre quien tiene 50 años y una antigüedad en el medio y sus compañeros de 30 años, que han sido contratados cuando se ha producido una precarización de la profesión. Sé lo que se está pagando en las productoras de televisión, y son sueldos de miseria; y con sueldos de miseria es muy difícil tener un periodismo libre, sobre todo cuando tu sueldo depende fundamentalmente de lo público, es decir, de la política.

Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra
Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra

Acaba de implantarse Periodismo en la Universidad de Extremadura. ¿Qué les dirías a quienes estén planteándose dedicarse a la información?
Quizás es un poco difícil, porque me encanta mi profesión pero no he sido una periodista vocacional. Les diría que se busquen un ‘plan B’, pero al mismo tiempo que se esfuercen mucho, que traten de ser muy honestos, que no confundan objetividad con esterilidad, y que intenten meditar mucho cada cosa que hacen, escriben, publican y dicen.

Me cuesta adivinar cómo va a ser el futuro en nuestra profesión; yo jamás habría pensado que iba a llegar un momento como el que estamos viviendo, en el que hay gente que se informa a través de ‘memes’ que llegan por WhatsApp, en el que pueda haber gente que piense que hay inmigrantes sin papeles viviendo mejor que ellos. Me parece que el periodismo es una profesión esencial para luchar contra todo esto, pero es verdad también que los propios periodistas hemos contribuido a depauperar la profesión, aceptando determinados contratos con determinados salarios, o trabajando en medios que están publicando cosas que tienen más que ver con la promoción de las empresas que se publicitan en esos medios que con la información o con el trabajo de servicio público que deben tener los medios de comunicación.

¿Qué pueden hacer los estudiantes de Periodismo en el futuro? Es una pregunta muy difícil, porque ser libre en una profesión como la nuestra es tan complicado que te condena al hambre y al ostracismo, y al final el riesgo es que realmente la gente considere que las redes sociales son los medios de comunicación, porque es que hay medios que ya se diferencian muy poco de las redes sociales, medios que tenían cierta credibilidad y que ahora son panfletos.

Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra
Sara Solomando. Foto: Eduardo Sierra

Decidida activista por el feminismo y contra la violencia de género, ¿qué nos queda por hacer individualmente para conseguir una sociedad más justa?
Hay que partir de la base de que lo personal es político y, una vez que uno descubre eso, es esencial leer mucho sobre aquello que te preocupa. Por ejemplo, yo siempre había pensado que era feminista hasta que empecé a leer ensayos feministas, y me di cuenta de que yo no era feminista, y aprendí a construirme, y sigo en proceso de deconstrucción, porque yo soy hija de una sociedad machista y heteropatriarcal, y tengo que mirarme todos los días dentro, y mirarme todos los días fuera, para luchar contra aquello que creo que es injusto, y no solo para las mujeres, porque estamos en una sociedad global que es machista, racista, xenófoba, capacitista, aporófoba…

Cada uno puede pensar que no es machista, ni racista, pero seguro que hay pequeños comportamientos que lo son, y eso se descubre leyendo mucho y escuchando mucho a la gente que te dice que está sufriendo eso. Hay que aprender a escuchar y sobre todo hay que tener empatía, y yo creo que, siendo capaz de ponerse en los zapatos del otro, implicándonos en política, intentando cambiar las cosas desde el movimiento asociativo… mejoraría mucho la sociedad.

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