Las vacaciones son sinónimo de descanso y desconexión emocional, es un momento deseado por muchas personas; sin embargo, también durante el periodo estival el número en las estadísticas de separación aumenta.
Concretamente, este segundo verano tras la pandemia, ha sido difícil alcanzar la libertad y disfrute a los que estábamos acostumbrados, llevándonos incluso a tener más irritabilidad, enfados y ansiedad por la inestabilidad de la situación.
Aumentar el tiempo compartido en pareja es, en ocasiones, una oportunidad para compartir instantes de intimidad; sin embargo, cuando existen conflictos o se arrastra algún problema, estos se hacen más evidentes a medida que estamos más tiempo juntos y tomamos más consciencia de cómo es la pareja y lo que nos desagrada de ella.
Otro de los motivos por los que se producen más rupturas en esta época del año son las altas expectativas, que definen en muchas ocasiones el éxito de una relación de pareja. Alguno de los miembros puede sentir frustración cuando no todo es tan espectacular como se muestra en las redes sociales.
Ha llegado septiembre, de nuevo la vuelta a casa, y es momento de dedicar tiempo a aquellas palabras que no fueron compartidas o, por el contrario, fueron hirientes, y, aunque no hay nada más destructivo que las palabras, también son el remedio para curar cualquier herida emocional.
Debemos darnos cuenta de que el enamoramiento inicial va serenándose, y da paso a un amor más maduro.
Antes de tomar cualquier decisión deberíamos analizar qué nos está ocurriendo como pareja o cuál fue la causa del enfado, evaluando hacia dónde queremos dirigir nuestra vida. Las relaciones amorosas se van construyendo de forma cuidadosa, poco a poco, paso a paso; no deberían derrumbarse tras unas vacaciones de verano.