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Desde la Torre Lucía: Yo también fui candidato

Yo también fui candidato. Grada 178. Paco Valverde
Foto: Cedida
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Mayo de 2023 me trae recuerdos de mayo de 1995. En ambos meses primaverales y floridos, distanciados por 28 años, hubo y habrá elecciones municipales, además coincidiendo hasta en la fecha: el domingo 28 de mayo. Yo fui candidato a la Alcaldía de Plasencia aquel 28 de mayo de 1995, y fui candidato independiente, simpatizante y no afiliado del Partido Socialista Obrero Español.

Todo comenzó cinco meses antes, como podíamos decir, “cuando saltó la liebre”. El miércoles 18 de enero de 1995, a las 14.00 horas, vinieron a mi domicilio, a proponerme ser candidato a la alcaldía de Plasencia por el PSOE como independiente, tres significados socialistas locales y provinciales.

La sorpresa fue enorme. Yo, que no militaba en ningún partido ni había nunca dado a entender que me gustaría participar en ‘política’, quedé asombrado por la propuesta, y mi respuesta fue que me dejaran pensarlo. Aquella misma tarde me reuní en cónclave familiar con mis hermanos y les pedí consejo. La conclusión fue que diera un paso al frente y, sabiendo que si lo hacía era para mejorar la calidad de vida de mis convecinos y trabajar por Plasencia, acepté el reto.

Solamente terminar la reunión familiar, y ya siendo noche avanzada, me llamó por teléfono Juan Carlos Rodríguez Ibarra para animarme a que diera mi confirmación, por lo que fue la primera persona que supo mi decisión. Anecdóticamente comentaré que me llamó desde el teléfono móvil del coche (aquellos pedazos de ‘ladrillos’ que eran los teléfonos de los coches hace 28 años), cuando salía de Madrid en dirección a Mérida. Pues bien, para dar una idea de lo que duró aquella conversación, no nos despedimos hasta cuando estaba pasando por Navalmoral.

A la mañana siguiente, muy temprano, me llamó un gran amigo y mejor persona, Jesús Málaga Guerrero, entonces alcalde socialista de Salamanca, en su tercera legislatura como alcalde de la ciudad charra, y paisano extremeño nacido en Abadía. Pero no fue necesario que me animara a decir ‘sí’, porque ya estaba tomada la decisión. Y esa tarde del jueves 19 de enero, en compañía de mi compañero y sufridor luego en la legislatura Ramón Pedro Rubio Jiménez, acepté oficialmente ser candidato.

El viernes 20 de enero ocupé un trozo de las portadas de los dos periódicos regionales, el Extremadura y el Hoy. Quien quiera comprobarlo no tiene más que acudir a las hemerotecas de ambos diarios y leer los titulares y contenidos de los artículos que me dedicaron, tan sorprendidos como yo por mi presentación. Mi pudor no me permite repetir aquí los elogios y bondades que vertieron sobre mi, reitero, asombrada persona.

Aquella tarde-noche me llevaron en olor de multitudes al auditorio donde se celebró la asamblea que ratificaría mi candidatura, y se contabilizó un 89% de síes de los militantes del partido que la apoyaron.

El 21 de enero comenzó la cuenta atrás de 128 días hasta las elecciones. Es decir, desde los días ‘de vinos y rosas’ hasta el 28 de mayo, que fue el día de la verdad. Y la verdad fue que no gané las elecciones.

De 24.381 placentinos censados, votaron 20.225; fueron válidos 19.771 y de esos me votaron 6.355, el 32,14%, quedando como la segunda lista más votada. Obtuve siete concejales e inicié ‘la travesía del desierto’ que es estar en la oposición. Mi adversario político José Luis Díaz Sánchez, por el PP, sacó 10 concejales gracias a los 9.228 votantes, que supuso el 46,67%, no logrando la mayoría absoluta.

Y así se presentó el panorama. Mis 87 puntos del tríptico-resumen de nuestro programa electoral estaban sobre la mesa y decidimos hacer realidad algunos de ellos y, con diálogo y negociaciones, algo se consiguió, como el punto 46, referido a la creación de la Escuela Municipal de Restauración en Hostelería, que así lo denominamos nosotros, y que luego quedó como Escuela Municipal de Cocina, que hoy, 28 años después, sigue viva y pujante, dando oportunidades laborales a cientos de alumnos que se han formado en sus fogones.

Del 95 al 99 continúe mi actividad profesional como director del colegio de educación especial Ponce de León, compatibilizándolo con mis actuaciones municipales, así como con mi voluntariado en Placeat, donde continué por expreso deseo de mis compañeros de junta directiva, ejerciendo de presidente.

Fueron cuatro años de continuo conocimiento de mi ciudad, de sus problemas y de sus bondades. Pateé por todos sus barrios, calles y plazas, hablé con todo el mundo, recibí muchas peticiones y sugerencias, me empapé de ‘placentinismo’ cuando yo me creía con 52 años cumplidos que ‘me sabía’ Plasencia. Fue una fantástica experiencia, que agradezco haber podido vivir.

Y termino sentado en lo alto de la Torre Lucía, en este atardecer primaveral, haciendo unas menciones especiales. Primero a mi adversario político José Luis, con el que pudimos y supimos dialogar, recordando aquellos años en los que él era alumno de San Calixto y yo era maestro novato. Y, cómo no, a mis compañeros del Grupo Municipal Socialista, los siete sufridores de la legislatura: Ramón Pedro, Francis, Adela, Víctor, Chencho y después Félix, y en el recuerdo infinito Ana María. Y a los ciudadanos placentinos que todavía recuerden que me votaron, y a todos, mi más profundo agradecimiento. Conclusión: la participación es imprescindible hasta en política.

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