Tras dos años en blanco por la pandemia donde no se pudo celebrar este evento, los cacereños y las miles de personas que se desplazaron hasta la ciudad de Cáceres, hicieron que la madrugada del sábado, unas 31.734 personas estuvieron presentes en la Plaza Mayor, una cifra histórica que hizo que el Ayuntamiento tomara la decisión, por primera vez en su historia, de limitar el acceso durante una hora a la Playa Mayor de la ciudad de Cáceres. Esto coloca este evento, que celebraba este año su 30 aniversario como uno de los mejores WOMAD de la historia.
El alcalde cacereño, Luis Salaya quiso agradecer a través de las redes sociales la increíble reducción que hubo de residuos por la calle, limitándose el vidrio por completo, llegando a recoger la mitad de basura que la última edición que se celebró.
Conciertos de la Plaza Mayor
El WOMAD comenzó con un jueves en el que se empezó a ver cuál sería el porvenir de las próximas fechas, la Plaza abarrotada para los primeros conciertos, celebrándose el primero de ellos a las 20.00 horas y finalizando la jornada a las 23.45 horas.
Shoul & Libra Loggia, Darío Gonzáles, Ayom y Les Amazones D´Afrique arrancarían el día en una mezcla de estilos y de países, desde Extremadura, pasando por Italia, Brasil, Angola, Grecia, Malí, Benin o Guinea, demostrando la gran diversidad que ha caracterizado al WOMAD.
El escenario de la Plaza Mayor, donde diariamente abren los grupos y artistas extremeños, contó el viernes con los pacenses Rui Díaz & La Banda Imposible y los cacereños Los Niños de los Ojos Rojos. Si Díaz y su grupo caminan entre las raíces del folk y el blues hasta un country-rock de arreglos preciosistas, Los Niños de los Ojos Rojos fusionan el hip hop, disco, reggae, ska y funk con música tradicional de origen balcánico, irlandés y extremeño, entre otras.
Poco antes de la lectura del manifiesto de WOMAD Cáceres, la superestrella africana y ganadora de un Grammy en 2010 Dobet Gnahoré lanzó a las 21.00 horas su propio manifiesto musical, una respuesta al tiempo de pandemia que le ha servido para afirmarse en la defensa los derechos de la mujer, la creatividad y el positivismo. Con su sexto disco, Couleur, grabado durante la pandemia, rompe con sus estilos acústicos pasados y se adentra en los sonidos afropop modernos de su país, Costa de Marfil.
La noche trajo a la Plaza Mayor los sonidos de Canzoniere Grecanico Salentino, de la región de Puglia, el “tacón” de la “bota” de Italia. De allí extrae su fusión de modernidad y tradición basada, entre otros, en el ritual de la pizzica tarantata, un baile que tenía el poder de curar la mordedura de la tarántula a través de la música, el trance y la danza.
El segundo día del festival lo despidió a las 23.00 horas Songhoy Blues, la banda de Bamako (Malí) que representa el futuro del rock and roll en África. Sus cuatro músicos (Garba Touré, Aliou Touré, Oumar Touré y Nathanael Dembélé) fundaron el grupo durante la guerra civil de su país en la pasada década “para crear algo positivo a partir de la adversidad” y se vieron obligados a exiliarse. Frente a ello, su último disco lleva un título paradójico: Optimisme, anclado en las profundas tradiciones de la música de Malí y el blues.
Por último, el sábado se celebraron en la Plaza Mayor los conciertos de Pacombo Latino, un grupo que hace disfrutar al público del mejor Latin-Jazz. A continuación, Cool Up Records, fundado en 2017, es un sello independiente dedicado a la creación y promoción de la música reggae actuaron con el grupo Cool Up & The Sherlock Horns para traer a la plaza cacereña lo mejor de la música jamaicana.
Una vez entrada la noche, a las 21.00 horas, J.P. Bimeni, artista de Burundi y de soul, cuyo disco de debut fue elegido como el mejor por la BBC en 2018, actuó junto a la banda madrileña The Black Belts en un concierto donde la Plaza Mayor comenzaba a llenarse.
El encargado de hacer entrar a la medianoche cacereña en la Plaza Mayor fue Baiuca, un proyecto revelación de folktrónica no ya en España, sino en el mundo. Su mezcla de ritmos tradicionales gallegos y electrónica contemporánea, haciendo una suerte de found footage en el que resignifica los códigos de la música tradicional gallega a través de una mirada absolutamente actual pero también futurista, lo llevó a dar casi 90 conciertos en poco más de un año.
Por último y como colofón final, tuvimos a Ana Tijoux, la chilena que protesta a ritmo de hip-hop. Compositora, letrista, arreglista y ganadora de un Grammy Latino, es hija de exiliados de la dictadura de Pinochet. Su pasado le ha marcado como mujer y como artista para practicar un hip-hop colorido y fusionado de gran sensibilidad político y social.
Otros eventos dentro del festival
Además de los conciertos en la Plaza Mayor, también se celebraron conciertos en la Plaza de San Jorge, se abrieron los puestos del paseo de Cánovas y, fiel a su carácter social, desde el jueves hasta el domingo, se organizaron talleres para niños; ‘Mundo de Palabras’, la parte dedicada a la literatura y la música del festival y ciclos de cine en la Filmoteca de Extremadura.
Las cifras del WOMAD
Para finalizar, en cifras, estamos hablando de un total de 140.000 asistentes entre el jueves y el domingo, un pico que obligó a cerrar la Plaza Mayor por primera vez en la historia. Luis Salaya augura un “futuro muy positivo” al festival. En el horizonte, convertir al WOMAD en una referencia de festival aún más limpio y ecológico.