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Según un análisis de sentencias judiciales de ‘Save the children’ se estima que entre un 10% y un 20% de la población española ha sufrido algún tipo de abuso sexual en su infancia. Un 44% de los abusos se producen entre los 13 y los 16 años.
Por su parte, la Fundación ANAR indica que en más del 50% de los casos el agresor pertenece a la propia familia. Además, en más del 80% de los casos el agresor es alguien conocido por la víctima. Esto resalta la importancia de la cercanía y la confianza que los agresores suelen tener con las víctimas, lo que puede dificultar la denuncia y la detección del abuso. El abuso es realizado en muchos casos por agresores sin antecedentes penales relacionados con violencia sexual, es decir, por personas que a primera vista no levantarían sospechas. Detrás de estos datos fríos y tristísimos hay personas indefensas, con su vida rota.
Pero el ser humano es muchas veces resiliente, e intenta salir adelante y lo consigue; como le pasó a Isabel Muñoz Hernando, una mujer de Llerena que ha creado la asociación ‘Mi vuelo’ para la prevención del abuso sexual infantil.
La asociación nace para dar apoyo a las víctimas de abuso sexual infantil, como fue su caso: “Nace para alzar la voz por todas las víctimas que no pueden hacerlo, para darles el apoyo que merecen, y el asesoramiento jurídico y psicológico cuando sea posible”.
Isabel sufrió abuso sexual en su infancia: “Yo sufrí el abuso entre los 8 y los 13 años. Desde siempre supe que algo no iba bien, y que había cosas que no me gustaban, pero por circunstancias el silencio pudo más. A los 13 años fui consciente de que podía ir a más y conseguí pararlo; pero hasta los 30 años, ahora tengo 42, no soy consciente de las secuelas que los abusos han dejado en mí”. Los abusos fueron intrafamiliares, como en la mayoría de los casos.
Ver rota tu confianza en esa persona “es complicado”; “La relación es tan cercana, es una figura referente con la cual conviví hasta los 30 años. Rompí todo eso porque la intención de mi vida fue proteger a mi hermana, y cuando mi hermana se quedó embarazada de mi sobrina no pude permitir que viviera en el mismo lugar”, añade.
A la hora de denunciar públicamente la situación que vivió, sufrió “el importante tabú social e intrafamiliar”. “Al principio solo lo hablé con mi familia más cercana y amigos muy íntimos. Me supuso caer en una depresión muy grande, de la que me recuperé cuando apareció la recompensa de mi vida, mi marido. Fue muy doloroso, pero también un alivio tremendo porque la carga de la vergüenza se alivia bastante al denunciarlo”, explica, aunque no hubo denuncia en firme, tan solo verbal.
En su familia encontró apoyo incondicional: “Siempre estuvieron ahí para darme el empujón que necesitaba. Jamás me culpabilizaron ni me juzgaron. No hubo preguntas, no me cuestionaron. Por eso reivindico que la familia ha de apoyar siempre a la víctima”.
Isabel no cree que la sociedad esté ahora más concienciada. “Lo que sí creo es que hay más personas que lo estamos intentando. La sociedad debería movilizarse, romper el tabú. Debe perder el miedo a hablar del tema y dejar las puertas abiertas para realizar una prevención como merecen los niños”.

Sobre las herramientas que deberían ponerse a disposición de las víctimas entiende que “la principal es la ayuda psicológica”. “También deberían mejorar los medios, para que cuando un menor tenga que someterse a interrogatorio estos sean seguros. Es fundamental. Las herramientas están en las instituciones que deben de cambiar. Hay que fomentar la prevención en colegios y lugares con menores y que la víctima cuente con lugares de apoyo donde no sea juzgada”, remarca.
Isabel tiene palabras para quien ahora esté sufriendo abusos: “Le abrazo fuerte, le doy mucho amor y credibilidad y que se apoye en las personas que le den su apoyo incondicional para poder continuar con su vida. Que no tengan miedo”. Y a quienes puedan conocer a víctimas de abusos les pide “que señalen al agresor, que arropen a la víctima, y que la vergüenza y la culpa cambien de lado”.
Isabel espera recibir ayuda y escucha a nivel autonómico, y un lugar para que las víctimas tengan apoyo y asesoramiento. “Si hay alguien interesado en ayudarme a nivel psicológico y judicial, que contacte conmigo. Ayudemos a la infancia, lo más valioso que tenemos”.
Se puede contactar con la asociación a través del correo electrónico