‘Manolete’ se convirtió, desde antes de viajar a México, en el torero más popular en América. Aún ahora, y ya han pasado más de 75 años, Manuel Rodríguez Sánchez tiene plena vigencia entre los aficionados que le vieron, los eruditos y aquellos que siguen la fiesta más allá del mero hecho de asistir a las corridas de toros.
Se puede leer en un artículo fechado en Madrid, y que publicó el 12 de julio de 1945 la revista ‘La Lidia’, que un periodista americano, de paso por España en misión política, y alejado del mundo taurino, estaba disgustado porque no había podido ver al torero de Córdoba, y lo primero que le iban a preguntar a su regreso era si lo había visto torear.
Creo que nunca me he referido al torero con el mote de ‘el Monstruo’, por una razón de posicionamiento con él, pues en alguna ocasión manifestó que no le gustaba que le llamaran así. Y lo justificaba, aduciendo que su popularidad hizo que, en Nueva York, al reconocerle en una tienda, le llamaran “The Monster”. Pero en el sentido más elogioso, pues así lo consideró el crítico K-Hito, lo fue.
‘Manolete’ no estaba dispuesto a emprender un largo viaje. Varias razones quebrantaron su firme decisión, pero probablemente la más decisiva fue que, desde hacía algún tiempo, no dejaban de llegar cartas y cables que solicitaban su presencia en México para la próxima temporada. Afirmaba ‘Manolete’ en una entrevista: “no voy a tener más remedio que irme a México”.
Cruz Ernesto Franquet, corresponsal en Madrid de la mencionada revista, que era quien firmaba la misma, daba cuenta de la llegada de Antonio Algara, empresario de la plaza de toros de ‘El Toreo’, a la capital de España con el único fin de tratar de convencer a José Flores Camará, y a ‘Manolete’, para que este diera el salto sobre el Atlántico. Tras celebrar tres entrevistas de corta duración, Manuel Rodríguez Sánchez, José Flores Camará y Antonio Algara firmaron un contrato para que, de momento, el cordobés toreara tres corridas y un ‘beneficio’. Así conocen en México una corrida en la que los beneficios son para el matador.
Comentaba el diestro que no quiso firmar más porque aún no sabía cómo iba sentarle el clima de allá. Pero apuntaba que, si le era favorable, estaría presente en todas las corridas que le ofrecieran. El empresario azteca, a su vez, comentó que ‘Manolete’, tras una conversación telefónica, le dijo que no se preocupara, que ese año iría al país hermano, y que por su parte le ofrecería las mayores facilidades. Y así fue, porque en ningún momento de las conversaciones sostenidas, lo decía el propio empresario, “ni ‘Manolete’ ni Camará pusieron la menor dificultad. Y, si le voy a ser sincero, puedo señalarle que en el contrato del diestro cordobés hay menores exigencias que en las pretensiones de otros toreros”.
Y lo corroboró Manolete: “… puedes tener la certeza que al firmar mi contrato para ir a México he tenido que sacrificar muchas cosas. Pero también es cierto que he puesto mi mayor ilusión para el logro de este contrato que viene a cumplir dos fines: satisfacer los deseos de todos los aficionados mexicanos, a la vez que para mí supone el pagar, con algo más que gratitud, esa deuda de admiración que guardan para mí por aquellas tierras”.