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Ars longa, vita brevis (I). Capilla de la Casa de los Arrogatos

Ars longa, vita brevis (I). Capilla de la Casa de los Arrogatos
Foto: Cedida

Patrimonio olvidado y patrimonio recuperado en la tierra de Cáceres: capillas, oratorios y ermitas

Si queremos conocer la vida, cultura y costumbres de un pueblo o de una comunidad tenemos que aproximarnos a la forma de entender y practicar su religión. La historia no se entiende hoy como una relación de datos, fechas, grandes acontecimientos, etc.; hay que ir más allá y profundizar en la vida, creencias y sentimientos de sus habitantes.

Vamos a presentar un reducido número de ermitas, unas de ellas en deplorable estado de conservación y otras, por el contrario, felizmente restauradas. Hemos visitado no solo las ermitas existentes en la tierra de Cáceres, sino también oratorios o capillas en fincas particulares donde formaron parte de edificaciones castrenses en su mayoría medievales.

La Tierra de Cáceres o Jurisdicción de Cáceres es una comarca histórica situada al Sur de la Provincia de Cáceres; ocupa una buena parte de la penillanura trujillano-cacereña. Esta tierra está surcada por el río Salor y su afluente el río Ayuela, el río Tamuja hasta desembocar en el río Almonte. Nos encontramos ante terrenos llanos de la penillanura, arcillosos, pizarras y granitos, con tierras esencialmente dedicadas al cultivo o a la ganadería.

En general, el origen de estas ermitas son santuarios que han sido mandados construir por la devoción particular de algún devoto hacia un santo o santa que pueden ir desde su construcción para conmemorar un acto milagroso o santificar un lugar concreto y real asociado a la vida de un santo, Virgen o Cristo hasta ubicarlas en zonas con la existencia de aguas con poderes milagrosos o curativos, también capillas existentes en casas fuertes donde los nobles oraban.

El fenómeno de los patronazgos, que comenzó a tener un relieve significativo a partir del siglo XIV, con motivo de los trágicos brotes de peste que entonces se manifestaron, se mantuvo en auge hasta el siglo XIX, alimentado por las frecuentes epidemias de cólera, fiebre amarilla, tifus o plagas de langosta que se fueron sucediendo. Se construyeron entonces muchas ermitas dedicadas a santos a los que se invocaba en catástrofes, como es el caso de San Sebastián contra la peste, y San Gregorio contra la epidemia agrícola de langosta.

En la misma línea, el evangelista San Marcos, con la doctrina de su evangelio, contribuyó al afianzamiento de la Iglesia. Es considerado uno de los bienhechores de la agricultura gracias a los poderes que le atribuía la creencia popular. Es una lástima que la ermita de San Marcos, cercana a la Torre de los Púlpitos, fuese derribada en 1964 por encontrarse en deplorable estado, pues fue el lugar sagrado donde se celebró misa cuando el ejército cristiano reconquistó Cáceres el 25 de abril de 1229, aunque otros autores consideran que la primera misa se celebró en la desaparecida ermita de San Jorge, cerca de Fuente Concejo.

Hemos estudiado las ermitas desde el punto de vista histórico-artístico; no cabe duda de que algunas de las ermitas de la Tierra de Cáceres, no todas, han gozado de estudios por parte de historiadores como Martín Nieto, Ortí Belmonte o Boxoyo, Corrales Gaitán, Martín Gil o Publio Hurtado; aspecto importante del estudio de las ermitas es el ámbito geográfico (cimas de montes, junto a fuentes o ríos, etc.), del que se obtienen datos de gran interés sobre la sacralización de determinados lugares y sus posibles precedentes históricos.

Edificios en lamentable estado de conservación

Capilla de la Casa de los Arrogatos
Importante casa señorial a la que se unen distintas edificaciones destinadas a actividades agropecuarias. Encontramos datos documentales en el libro de Yerbas de 1694, donde se hace referencia a la dehesa de Arrogatos entre las propiedades del mayorazgo de don Gonzalo de Carvajal. A mediados del siglo XVIII (1753), en el Catastro de Ensenada, se incluye dehesa entre las propiedades de don Gonzalo Antonio de Carvajal; gracias a esta fuente impresa sabemos que aún no se había construido la casa.

Será el sacerdote y escritor Benito Boxoyo el que cite la casa como construida a finales del siglo XVIII por Gonzalo Antonio de Carvajal, lo que justifica la presencia del escudo de armas situado sobre la puerta, habiéndose utilizado para la misma, piedras romanas de una villa existente en la zona.

Es una magnífica casa señorial a la que se suman varias instalaciones destinadas a usos agropecuarios, tuvo gran importancia por su completa dotación de naves y servicios destinados a labores agrícolas y ganaderas en los inicios del siglo XX, tal y como aparece recogido en el Libro de Yerbas.

La casa tiene planta rectangular con dos plantas. En la fachada principal, por encima de la puerta adintelada de acceso a la vivienda hay un escudo con las armas de los Carvajal-Ulloa. En el lado meridional hay un porche con tres tramos cubiertos con bóvedas de arista sobre pilares, allí está el acceso a la capilla. Sobre este porche se construyó un salón.

En su interior se conserva una capilla, también con acceso exterior, que conserva un retablo dividido en tres cuerpos con un banco, tres compartimentos y un ático a modo de frontón, obra ecléctica del siglo XIX, con el escudo de Carvajal en el frontón.

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