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Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz sigue ayudando a los colectivos más desfavorecidos

Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz sigue ayudando a los colectivos más desfavorecidos
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En la situación actual se vuelve imprescindible la actuación de todas las entidades que trabajan con los colectivos más desfavorecidos, y en este sentido las diversas Cáritas Parroquiales están gestionando ayudas inmediatas para atender las necesidades básicas de personas mayores, solas o enfermas, a través de la realización de compras de alimentos y medicamentos que son entregados en sus domicilios, así como la atención telefónica ofreciendo acompañamiento y escucha, y también información sobre ayudas, prestaciones y servicios.

La sede de Cáritas en la vivienda social de Fundación CB ubicada en la calle San Juan de Badajoz continúa funcionando, adaptada a las medidas de confinamiento. En esta época se está atendiendo especialmente a las familias nuevas que antes no habían requerido su ayuda, que se encuentran desorientadas y necesitan apoyo. Marisol Cano nos cuenta que, en total, se está atendiendo a 823 familias nuevas, lo que supone 2.056 personas nuevas. El total de familias atendidas es de 6.189, con 15.473 personas atendidas.

¿Cómo está respondiendo Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz en estos momentos?
En especial la sede de la calle San Juan en Badajoz. Durante las primeras semanas de confinamiento el trabajo ha estado centrado principalmente en la puesta en marcha del pabellón de Las Palmeras como espacio con 60 plazas para personas sin hogar, financiado por la Junta de Extremadura y gestionado por Cáritas. Desde que está en marcha estamos contentos con su funcionamiento y con el apoyo encontrado en las diferentes Administraciones.

Los centros para personas sin hogar y las viviendas, tanto en Mérida como en Badajoz, han estado funcionando, aunque con las restricciones y medidas preventivas propias del estado de Alarma. Se está trabajando con turnos especiales y no se han hecho acogidas nuevas. A su vez, el Centro de promoción y empleo permanece cerrado desde el inicio del estado de Alarma y retomar su actividad no será fácil. Se han tenido que paralizar varios cursos de formación y se ha renunciado a otros dos cursos que estaban previstos para mayo y junio; estamos estudiando cómo atender de forma virtual a las 100 personas que ya hay en lista de espera.

Ante la situación que estamos viviendo a causas de ese virus que se ha ‘instalado’ en nuestro mundo, llenándonos de temor y recluyéndonos en nuestras casas, nos preguntamos cómo vivir este momento, cómo vivirlo desde la fe.
Desde la fe vivimos esta situación de pandemia compartiendo el dolor y el sufrimiento de tanta gente afectada. Pero hay lugar para la esperanza, pues la fe nos despierta y nos lanza a romper las losas de la indiferencia y del egoísmo que nos encierra y nos impiden ‘ser’. La fe en el Resucitado, vivida en total confianza, nos debe lanzar a salir al encuentro del hermano desvalido, por eso Cáritas no se cierra, abrimos aun más nuestras puertas con los medios de que disponemos, con todas las medidas de seguridad, lo que es también una muestra de la caridad que nace de la fe. Para vivir cualquier momento de la vida, bueno o malo, pero más esta prueba tremenda, yo siempre confío en Dios; confío en su amor infinito y en su misericordia hacia sus hijos; confío en su compañía para sobrellevar los pesos y las penas; confío en el poder de la paz y en la esperanza del Resucitado y el amor a los hermanos. Ese es mi motor.

¿Cómo se puede interpretar la situación de la pandemia mundial a la luz de la caridad?
La pandemia es una situación de oscuridad, donde la muerte y la enfermedad aparecen, los países se paran, las economías se derrumban y solo hay un futuro incierto en una terrible crisis. La caridad siempre es luz y, cuanta más oscuridad, con más intensidad tiene que brillar, más visible se tiene que hacer ante los necesitados. Es sencillamente dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, acompañar al enfermo, al solitario, al que se ha quedado en paro, al desesperado, al desahuciado. Es estar, acoger y ayudar.

Y, además, la caridad no cierra.
La caridad no puede cerrar, lo lleva implícito en su definición, ya que caridad es amor, amor con mayúsculas al prójimo. Es momento de echar los restos como se pueda, siempre al servicio de los pobres con lo que se tenga y luchando por la Justicia. Eso es buscar el Reino de los cielos en la Tierra. Tenemos un enorme compromiso de cuidar de los últimos, los desheredados, los preferidos del padre. Efectivamente la caridad no cierra, tampoco tiene puertas ni cerrojos, está abierta a cualquier hermano.

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