Baños de Montemayor es un municipio de la provincia de Cáceres localizado entre los 40°19’ de latitud norte y los 5°51’ de longitud oeste, pertenece a la comarca funcional de Plasencia. La extensión del término municipal es de 22 kilómetros cuadrados; el casco urbano está situado a 706 metros de altitud, asentado en el límite con la provincia de Salamanca, enclavado en el sur de la Sierra de Béjar, resultando un relieve muy accidentado y de fuertes pendientes. Se conserva una gran parte de la calzada romana, en dos grandes tramos situados en las entradas Norte y Sur de la población.1 El pavimento empedrado del tramo Norte, con cerca de dos kilómetros de recorrido, fue objeto de una restauración en 1973.
La denominación ‘Baños’ procede de la existencia de unas termas utilizadas en época romana, cuyas aguas sulfurosas están especialmente recomendadas para tratar las afecciones respiratorias y la artrosis; se conservan en la actualidad numerosas aras votivas a las ‘nymphae caperensis’ en acción de gracias por la curación de alguna dolencia del cuerpo, en el edificio termal del asentamiento ‘Aquae caperense’, dentro de la circunscripción territorial y administrativa de la ciudad de Cáparra.22 Se han localizado interesantes lápidas romanas, sobre todo en las excavaciones llevadas a cabo en el balneario en 1845 y 1945.3
Históricamente la localidad formó parte desde su reconquista de la comunidad de Villa y Tierra de Béjar. La calzada romana también se utilizó en el Medievo para delimitar las jurisdicciones eclesiásticas de las diócesis de Coria y Plasencia. De este modo, Baños se convierte en un pueblo fronterizo, generándose dos núcleos de población prácticamente unidos en cuanto a su realidad física, pero diferenciados administrativamente. Cada barrio pertenecía a reinos distintos, a diócesis distintas (lo que explica que hay dos centros parroquiales) y a distintos señores feudales. La parte correspondiente a la parroquia de Santa Catalina dependía del reino de Castilla y de la Diócesis de Plasencia, y era propiedad del Duque de Béjar (Zúñiga); mientras, el distrito parroquial de Santa María formaba parte del reino de León, de la Diócesis de Coria y del Señorío del Marqués de Montemayor. En el siglo XVIII, don Juan de Porras y Atienza, obispo de Coria, llevó a cabo importantes obras en la zona, entre ellas las reformas del balneario, que posteriormente fue continuado por don José González Laso, obispo de Plasencia. Con la división provincial de 1833 Baños de Montemayor se constituye municipio independiente. Finalmente, en 1959 pasó a la diócesis de Plasencia.
Entre los personajes destacados naturales de Baños está Isabel Flores de Oliva (1586-1617), más conocida como Santa Rosa de Lima, la primera santa de América, patrona de Lima y del Perú, del Nuevo Mundo (‘de todas las Américas’) y de Filipinas (entre otros). Fue hija de Gaspar Flores, nacido en Baños de Montemayor, quien, después de pasar por Puerto Rico y Panamá, llegó al Perú como soldado del Pacificador Pedro de La Gasca. Hacia 1575, cuando Gaspar Flores servía de arcabucero en la guardia del virrey Francisco de Toledo, se casó con la limeña María de Oliva Herrera, con quien tuvo 13 hijos. Su hija Isabel Flores de Oliva, futura Santa Rosa de Lima, nació en Lima en 1586. Es la primera santa que antes de ser canonizada (solo 54 años después de su muerte, en 1617) sería proclamada patrona, concretamente del Perú (1669), del Nuevo Mundo y de Filipinas (1670).
I.- Cruz en la Vía de la Plata
El tránsito de la Vía de la Plata ha marcado el devenir de este municipio del Valle del Ambroz. Este camino o vía que algunos han considerado que unía Mérida y Astorga es algo que nunca existió; es una invención hecha basándose en una falsificación decimonónica llamadas ‘Las Tablas de Barro de Astorga’, que recoge autores como Hubner, Gómez Moreno, Roldán y Morán, y que se ha explotado en los últimos años con una ruta turística. La Vía de la Plata indica un camino llano y el usado, que existe en algunos tramos de la provincia de Cáceres. Hemos de tener en cuenta un camino interior, en la parte occidental de la península, por zonas llanas, diferente del que subía en Portugal por la costa. El camino occidental, para diferenciarle del portugués, podemos considerarlo un antecedente en la I Edad del Hierro, que servía de traslado hacia el sur de los pueblos celtas, y también para subir por esa misma zona los productos tartésicos y griegos. A mitad de ese camino Augusto fundó Emérita Augusta (Mérida) con los veteranos de las guerras cántabro-astures, para controlar un amplio territorio despoblado y como punto central del que partían muchas vías que conocemos gracias al Itinerario de Antonino: la Item ab Emerita Caesaraugusta, siguiendo la zona occidental por Cáparra y Salamanca llegaba hasta Ocelo Duri en el Duero; y la Item ab Asturica Caesaraugusta, que va desde Ocelo Duri hasta Asturica. Si unimos ambas vías formamos un camino continuo desde Emerita a Asturica, algo que está implícito en el Cronicón de Hidacio, de mitad del siglo V d.C.

Apenas unos restos de calzada quedan al norte y al sur del pueblo, a la entrada y a la salida o viceversa. El camino antiguo es tortuoso y empinado, ya que Baños se encuentra enclavado en una geografía accidentada, rodeado por montañas de entre 850 y 1.200 metros de altitud. Subir supone llegar a un mirador natural único. En un tramo de la calzada romana se alza una cruz. Existe una leyenda en torno a esta cruz; aunque no se sabe muy bien por qué fue colocada en este lugar, posiblemente para orar, la historia oficial dice que es una cruz que se erigió para recordar la memoria de unos carreteros que pasaban por allí cargados de piedras y tuvieron un accidente en el que fallecieron, pero no hay documentación que pueda atestiguarlo. Sobre un basamento con tres gradas cuadrangulares se alza una robusta cruz de cantería con base cúbica y sección cuadrada con sus caras lisas, pero con los brazos rematados en bolas.
II.- Crucero en la iglesia de Santa Catalina
La iglesia de Santa Catalina es obra del siglo XV. Destacamos el sencillo arco moldurado de la puerta Sur, obra de medio punto, enmarcado por un alfiz; a ambos lados puede verse el escudo del Duque de Béjar. En la fachada lateral aún subsiste la base y la columna de un crucero del siglo XVIII; concretamente en la base puede leerse: “ANO 1732”. Es un crucero de basamento tronconónico con base cúbica y columna o fuste cuadrangular, y ha desaparecido la cruz.

III.- Crucero de la ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia
La pequeña ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia está situada a la entrada del pueblo, que cuenta además con otras dos iglesias que en su día pertenecieron a dos diócesis distintas, y también separadas por el trazado de la Vía de la Plata. Al Marqués de Montemayor pertenecía el terreno donde se asienta la parroquia de Santa María, asignada a la diócesis de Coria, y a los Duques de Béjar el de la iglesia de Santa Catalina, que hoy se usa como auditorio, bajo la dependencia de la diócesis de Plasencia.

En el atrio de la ermita se puede admirar un interesante crucero sobre escalinata cuadrangular y base cúbica donde se puede leer la siguiente inscripción muy deteriorada: “ESTA CRVZ (…) HIZO A SU COSTA”.
Tiene fuste cilíndrico monolítico, terminado en collarino y capitel dórico con cimacio y, sobre este, otro cilíndrico de vaso liso, y cruz de sección cuadrada decorada en resalte con rombos y un cuadrado en el centro. Este tipo de cruceros corresponde a los años finales del siglo XVI (1597). Una buena muestra del deterioro de nuestro patrimonio histórico-artístico. Estas cruces son, y siguen siendo, la señal de una tradición cristiana muy arraigada en nuestra cultura.