He visitado el Monasterio de Oseira. Ahí llegan muchos peregrinos en dirección a Santiago. Y ahí estuvo en los años 70 un hombre muy conocido, Graham Greene; el autor inglés escribió ahí el libro ‘Monsignor Quixote’ como parodia del Quijote de Cervantes.
Greene dedicaba el libro en 1982 a “Father Leopoldo Durán, Aurelio Verde, Octavio Victoria y Miguel Fernández”. Pero ninguno de los curas pudo hablar conmigo; el más joven tiene 77 años y me dijo: “se murieron o tienen Alzheimer, pero te voy a mostrar las fotos en blanco y negro de aquel entonces”.
Si la tendencia sigue así más monasterios se convertirán en hoteles o ruinas. En Alemania pasa lo mismo. Unas cifras: en 1999 había alrededor de 40.000 miembros de órdenes religiosas en mi país; ahora son menos de 18.000. Menos que los habitantes de San Lorenzo de El Escorial, o Lichtenfels, o Bad Schwartau.
Como punto contrario el camino francés a Santiago de Compostela está casi saturado. La Xunta calcula que en 2021 llegarán 350.000 peregrinos a la capital gallega. Las masas llegan desde 1993, cuando un político del PP, Víctor Vázquez Portomeñe, hizo publicidad del Xacobeo. Con un éxito enorme. Se publicaron libros como los de Cees Nooteboom, Shirley Maclaine y Hape Kerkeling. Los peregrinos invaden el casco viejo de Santiago. En agosto ya es insoportable, es casi cómico: los monasterios abren las puertas para la nueva generación y la Catedral de Santiago ha cerrado la puerta principal para salvar el Pórtico de la Gloria.
Año Santo dentro de dos años. Récord de visitas. ¿Y después? Quizás un colapso como en la Bolsa. Quizás con tan pocos peregrinos en el futuro como en aquel entonces, cuando Greene estuvo en Galicia.
Por cierto, si también queréis escribir un libro, en Oseira la habitación de Greene forma parte de la hospedería; es la número 14. Tiene mesa, y ducha, y un silencio impresionante.
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