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El coso de Bocairent. José Luis Rodríguez Plasencia

El coso de Bocairent. José Luis Rodríguez Plasencia
Foto: Cedida

En el extremo meridional de la Comunidad Valenciana, en la comarca de la Valle de Albaida, vertiente noroeste de Sierra Mariola, donde se erige la torre vigía de igual nombre, se ubica Bocairent (nombre oficial), que en valenciano se dice Bocairente, dictado que algunos filólogos consideran de origen romano (Bocarius), y otros del árabe Bakirén o Bekirent, con el significado de piña o colmena, como referencia al modo en que las edificaciones se ‘apiñaron’ alrededor del cerro del castillo.

Lo cierto es que cuando esta localidad pasó a formar parte de la Taifa de Denia en el siglo XI, el castillo era conocido como Bucairan, hasta que a mediados del siglo XIII pasó a formar parte del Reino de Valencia tras ser reconquistado por las tropas de Jaime I de Aragón.

En un recorrido por la ciudad bocairentina pueden apreciarse numerosos monumentos, tales como la iglesia parroquial de la Asunción, del siglo XVI; un grupo de cincuenta ventanas artificiales, las cuevas de Los Moros, que en su día tal vez se usaron como graneros fortificados; el pozo de nieve de San Blas, datado en el siglo XVII; un monasterio rupestre o convento subterráneo de monjas de clausura, del siglo XVI; o las ermitas de san Juan y de la Virgen de Agosto.

Y, entre sus calles, la ‘plaça de bous’, o plaza de toros, de tercera categoría, la más antigua de esta Comunidad, pues se inauguró los días 20, 21 y 22 de julio de 1843 con las primeras corridas de ‘toros de muerte’, aunque la afición local por los festejos taurinos se remonta a siglos atrás, pues existe un documento fechado en 1633 que recoge esta tradición.

Coso que tiene las peculiaridades, por la configuración montañosa de La Serreta, un montículo situado por aquel entonces en las proximidades del casco urbano, donde se construyó, de estar en su mayor parte tallada a pico en roca viva, circunstancia que hace que el ruedo esté más bajo que la entrada al coso, lo que permite que se pueda acceder a pata llana tanto a la puerta de arrastre como al palco presidencial, ubicado en lo más alto, y su forma, que recuerda la de un anfiteatro romano, de ahí que haya que descender las escaleras para poder acceder a las aproximadamente 4.000 localidades que la forman, de las cuales 2.500 son de sombra y el resto de sol.

Chiqueros. Foto: Cedida
Chiqueros. Foto: Cedida

En su día estuvo compuesta por seis chiqueros, un corral para el ganado, un corredor que se utilizaba de cuadra para los caballos y una enfermería. Actualmente son seis los chiqueros y, además de la enfermería con su capilla, tiene un matadero.

Pero hay que hurgar en la historia de Bocairente para conocer el origen de tan singular ruedo y, concretamente, en la relación del municipio con la piedra y la industria textil. De su correlación con la piedra hablan los monumentos excavados en ella, las centenarias covetes dels Moros, las cuevas de los moros abiertas en cantiles, el pozo de nieve de San Blas, cava de Sant Blai, o el convento subterráneo de las monjas, a los que he aludido anteriormente.

Cuevas de los Moros. Foto: Cedida
Cuevas de los Moros. Foto: Cedida

Y en lo referente a lo textil cabe señalar que tal industria estuvo muy unida a esta localidad valenciana durante siglos como principal manufactura local, circunstancia que corrobora la fama de sus mantas, paños y tejidos de lana, según se refleja en el Hombre de la Manta, escultura erigida a la entrada de la población.

Y fue precisamente la fuerte crisis que se produjo durante la primera mitad del siglo XIX en este sector (según el Diccionario Geográfico de España, en 1956 “había 958 industriales, empleados o productores de la industria textil”) la que motivó la construcción de la plaza, surgida de la propuesta que D. Manuel López Rovira, natural de Enguera, pero afincado en Bocairent, propietario de una fábrica de paños y representante del gremio textil, hiciera al alcalde local para invertir en alguna obra pública como remedio para paliar el paro que la crisis había provocado entre los bocairentinos, que tendrían así un jornal que les permitiera vivir sin tener que emigrar a otros lugares en busca de trabajo, al menos durante los dos años que se cree que durarían las obras.

Según se lee en el blog de La Sària, agencia de turismo de Benicasim, ‘175 años de plaza de toros en Bocairent (1843-2018)’, “la idea de la construcción de la plaza de toros fue recibida con entusiasmo”. Prueba de ello fue que se creó una sociedad anónima para su construcción y que en 1843 contaba ya con 77 accionistas, entre los que se encontraba el Barón de Zafra o la Compañía de Música, y que hasta 1889 la administración de la plaza estuvo en manos de los 77 accionistas originales, pero en este año se decidió que “quedasen a favor de la Junta del Santo Hospital los productos que de hoy en adelante pueda prestar dicha plaza y que se entendiera dicha Junta de administrarla por cuenta del Santo Hospital y sus productos invertidos en alimentos de los pobres enfermos”.

Al entusiasmo con que fue acogida la propuesta de la construcción se hace también referencia en ValenciaBonita.es, como demuestra el ‘Libro Cobratorio de las acciones tomadas para la construcción de una plaza de toros en Bocairente, 1843’, libro que recogió el registro de ventas de acciones, “incluso un año y pocos días después de su inauguración, hasta finales del mes de julio de 1984”, aún después de su inauguración, pasando en 1889 a manos del Santo Hospital de Beneficencia. Y añade que en estos 175 años de historia, además de servir de lanzadera a espadas noveles, han pasado por el ruedo las primeras espadas del panorama taurino de cada época, desde Rodolfo Gaona en los años 20 hasta figuras más recientes como Vicente Barrera, Chicuelo y Antoñete, pasando por José María Manzanares, Ortega Cano, los hermanos Esplá, Espartaco y El Soro, hasta figuras más recientes como Jesulín de Ubrique, Enrique Ponce o El Cordobés, pues hasta la construcción de las plazas de Alcoy o la de Villena, la de Bocairent fue una de las que tuvo más renombre en la zona. “Prueba de ello es que el famoso ‘tren Chicharra’ ofrecía servicio de trenes especiales para asistir a las corridas a finales del siglo XIX”.

Varios carteles de festejos celebrados en el coso. Foto: Cedida
Varios carteles de festejos celebrados en el coso. Foto: Cedida

Top Valencia, al referirse a los 170 años de esta histórica plaza, señala que nada tienen que ver las fiestas taurinas de entonces con lo que estamos acostumbrados actualmente. En aquella época los espectáculos los protagonizaba la aristocracia. Los nobles no corrían peligro alguno, dado que mataban al animal subidos a un caballo con una lanza. Todo comenzó a cambiar en el momento que llegó a España la Casa de Borbón. La aristocracia se fue alejando de los ruedos y ocuparon su lugar los plebeyos y auxiliadores. Poco a poco fue surgiendo el torero de a pie que hoy vemos en las corridas de toros.

El domingo 6 de mayo de 2018, a las 16.00 horas, se celebró un festival taurino con picadores por el 175º aniversario de la plaza. Los cinco novillos-toros eran de la ganadería de D. Fernando Peña, de Calero (sic) y Chozas, Toledo. Actuaron el rejoneador Andrés Céspedes González, conocido como Andy Cartagena, sobrino del también rejoneador Ginés Cartagena, y los diestros Cayetano Rivera Ordóñez, López Simón, Ramón y Rocío Romero.

En la actualidad el coso, además de seguir acogiendo corridas, se ha convertido en uno de los principales escenarios culturales de la localidad. La calidad de su acústica la convierte en el escenario ideal para conciertos, representaciones teatrales o deportivas o la proclamación de las fiestas estivales en honor a San Agustín.

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