Seguro que muchos de vosotros, al escuchar esta expresión, estáis pensando en la curiosidad sobre qué podría ser de nuestra vida si dejáramos aquello que tenemos, todo lo que nos hace sentir seguros, cómodos, hasta infranqueables.
Nada de lo que tenemos, nada de lo que somos, y nada de lo que hemos conseguido, a pesar del camino recorrido y del esfuerzo que nos ha costado, nos asegura estar a salvo; la vida está llena de contratiempos, y en definitiva somos nosotros los que debemos determinar si lo que tenemos y la comodidad en la que nos sentimos relativamente satisfechos nos está aportando la tranquilidad que necesitamos.
En la mayoría de las ocasiones esto sucede porque lo que tenemos lo manejamos bien, con el aliciente adicional de que nos ha costado mucho esfuerzo conseguirlo y del tiempo transcurrido para ello, pero esto nunca debe ser suficiente si más allá del umbral de lo que conocemos existen otras grandes posibilidades.
Mi propia experiencia se ha teñido de muchos colores, me ha creado ansiedades, incertidumbres, buenos y malos momentos, inseguridades, aciertos y errores; pero estoy segura de que no volvería nunca a la casilla de salida, porque la experiencia del salto para conocer nuevas experiencias implica necesariamente empezar a descubrir una realidad amplia y abierta de posibilidades que, en el lugar del que provengo, nunca podría conocer.
Sencillamente siento lo mismo que tantas personas que supieron cerrar una puerta a la confortabilidad y abrirla a la incertidumbre, que se transforma en la experiencia de la oportunidad, del conocimiento de tus talentos y fortalezas, que de otra manera, estancados en el entorno del confort, no podríamos descubrir nunca.
Por eso, si hay miedo a saltar al vacío, producido por el hecho de que lo único conocido es lo certero, debemos saltar a pesar de la incertidumbre, algo para lo que no estamos educados.
Además, quienes ya han decidido dar ese salto, para conocer otras posibilidades y conocerse mejor a sí mismos, deben esperar con los brazos abiertos todas aquellas oportunidades que se pueden presentar, puesto que pasarán el umbral de sus propias inseguridades y limitaciones, y no hay mayor grandeza que tener la osadía de cruzar ese horizonte, porque ya no hay marcha atrás.
Por ello animo a emprender esta aventura, y comenzar a entender que lo que tenemos no es seguro ni certero. La vida nos está esperando con muchas más posibilidades.