Todos queríamos que por fin acabase el estado de Alarma, pensando que volveríamos a la normalidad recuperando hábitos perdidos, la vida social y laboral, pero la realidad es que la vida nunca volverá a ser igual.
El paso del coronavirus ha dejado mucha huella por lo que hemos perdido, ya sea amigos, familiares, el trabajo, la vivienda… además de acarrear sentimientos de ansiedad, angustia, miedo e incertidumbre ante una amenaza invisible que no sabemos si se erradicará al lograr encontrar una vacuna o si volverá un rebrote, que podría ser incluso más devastador.
La realidad es que estos meses nos han servido para valorar lo que hemos perdido y apreciar lo que tenemos, disfrutando los momentos y valorando con quién pasarlos. Todo esto nos ha dado madurez mental, emocional y física, nos ha hecho más fuertes soportando situaciones muy difíciles, ya sea por la soledad, el aislamiento o no poder salir a la calle.
Nos hemos convertido en personas más resilientes ante las adversidades, lo cual hace que seamos más prudentes ante el contacto con los demás, y que utilicemos las mascarillas, el gel hidroalcoholico y la distancia de seguridad para no contagiarnos.
Sin embargo, también hay personas que no hacen mucho caso a las autoridades en cuanto a las normas de prevención ante la Covid-19, siendo el problema principal el contagio, por lo que hay que protegerse mucho.
La situación actual ha provocado que se acentúen miedos ya existentes en personas con tendencia a la hipocondría, a la ansiedad, o a la fobia social; pero también han surgido nuevos temores, como a la interacción con otras personas, al contagio, a un repunte, a salir de casa (conocido como el síndrome de la cabaña), a lo desconocido, a la falta de información, al futuro laboral y social e incluso sobre cómo puede cambiar nuestra forma de relacionarnos.
Es importante saber identificar estos temores, y que los normalicemos para afrontarlos de la mejor manera posible. Si en alguna ocasión te paralizas coge aire y respira poco a poco.
También es aconsejable rebatir tus pensamientos e ideas negativas y sustituirlos por otros más positivos; expresar tus miedos, verbalizarlos, puede ayudar, así como utilizar técnicas de relajación y respiración.
Otra preocupación se centra en las nuevas formas de relacionarnos y comunicarnos con los demás minimizando el contacto físico. Ante este temor debes potenciar la empatía, enfatizar e incrementar el uso de la palabra. No confundas distancia física con distancia emocional. Pon mucha calidad a tu comunicación con imaginación, iniciativa y creatividad. Aprovecha esta etapa para fomentar la paciencia.
Por último, no renuncies a dar tu opinión, pero hazlo con asertividad y respeto. Afronta esta etapa como una oportunidad para conocernos mejor, apostando por relaciones sociales y personales de calidad.
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