Saloua Raouda nació Beirut en 1916, aunque emigró con sus padres a Irak. Siempre tuvo un talento natural para el dibujo. Su interés por las ciencias y las matemáticas influyó profundamente en su arte. Fascinada por los aspectos calculables de la creación, creó esculturas intrincadas que, a menudo, tenían sorprendentes parecidos con sus pinturas de varios años antes, como si estuviera sacando sus cuadros del lienzo y llevándolos a la tercera dimensión.
Los viajes que realizó influyeron en su producción artística. Su interés por la expresión abstracta aumentó durante un viaje a El Cairo en 1943, donde quedó impresionada por la sofisticación y la interconexión de líneas y formas en los diseños y la arquitectura islámica. En 1948 viajó a París para estudiar escultura, litografía y técnicas del fresco, y fue aclamada por su poder y originalidad.
Sus pinturas destacan por su alegría y su sensación de energía condensada. Pero Saloua es más conocida como escultora, ya que adoptó todo tipo de medios en sus obras. A veces emplea la ayuda de talleres locales, pero en gran medida ella misma talla y moldea sus intrincadas esculturas. Las más famosas son las hechas de piezas entrelazadas que se pueden desmontar y reordenar, como en un poema sufí. Pocas veces nombraba sus obras y rara vez las firmaba, pero siempre eran expresión de un pensamiento específico y deliberado.
Ante el rápido crecimiento de la industria tecnológica buscó refugio en el arte islámico y descubrió que le permitía desarrollar su amor por el arte y la arquitectura. La combinación de elementos arquitectónicos e islámicos se convirtió en el centro de su producción artística. Sus esculturas son precisas y geométricas. Y su geometría se basa en las proporciones del círculo.
Su trabajo ha sido considerado uno de los mejores ejemplos del espíritu de abstracción característico del arte visual árabe, completamente desconectado de la observación de la naturaleza e inspirado en el arte geométrico árabe.
Mostró un talento artístico precoz. Sin embargo, mirando retrospectivamente su carrera, parece estar constantemente en el lugar y en el momento equivocados. No es que fuera una desconocida, sino que estaba esperando recibir el tipo de reconocimiento del que disfrutaron tantos artistas masculinos antes que ella.
Saloua Raouda Choucair, una mujer cuya sed de aprendizaje, cuya práctica artística y cuyo amor por la vida nunca pudieron ser sofocados.