Continuamos con el linaje de los Barrantes, asentado en Alcántara, concretamente con el capitán Alonso Barrantes Maldonado (1538-+1607).
“…que se debe procurar viniendo en rompimiento hazer la fuerça prinçipal por mar porque tomados Caxcais a la boca del Taxo y Oporto a la boca de Duero está tomado aquel reyno de Portugal y quitadas todas sus esperanças, pues de camino las galeras pueden tomar los puertos del Algarbe con poca dificultad, los quales todos sabe muy bien don Álvaro de Baçán, y Setúbal y Aveiro harto mal será sin no están a devoçión de vuestra merçed, los demás tienen poca rresistençia”.
El día 23 de ese mes de abril escribe Alonso Barrantes ofreciendo la sumisión del alcaide de la fortaleza de Segura don Juan Fernández, quien la entregaría a cambio de la concesión vitalicia de la tenencia a su hija Francisca Calvo. Pero este asunto se fue enfriando, como así se lo transmitió el referido alcaide a Alonso Barrantes cuando acudió, invitado a comer, a casa de este, lo que comunicó el 17 de mayo.
Todos estos servicios no se vieron recompensados, y ordenada la constitución de una compañía que desde Alcántara fuera a servir al rey, fue nombrado por capitán de ella Francisco Palomeque.
Alonso Barrantes, el 10 de mayo, expresa el agravio que se hacía a su persona y a la de su hermano Francisco Barrantes, que por decisión del concejo de Alcántara había adiestrado soldados a su costa, y ahora se le entregaba la capitanía a quien nunca había luchado por el rey, habiéndolo hecho él en Italia, en África, en Francia y en el mar.
Alonso envía a su hermano Garci Barrantes ante el rey a suplicar su reconsideración en este nombramiento: “En cunplimiento de lo que vuestra merzed a mandado por sus cartas, yo he tenido mi compañía junta la he exerçitado por mi mano y de Don Françisco Barrantes, mi hermano, que es muy bizarro soldado, y de otros oficiales, y he gastado en proveerla y entretenerla muchos ducados. Agora ay orden de que se acuda con esta gente o a vuestra merçed a a duque de Albuquerque, al que primero llegare a pedirla, y su magestad a proveído capitán para ella y que nunca le a servido ni sido soldado”.
Mientras tanto, la fortaleza de Segura ha sido tomada por un soldado africano, hecho que transmite Alonso Barrantes el 26 de mayo, y desde Badajoz el rey le ordena el 10 de junio que entretenga el asunto hasta que el ejército entre en Portugal. El 21 de julio informa de la concesión de licencia a dos vecinos de La Zarza para que no sean alistados. Concluida felizmente para el rey la ocupación del reino luso, Alonso Barrantes Maldonado le expuso los servicios que él había prestado en el pasado y los 3.000 ducados que había gastado de su hacienda en la pacificación de Portugal, así como que su abuelo materno sirvió al rey don Manuel I en la India, en cuya consideración solicita el 4 de junio de 1583 que le ofrezca seguir sirviéndole como capitán de la compañía de caballos de Marbella o como corregidor de Cádiz, recompensándole los gastos con una encomienda en Portugal. Antes de llegar Alonso Barrantes ante el rey en El Escorial, se le respondió con un “se verá”.
Ninguna de las pretensiones llegó a buen término, como tampoco fue victoriosa la siguiente vez que el capitán Alonso Barrantes Maldonado tuviera ocasión de servir al rey Felipe II. Fue con motivo del envío de la Armada Invencible a Inglaterra. Convocado por don Álvaro de Bazán para que fuera desde Alcántara a Lisboa para embarcarse, desde esta ciudad, el 4 de marzo de 1588, encarecía al monarca que si algo le pasase no olvide a la mujer y a los ocho hijos que dejaba en Alcántara: “Al rey nuestro Señor ensu nombre. El marqués de Santa Cruz, a quién Dios de gloria me hizo baxar a Lisboa de Alcántara donde tengo mi casa, y me dixo que vuestra magestad mandaua que yo siruese en la jornada con una compañía que estaua vaca de que me dió patente. Y auiendo 31 años que yo auia començado a seruir y [e] seruido en diferentes ocasiones, en ésta voy alegremente y confio alegremente y confio en Dios hazer a uestra magestad particulares seruiçios y boluer a Hespaña alegre y victorioso. Yo dexo a mí muger con ocho hijos e hijas que de ella tengo sin otro de mi mocedad que sigue la Iglesia. Y les dexo la mi hazienda de que coman y mayor en el amparo de vuestra magestad a quien suplico que, si Dios dispusiere de mí, vuestra magestad no oluide aquella familia y su muger de este su fiel uasallo, prinçipalmente que es muger que tiene ualor y meresçimiento como podrá informarse vuestra Magestad de don Juan Idiáquez que nos conoçe. Guarde Dios a vuestra Magestad con la feliçidad y prósperos sucçesos que a menester la Christiandad. De Lisboa, a 4 de março de 1588. Alonso Barrantes Maldonado [rubricado]”.
Meses antes de partir con la Armada Invencible el capitán Alonso Barrantes y sus hermanos tuvieron que resolver la demanda que Pedro Caldera les interpuso solicitándoles los 6.864 ducados que desde Cochín, en Indias Orientales de Portugal, había enviado a Pedro Barrantes Maldonado por escritura de 26 de noviembre de 1576 para que se los guardase hasta que volviese de aquellas lejanas tierras, y que Alonso había firmado obligación en Lisboa a 4 de febrero de 1578, cobradera la primera letra de cambio en la feria de Octubre de Medina del Campo.
Retornado Pedro Caldera, y habiendo fallecido Pedro Barrantes Maldonado, reclamó el dinero a sus herederos en atención a las cláusulas testamentarias que al respecto había dejado el difunto a sus hijos. Caldera retornó a Lisboa en 1584, desde donde avisó a los hermanos Barrantes de su llegada y de su intención de recuperar el dinero. Al principio de 1586 se personó en Alcántara, no queriendo Alonso Barrantes darles señas sobre las cláusulas del testamento de su padre, por lo que recurrió a la Santa Sede para que mediante paulina se averiguase el paradero del testamento de Pedro Barrantes Maldonado.
De esta manera, se incorporó el testamento a un proceso judicial que dilatarían los hermanos Barrantes renunciando a sus regimiento perpetuos, Alonso en Juan Daza Braceros y Francisco en Diego Roco Braceros (recuperaría Alonso el regimiento el 21 de septiembre de 1592). Finalmente, por auto de 4 de septiembre de 1587, los hermanos de Alonso, García y Francisco Barrantes Maldonado y su cuñado Francisco de Rivamartín debían entregar a Caldera 3.500 ducados los primeros y 600 el segundo, conforme al dinero que les depositó Pedro Barrantes Maldonado del recibido de Pedro Caldera.
Años después de esto, en la mañana del 4 de febrero de 1591 Alonso Barrantes y Pedro Caldera tuvieron un altercado en la vía pública. Según su declaración, estaba en la plaza con el licenciado Perero y causa del mucho aire se recogieron en las casas del ayuntamiento, donde vio que Francisco de Aguilar le mostraba al licenciado Tostado un interrogatorio que Pedro Caldera había prestado ante la audiencia eclesiástica de Coria. Alonso le solicitó insistentemente que se lo dejasen ver, y tras ceder el letrado, comenzó a leer cómo Pedro Caldera testificaba que su padre Pedro Barrantes Maldonado, ya difunto, y él se habían quedado con 6.000 ducados que le pertenecían, lo que le indignó grandemente. En ese instante, llegó Pedro Caldera a las puestas de consistorio, abordándole Alonso Barrantes para recriminarle que bien que sabía que su padre les dejó en herencia la obligación de darles los dineros cuando él volviese de la India y lo reclamase, y que con efecto se lo habían entregado tanto él como sus hermanos, de lo que tenían cartas de pago de 13 de noviembre de 1587. Siguiendo el testimonio de Alonso, Pedro Caldera echó mano a la espada y él le recordó por tres veces que era alcalde de la Hermandad y que se lo pensase. Persistiendo Caldera, se interpuso el clérigo de Brozas Andrés Julián para que no llegara a más el desencuentro. Refiere el capitán Alonso que por la noche el propio Caldera u otro por él habían disparado un arcabuz contra su casa y puesto un libelo difamatorio contra él.
Fuentes:
López de Zuazo y Algar, José María; Martín Nieto, Dionisio A.; Martín Nieto, Serafín; Miranda Díaz, José María. ‘Noticias de Alcántara. La Villa de Alcántara en tiempos de Pedro Barrantes Maldonado’. ISBN: 9788492473670. Editorial: Institución Cultural El Brocense. 2010. Cáceres.