El término ‘baja visión’ comenzó a ser utilizado en la década de los años 60 del siglo XX, y en España en los años 80. En épocas anteriores se asombraban que las personas con resto de visión muy baja podrían ver, leer y realizar trabajos que requerían el uso de la visión.
Cabe decir que las personas con resto de visión han estado siempre a la sombra de la evolución histórica de la discapacidad dividida en tres modelos: prescindencia o marginación, médico o rehabilitador, y social.
El modelo de prescindencia es de orden religioso. Se tenía la creencia que la causa origen de la discapacidad era castigo de los dioses. En la época griega se cometía infanticidio porque las personas con discapacidad eran consideradas innecesarias. Las personas ciegas tenían cierta consideración como profetas, poetas o músicos y su modo de subsistencia dependía de su capacidad de entretener.
Por entonces las personas con resto de visión eran los miopes. Miopía procede del griego y significa ‘corto de vista’. Estos individuos se dedicaban a los trabajos manuales, a la artesanía y a todo aquello que no requiriera la visión como principal percepción.
A partir de la Edad Media la característica principal fue la marginación y como consecuencia la exclusión social. Por entonces las personas con discapacidad eran tratadas como objetos de caridad. Para subsistir dependían del ejercicio de la mendicidad y la caridad ajena, además eran el centro de la diversión y burlas.
En esta época las personas con resto visual continuaban en talleres donde confeccionaban objetos de uso doméstico. Y se desligaban de los ciegos porque eran considerados mendigos y tema habitual de burla.
Con el paso del tiempo aparece el modelo médico o rehabilitador, donde las causas que originan la discapacidad no son religiosas sino científicas, y es cuando se habla de salud o enfermedad. Las personas con discapacidad no son consideradas inútiles o innecesarias y pueden aportar a la sociedad en la medida que sean rehabilitadas. Es un modelo paternalista porque se protege a las personas con discapacidad y el medio principal de subsistencia es la asistencia social. Asimismo, se generaliza la práctica de la educación en régimen de internado.
La situación de las personas con baja visión durante esos años es parecida a la de épocas anteriores, desempeñan idénticos oficios y profesiones. No obstante, poco a poco van siendo menos rentables pues la artesanía tiende a desaparecer por la industrialización. Al mismo tiempo, los niños y niñas con resto de visión eran incluidos en colegios de niños ciegos. Se consideraba que usar la poca visión les perjudicaba y les educaban como a ciegos. Los únicos métodos didácticos aplicados estaban dedicados a la percepción táctil y auditiva y no tenían acceso a la lectura de textos.
El último modelo, el social, considera que las raíces del problema son las limitaciones de la propia sociedad al no prestar los servicios adecuados. Aparece la expresión “personas con diversidad funcional” para evitar la connotación negativa del término “discapacidad”. Es en este modelo donde las personas con discapacidad dependen de su propio trabajo y aportan a la sociedad como el resto de ciudadanos, para ello se centra en la eliminación de cualquier tipo de barrera.
Sin embargo, la situación de las personas con baja visión cambia con la llegada de la industria y las tecnologías de la información y la comunicación. En este sentido mientras que las barreras que impiden el acceso al entorno a las personas con discapacidad son eliminadas, las de tipo visual no sólo no son tenidas en cuenta, sino que se magnifican. Al mismo tiempo los que ven un poco se esfuerzan en disimular su déficit visual y evitar ser objeto de burlas. Cabe agregar que algunos intentan realzar su existencia para ser reconocidas por el resto de los ciudadanos como personas con limitaciones y que les presten su ayuda cuando la necesitan.
Como puede observarse las personas con discapacidad han experimentado una evolución social que va de un periodo sombrío y de supervivencia a otro de asistencia y paternalismo para terminar en una situación donde se busca su normalización. Por el contrario, las personas con baja visión se encuentran en un retroceso, desde la normalización hasta una situación con barreras de tipo visual que les dificulta el acceso al entorno, por lo tanto su participación en la sociedad se ve mermada. Para las personas con discapacidad visual este modelo social es la involución.