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Involución positiva

Involución positiva
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¿Evolucionar es mejorar? Ante la obviedad de la pregunta y su inmediata respuesta, surge una reflexión que debemos tener en consideración: ¿Hasta qué punto el vertiginoso avance y la imparable evolución que estamos viviendo está afectando a la esencia de la vida humana?

¿No es la tecnología, en muchas ocasiones, un arma de doble filo y nos separa de nuestro entorno más natural y cercano? ¿No nos estamos mal acostumbrando a tener una respuesta siempre válida, rápida y complaciente a nuestras inquietudes y deseos?

Es una realidad innegable que el ser humano ha conseguido grandes logros científicos y tecnológicos: vacunas que curan enfermedades mortales hasta hace poco, comunicaciones cada vez más rápidas y con mayor cobertura, y un largo etcétera; pero, como todo, hay que saber digerir y gestionar los cambios que producen los avances, y es ahí, en ciertos aspectos, donde puede ser que la especie humana esté involucionando a un mundo cada vez más individualista y con menor empatía.

Al mantener menos relaciones sociales directas perdemos la capacidad de comprender las emociones y los sentimientos de los demás; no hay más que ver a los niños y adolescentes de nuestro entorno, que no socializan de la misma manera que lo hacían sus padres, y que en gran parte suele ser a través de redes sociales, juegos online, etc. Esto se traduce en un individuo que tiende a ser más egocéntrico y a un desmembramiento de los valores más profundos que identifican al ser humano.

Por eso se plantea la siguiente cuestión: ¿No sería necesario en ciertos aspectos evolutivos, una ‘involución positiva’, para que el ser humano se reencuentre con sus verdaderas raíces y valores? Tenemos más que presentes las grandes diferencias sociales y económicas que gobiernan nuestro planeta: el hambre, las guerras, la explotación, la miseria, la desigualdad, enfermedades mortales que están sufriendo millones de seres humanos en países no desarrollados y que son anecdóticas en otras latitudes…

Todos sabemos que hay recursos suficientes para resolver la mayoría de las causas de sufrimiento en el mundo; sin embargo, no lo hacemos. La COP27, la Conferencia por el cambio climático de Naciones Unidas, concluyó sin apenas compromisos y sin avances significativos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. ¿De qué sirve todo el progreso tecnológico si cada vez hay más gente sufriendo? Habrá que confiar en que esta situación se revierta más pronto que tarde, y que sepamos evolucionar de una manera positiva.

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