Extremeño de Villanueva de la Serena, José Luis Vallejo es el fundador y presidente de Sngular. Bajo su liderazgo, Sngular ha pasado de ser una empresa de desarrollo de software a medida a una compañía internacional que ofrece una amplia variedad de soluciones tecnológicas. Fiel a su propia experiencia multidisciplinar y a la vocación de la compañía de colaborar con otros, a José Luis Vallejo le gusta referirse a Sngular no como una compañía, sino como un ecosistema de innovación.
A su carrera como ingeniero de Telecomunicaciones e ingeniero Biomédico se une su éxito como emprendedor, con proyectos como BuyVIP, que acabó adquiriendo Amazon, o Medianet, el germen de lo que hoy es Sngular, que acaba de salir a Bolsa como una etapa más de su imparable crecimiento.
Nacido en Villanueva de la Serena, lleva tiempo afincado en Madrid. ¿Cómo recuerda su niñez y juventud en Extremadura?
Estuve en Villanueva hasta los 18 años. Recuerdo una infancia feliz, con mi familia, con mis dos hermanos, que siguen viviendo en Villanueva, con buenos amigos que sigo manteniendo, y con veranos muy largos.
¿Cuándo surgió su interés por la tecnología para estudiar una ingeniería?
Desde que un amigo me enseñó su ordenador Spectrum me puse muy pesado con mis padres, y sacrifiqué viajes de fin de curso y otros regalos para que me compraran un Commodore64. El verano de 1983 dormí muy poco, y no fue por salir con los amigos. En 1984 decía que quería estudiar Informática. En 1985 pensé que la Informática la podría aprender en casa pero quería saber también de electrónica y comunicaciones. ‘Teleco’ en 1986 solo se podía estudiar en Madrid, Barcelona y Vigo, y conseguí que me admitieran en Madrid con la segunda mejor nota de la Selectividad de entonces.
Continuó su formación en el IESE de Navarra y en la Singularity University de Silicon Valley. ¿Era el camino elegido para desarrollar una trayectoria profesional ya decidida, o ese proceso le ayudó a decidir a qué se quería dedicar?
Durante la carrera estudié varias especialidades y muchas asignaturas opcionales extra porque me gustaban todas. Al terminar la carrera, en 1992, pensaba que como ingeniero tenía que trabajar en una empresa donde resolver problemas complicados. Trabajé cinco años por cuenta ajena en dos empresas pequeñas. Desde 1995 ya era también autónomo por las tardes y tenía varios trabajos con diferentes socios. Fueron los inicios de lo que hoy es mi empresa. El crecimiento de mi propia empresa me llevó a necesitar estudios complementarios a los de un ingeniero. Me empezó a interesar también la economía, las finanzas, el marketing, los recursos humanos… y en 2005 estudié en el IESE. Todos los demás estudios posteriores han sido por hobby pero con el tiempo se han terminado convirtiendo también en negocios que además se han ido mezclando unos con otros.
Es ingeniero de telecomunicaciones y también ingeniero biomédico. ¿Qué tienen en común estas disciplinas para haberse interesado por ambas?
En 2011, con 43 años, me matriculé en un máster de dos años de Ingeniería biomédica porque veía que, 20 años después de terminar ‘Teleco’ no solo podía actualizar muchos de los conocimientos de ingeniería sino que, además, gracias al avance de la ciencia en este tiempo, podía aplicarlos a objetivos mucho más relevantes. Las Matemáticas que en los 90 permitían meter varias señales de audio o de vídeo en un mismo cable permiten ahora reconstruir imágenes tridimensionales como las de una resonancia magnética. Las técnicas litográficas y de nanoestructuras que valían para construir circuitos basados en semiconductores ahora permiten diseñar pequeños laboratorios biológicos miniaturizados.
¿Se considera un visionario por el éxito de su proyecto inicial, la consultora tecnológica Medianet, o por haber desarrollado BuyVIP, uno de los primeros clubes privados de compra online de Europa que acabó adquiriendo Amazon?
No soy ningún visionario, creo que pienso de manera bastante lógica, que trabajo duro en todo lo que me pongo, entre otras cosas porque odio la mediocridad y soy el más exigente conmigo mismo. Pero sí creo que una de mis mayores habilidades ha sido siempre ser capaz de atraer gente muy buena de otros perfiles y complementarme con ella. Me encanta aprender de la gente que es muy buena en lo suyo y se me da bien hacer buenos equipos.
Pasados los años Medianet y el entorno de empresas que fueron surgiendo a su alrededor se convierte en Sngular. ¿Cómo fue esa evolución y en qué se diferencia de su idea inicial?
Primero Medianet, con un foco muy concreto en servicios de IT (Tecnologías de la Información) y luego Sngular (un ecosistema de empresas y de alianzas con actividades mucho más diversas) son una evolución natural de una idea constante, entender que las empresas de este siglo se diferencian por la capacidad de atraer y poder desarrollar el talento. En nuestro caso, talento técnico.
Para ello hay que estar dispuesto a cambiar y adaptarse rápido, a probar y a arriesgar, a confiar y dejar que gran parte de la estrategia y de las prioridades de la empresa vengan propuestas por el propio equipo. Hay que pensar a largo plazo y esforzarse en construir relaciones personales positivas con el equipo y con los clientes. Incluso quien parece que es tu competencia puede ser en realidad tu complemento.
Acaba de calificar a Sngular como un ecosistema. Además de una metáfora adecuada en estos tiempos de concienciación climática, ¿podría ser una fórmula exportable a otras empresas para crecer sin perder la especialización?
En Sngular tenemos una cultura fuerte basada en unos valores sólidos de respeto y cuidado de las personas, y eso fomenta la estabilidad a largo plazo, favorece la mezcla, la cohesión, y también permite bastante flexibilidad para adaptar la empresa a las personas y no al contrario. También tenemos equipos en Sngular especialistas en tecnologías o capacidades diferentes, con distintos públicos objetivo (empresas grandes, o pequeñas, o de diferentes sectores, o particulares), con diferentes modelos de negocio (venta de servicios de desarrollo software, formación, eventos, gestión de carreras profesionales de técnicos), con personalidades distintas (no es lo mismo el equipo de ingenieros de administración de servicios cloud que el equipo de creativos que desarrollan videojuegos). Todos estos ‘teams’ funcionan como miniempresas, tienen su CEO particular, tienen autonomía en su gestión diaria, una forma de vender que puede variar, pero todas ellas se sienten parte de una empresa global, Sngular, y se ayudan y complementan convencidos de que en ese entorno colaborativo todos ganamos, nos reforzamos, nos complementamos, nos protegemos.
Además de estos ‘teams’, que son 100% de Sngular, muchas veces colaboramos con otras empresas, o montamos joint ventures con clientes, o invertimos en startups y les ayudamos a desarrollarse, o creamos eventos de comunidad para compartir conocimiento y surgen proyectos comunes; entra, sale gente, vuelve, se trae cosas nuevas, se mezcla con lo que ya tenemos… y algunas personas empezaron a hablar del ecosistema Sngular, donde todo se terminaba mezclando y ayudando. Nuestra actitud de apertura, de colaboración, de mezcla, viene motivada por el conocimiento de que es así únicamente como podremos abordar proyectos, retos, objetivos cada vez más relevantes.
De hecho Sngular es más que una gran compañía de servicios a empresas. Háblenos de SngularTeamlabs, en el que ha involucrado a José Manuel Calderón.
Una de nuestras seis unidades de negocio está centrada en los nuevos modelos de aprendizaje. Desde hace dos años somos socios de TeamLabs, empresa que desarrolla varios grados universitarios de liderazgo en emprendimiento e innovación.
Como resultado de la mezcla de Sngular y de Teamlabs estamos comenzando diferentes actividades para proporcionar experiencias y entornos de aprendizaje que combinan la metodología ‘learning by doing’ de Teamlabs con las capacidades tecnológicas de Sngular. Para reforzar este ingrediente de objetivo y mentalidad de equipo, tenemos el lujo de contar con José Manuel Calderón, que aprovecha su amplísima trayectoria de deportista de élite, con 14 años en la NBA, y participa como socio en este proyecto.
Y no olvidamos la faceta social del proyecto, con colaboraciones como la más reciente con la Fundación HazloPosible.
Tengo el honor de formar parte del Patronato de la Fundación Hazlo Posible, que es una fundación que ayuda a miles de oenegés. Yo intento que el colectivo de técnicos que hay dentro y alrededor de Sngular, pueda ayudar con tecnología a muchos de los buenos propósitos de algunas de estas entidades. Este año estuve visitando Ghana con uno de sus proyectos y estamos viendo cómo impulsar algunas de sus iniciativas gracias a nuestras capacidades. También soy uno de los fundadores y mecenas de la Fundación Ayuda Efectiva, que maximiza el impacto social de muchas donaciones.
Sngular colabora frecuentemente con distintas oenegés, como Aldeas Infantiles, y asociaciones de todo tipo, como varias enfocadas en la sensibilización de colectivos de niñas y de mujeres acerca de las posibilidades de la tecnología. No solo se trata de ayudar con lo que uno puede, y de dar a los colectivos más desfavorecidos de la sociedad mucho de lo que hemos recibido; se trata también de la responsabilidad de saber que podemos aportar algo que para otros puede ser muy valioso y que para nosotros es solo parte de nuestro tiempo, dinero o conocimientos, o simplemente nuestra capacidad de alinear iniciativas y conectar a personas para que unan fuerzas.
Un paso más de Sngular ha sido su reciente salida a Bolsa. ¿Qué le ofrece a los inversores?
Nuestra empresa crece de manera sostenida y a buen ritmo desde hace tiempo y tenemos expectativas de que siga siendo así en el futuro. Además, no dejamos de lanzar iniciativas, de diversificar modelos de negocios, de abrir en nuevos países. Hasta ahora todo este crecimiento se ha autofinanciado con nuestros resultados, pero el ritmo cada vez más acelerado de crecimiento nos obligaba a buscar nuevas fórmulas de financiación. La salida a bolsa, después de una primera ampliación de capital del 10% abierta a distintos tipos de inversores, era por tanto el paso lógico para nosotros. Pensamos que es una buena oportunidad para inversores que apuesten a largo plazo y que compartan con nosotros la visión no solo de que la tecnología es hoy un sector en alza, habilitador de la transformación del resto de sectores, sino también que son las empresas centradas en las personas, como nosotros, las que mejor dispondremos de las capacidades para aplicar dichas tecnologías y aprovechar el crecimiento de todo este sector en los próximos años. Confiamos en mantener nuestro crecimiento superior al 20% anual y que eso se convierta en buenos retornos económicos para nuestros inversores.
¿Qué recorrido augura a Sngular en los próximos años?
Extrapolando nuestra evolución histórica y analizando las tendencias actuales pensamos que podríamos duplicar nuestro tamaño en unos tres o cuatro años. Pero sobre todo, más que medir la evolución de Sngular en tamaño, creo que la verdadera evolución vendrá de la capacidad de abordar proyectos cada vez más ambiciosos, más transformadores, que combinen mayor número de disciplinas, que generen más impacto en todos los sectores.
Hace tres años no teníamos nuestra Agencia de Talento (Manfred), ni habíamos iniciado actividades en el área de la formación y el aprendizaje (UxerSchool, Teamlabs); tampoco estábamos en Singapur ni en Emiratos Árabes, y hace un año no pensábamos que terminaríamos 2021 habiendo montado una productora audiovisual con un programa como UNIQ, de gente ‘famosa y singular’ a la que entrevista nuestro Advisor José Manuel Calderón, quien tampoco estaba con nosotros hace dos años.
Cuando sincronizamos las visiones que tenemos a cinco años algunos de los miembros del equipo directivo de Sngular proponen ideas cada vez más diversas, pero comparten una base común que no me canso de repetir, la combinación del talento, la tecnología y una nueva estructura organizativa más humana para construir empresas que realmente sean sostenibles en este siglo.
Son habituales los cursos en los que se estudian ‘casos de éxito’ de emprendedores y startups de todo tipo. ¿Existe realmente la fórmula mágica para triunfar en el mundo empresarial?
No es tanto una fórmula como una forma de hacer las cosas. Lo complicado es que cada empresa tiene retos todos los días que ponen en peligro su viabilidad, su estabilidad, su rentabilidad, su diferenciación, su ventaja. Podría enumerar un par de docenas de situaciones por las que he visto pasarlo mal, o desaparecer, otras compañías a mi alrededor y con las que he pensado “uy, eso podría habernos pasado, o podría pasarnos algún día, a nosotros”. Simplemente uno debe estar alerta, adelantarse a los problemas, trabajar todo lo posible por ir a las causas y no a los efectos, ser paciente y pensar a largo plazo, arriesgar y conservar a partes iguales, y también tener buena suerte, que a veces es simplemente no tener mala suerte.
En el mundo anglosajón está muy instaurada la filosofía del ‘fracaso positivo’. ¿Es un lastre en España el miedo a quedar marcado por un proyecto empresarial fallido?
Yo he invertido en emprendedores que han fracasado anteriormente, pero no porque ya vengan con fracasos acumulados sino porque he creído en su idea, proyecto o equipo y, adicionalmente, he comprobado que estos emprendedores se habían curtido y habían aprovechado la experiencia de fracasos anteriores.
También he huido, corriendo, de presentaciones de startups, cuando el emprendedor, que previamente había fracasado en algún proyecto anterior, era de esos cabezotas o que siempre encuentran una explicación de su mala suerte, o que siempre tienen explicaciones de todos los factores externos que hicieron que sus proyectos no funcionaran pero que no sacaron ninguna conclusión de si hubo algo que ellos debían haber previsto o evitado.
No es un tema anglosajón o latino, creo que hay que buscar gente con capacidad, con ilusión, con compromiso y sobre todo con mucha paciencia y sentido común.
Sus proyectos llevan muchos años creando riqueza en Extremadura a través del empleo y de su trabajo. ¿Qué le falta a la región para reducir la brecha con las regiones más prósperas de España?
Siempre nos ha faltado masa crítica, ese tamaño mínimo que comienza a generar un efecto gravitatorio en torno a un tipo de capacidades, ‘know how’, recursos, y que con ello termina generando ventajas competitivas. Parece que en estos últimos años se están alineando muchas tendencias de medio plazo que podrían suponer una buena oportunidad y un buen impulso para nuestra región, como energía, medio ambiente, ubicuidad de los servicios más demandados…
Pero para aprovechar bien estos próximos años debemos pensar más en buscar clientes fuera de Extremadura, y si es posible en cualquier parte del mundo. Debemos acostumbrarnos a unir fuerzas para construir empresas más grandes, que puedan exportar, innovar, generar algún ‘know how’ diferencial.
En el sector de la tecnología la materia prima son las personas listas, capaces, motivadas, con iniciativa, a las que les gusta afrontar retos cada vez mayores. Por eso nos va bien en Extremadura y esperamos seguir aportando nuestro grano de arena, no solo en la creación de empleo, sino también en ayudar a ese cambio de mentalidad con mayor ambición para nuestras empresas extremeñas.