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La Caixa publica un informe sobre soledad y aislamiento social

La Caixa publica un informe sobre soledad y aislamiento social
Foto: José Manuel de Laá
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Javier Yanguas, Amaya Cilvetti y Cristina Segura. Programa de personas mayores de La Caixa

Un estudio de La Caixa muestra que tanto la percepción de soledad (en su dimensión emocional) como el riesgo de aislamiento social (la falta de amigos) afectan a una de cuatro personas adultas en nuestro país. Si se combinan ambos aspectos, un 43,6% de los participantes en el estudio se encontraban en riesgo de aislamiento social o bien se sentían solos.

Tanto la dimensión subjetiva de la soledad (sentirse solo) como la exclusión de la relaciones sociales (aislamiento social) son circunstancias que afectan a numerosas personas adultas y, especialmente, a los hombres mayores de 65 años.

Prevenir e intervenir es clave para reducir su presencia y evitar las consecuencias negativas, que van más allá del ámbito psicológico teniendo también implicaciones sociales y de salud pública.

La soledad no afecta por igual a todos los estratos de la población. Tanto los sentimientos de soledad como el aislamiento social crecen con la edad, sobre todo entre las personas mayores jubiladas, y suele ser más frecuente en hombres que en mujeres. Son también fenómenos más presentes entre las personas con menor nivel de estudios.

Cada vez hay más personas que viven solas, y también tiende a aumentar la cifra de quienes sienten soledad o no tienen con quien relacionarse. Según el Instituto Nacional de Estadística en España un cuarto de la población vive en hogares unipersonales. Por otro lado, Eurostat y Eurofound muestran la percepción subjetiva de un 2,2% de las personas que piensan que no tienen a nadie con quien hablar, mientras que el 3,1% consideran que no pueden pedir ayuda a nadie y el 6% declaran abiertamente sentirse solos.

La soledad, por tanto, es una percepción y no debe confundirse con vivir solo y sin red de relaciones; esta última situación se denomina aislamiento social. En ocasiones el aislamiento es consecuencia de causas objetivas como no tener contacto con otras personas, pero también puede darse aunque no existan dichas razones: alguien puede vivir acompañado y sentirse solo, o, por el contrario, vivir solo y no sentirse así.

El aislamiento social se refiere a la falta de contacto o tamaño de la red social, que puede cuantificarse objetivamente (por ejemplo, personas que viven solas), mientras que la soledad se define subjetivamente como una experiencia dolorosa vivida en la ausencia de relaciones sociales, de sentimientos de pertenencia o en una sensación de aislamiento.

El riesgo de aislamiento social, ya sea de la red de amistad o la red familiar, es generalmente mayor entre los hombres, entre las personas con menor nivel educativo y va aumentando con la edad. La falta de red de amistad es especialmente preocupante a partir de los 65 años, edad que coincide con la jubilación. Más de un cuarto de los mayores de entre 65 y 79 años están aislados de la red de amigos y son casi la mitad entre los mayores de 80 años.

El aislamiento de la red de amistad es mayor que el aislamiento de la red familiar (23,3% y 13,3%). En otras palabras, la familia está más presente que las amistades y protege más del riesgo de aislamiento social a lo largo de la vida.

Si bien es cierto que la vejez es la etapa del ciclo vital en la que más inciden la soledad y el aislamiento, ambos fenómenos también están presentes en edades intermedias del ciclo vital. En torno a un 30% de las personas de 40 a 65 años experimenta aislamiento social y más del 35% sufre soledad emocional. Teniendo en cuenta que ese es el momento del ciclo vital en el que estamos más ocupados y desempeñamos roles sociales que nos vinculan a otras personas (paternidad, trabajo…), se abre un panorama pesimista sobre la evolución de los niveles de soledad de esas personas cuando se hagan mayores.

La soledad y el aislamiento social pueden existir en todos los momentos del ciclo vital, pero con la edad se reduce la red social, al mismo tiempo que aumenta el sentimiento de soledad y de aislamiento. Por eso las personas mayores son el colectivo más vulnerable y el que más necesita intervenciones para que puedan tener contactos sociales frecuentes y, sobre todo, de mayor calidad.

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