La ermita de Valbón, en el término municipal de la localidad cacereña de Valencia de Alcántara, ha sido incluida en el Inventario del Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura, en virtud de resolución de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura.
En diciembre de 2018 el Grupo de Arqueología y Defensa del Patrimonio de Valencia de Alcántara presentó la solicitud para su inclusión en el citado Inventario.
Casi dos años después la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura incoó el expediente para la inclusión en el Inventario del Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura, que ahora ha sido ratificado por la Consejería.
Según indica la propia resolución, parece que Valbón procede del portugués, significando ‘Valle bueno’. Las referencias más antiguas que se conocen datan de los primeros años del siglo XVI, aunque sus orígenes históricos deben buscarse, al menos, en el siglo XV. Cabe reseñar, en este sentido, un documento de 1622 que menciona el hallazgo milagroso de la Virgen de Valbón en dicho paraje, lo que entroncaría con la aparición de tantas imágenes marianas que la tradición popular relaciona con la Reconquista de estos territorios en el siglo XIII. La primera cita constructiva es de 1517, cuando se estaban ejecutando el portal de bóveda de la ermita y el coro.
Destaca el alto valor paisajístico de la ermita, visible desde buena parte del término municipal de Valencia de Alcántara. Al promontorio sólo se puede acceder a pie, a través de una calzada que se conserva, aunque en mal estado, en la vertiente norte, o bien por una estrecha senda existente en la cara sur.
La ermita propiamente dicha presenta una superficie aproximada de 250 metros cuadrados, con planta rectangular y orientación nordeste-suroeste. Exteriormente, la fábrica es de piezas de sillería bien escuadradas, dispuestas sobre un zócalo de 1,5 metros de altura. El edificio se refuerza con diversos contrafuertes, en las esquinas, dos en el lateral sur y uno en la cara norte. Caños labrados daban salida al agua de lluvia recogida en la cubierta. El modelo resulta sobrio, de escasos y estrechos vanos, en forma de aspillera, con aristas destacadas y rotundamente volumétrico, lo que otorga al edificio un marcado carácter defensivo.
