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La pandemia omitida. Los supervivientes de la poliomielitis. María Ángeles Cruz Martín

La pandemia omitida. Los supervivientes de la poliomielitis. María Ángeles Cruz Martín
Cartel de la concentración en Madrid celebrada por afectados en 2018. Foto: Cedida
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¿Qué es la poliomielitis? ¿Alguien la estudia en medicina o enfermería? ¿Queda algún niño o niña con polio? ¿Cómo le ha afectado en su día a día? ¿Alguien sabe la causa de que se infectaran? ¿Cómo es su vida ahora?

Alguien puede pensar que eso ya es pasado, que está presente solo en países como Siria, Afganistán, etc., zonas de conflicto, pero está también está en Europa, en España, en los cuerpos de aquellos niños y niñas, hoy adultos, que luchan contra un gigante, el olvido.

La pandemia fue mundial pero España tardó ocho años en poner las vacunas masivamente respecto al resto de los países, por varias razones. España empezaba a ser, a finales de los años 50 y primeros de los 60, un país incipiente en turismo, razón por la que se ignoró la pandemia, se silenció aunque ya había miles de contagiados.

En un primer momento se puso a los hijos de grupos políticos que apoyaban el régimen, luego se comercializó a un coste muy elevado para clases sociales más desfavorecidas y después se pusieron en algunas zonas sin guardar la cadena de frío más elemental. Como resultado de ello hospitales desbordados, falta de pulmones de acero, precursores de los respiradores actuales, entre 2.000 y 3.000 niños murieron y más de 45.000 afectados del polivirus paralítico.

En la actualidad seguimos invisibles. En el área sanitaria los actuales neurólogos no lo estudian en la carrera, ni la poliomielitis, ni el síndrome postpolio, reconocido por la OMS en 2009. Desconocen la índole de la enfermedad, pruebas médicas a practicar, ni estudios para ralentizar sus efectos; ya no hablamos de su curación, ni rehabilitación permanente.

Es una enfermedad neurodegenerativa que internacionalmente es reconocida por su virulencia y por su evolución, pero en España se ignora ya a sus contagiados.

La Unión Europea, en su diario de sesiones, reconoce: “Por desgracia, los supervivientes de la polio están viendo mermada ahora su capacidad para participar plenamente en la sociedad y sobre todo en el lugar de trabajo. Al menos el 70% de los supervivientes de la polio paralítica y el 40% de los supervivientes de la polio no paralítica están desarrollando secuelas postpoliomielíticas, los llamados ‘efectos tardíos de la polio’; se trata de síntomas inesperados y a menudo muy discapacitantes: fatiga crónica, espasmos, dolores musculares y en articulaciones, debilidad muscular, insomnio o alteraciones del sueño, mayor sensibilidad a la anestesia, al frío y al calor, dificultades para tragar y respiratorias, fibromialgia, depresión, irritabilidad, falta de memoria, neuralgias, que pueden manifestarse 35 años después del ataque del virus de la polio”.

En el área social hay una falta de accesibilidad para nuestra movilidad reducida; en el área económica precisamos una gratuidad en prótesis, sillas de ruedas para un colectivo que no ha podido desarrollar su vida profesional con normalidad, y otros ni tan siquiera pudieron incorporarse al mundo laboral, por lo tanto de bajo nivel adquisitivo.

En el acceso a pensiones o incapacidades, el hecho causante, la poliomielitis, fue anterior a la vida laboral, por lo que es tratada de distinta manera, de difícil acceso.

¿Y si les dijéramos que ahora vuelve? Se han dado 49 casos en 2015 de un virus similar, su nombre D68, que puede dejar cuadripléjico, según investigadores de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Anlis-Malbrán en Estados Unidos? ¿Pensaríamos que es pasado?

Los supervivientes de la polio llevamos toda una vida dando muestras de nuestra generosidad con el pasado, con nuestra lucha por tener una vida ‘normal’, pero ahora necesitamos el apoyo que nunca nos dieron. Ya no nos queda mucho tiempo, ni mucha energía; precisamos reclamar el derecho a ser tratados con dignidad, sin tener que peregrinar por los servicios médicos, necesitamos unidades especializadas y multidisciplinares, centros base que sepan valorar nuestro grado de discapacidad, aunque sea después de 50 años; en resumen, un poco de justicia y que se no se omita que hubo otra pandemia en el siglo XX, la nuestra.

Todos los 24 de octubre oímos que se celebra el Día de la poliomielitis, pero nosotros podemos aseguraros que no tenemos nada que celebrar. Queremos justicia.

María Ángeles Cruz Martín

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