José Luis Cuevas fue pintor, escritor y político. Formó parte de una generación de artistas que se manifestaron en contra de la expresión del arte basado en programas políticos enfocados en alimentar ideas nacionalistas; por ello es considerado una de las principales figuras de la ‘Generación de la Ruptura’ y uno de los más destacados representantes del neo-figurativismo mexicano.
Con solo 7 años dio muestras de ser un prodigio del dibujo al ganar un concurso de la Secretaría de Educación Pública, en el que se pintó a sí mismo como un niño obrero. Con 10 años fue inscrito en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado ‘La Esmeralda’, pero la abandonó por enfermar de fiebre reumática. Pasó dos años en cama dedicado por completo a dibujar y a leer, y prácticamente tuvo una formación autodidacta.
Tuvo una personalidad rebelde y desarrolló una gran habilidad para trazar lo más tenebroso del sufrimiento humano. Ambos aspectos lo convirtieron en uno de los más aclamados artistas mexicanos en las décadas de 1950 y 1960. Desnuda las almas de sus personajes con un dibujo y línea de gran ferocidad gestual, retratando la degradación humana que encontró en el mundo de hospitales y prostíbulos; sus modelos fueron la prostituta, el pordiosero, el loco y el enfermo, que forman parte de esa realidad que otros ignoran, la historia marginal, oculta y peligrosa, donde participan los cuerpos deformes, enanos, obesos y mutilados. Su intención es mostrar la angustia y la soledad del hombre.
José Luis Cuevas ofrecía una visión existencialista de la condición humana, que daba por sentada la desesperanza: “Me aburre la alegría y odio la felicidad cuando alguna vez creo entreverla en la expresión humana”.
Su aporte fundamental es haber redescubierto la gráfica en un sentido tal que exploró todo, desde la serigrafía, la litografía, el grabado, hasta el azúcar; todas las técnicas posibles; y publicó durante casi 25 años la columna ‘Cuevario’ en el diario mexicano ‘Excélsior’, en la que relataba momentos de su vida personal.
Pero si algo caracterizó a José Luis Cuevas es que fue auténtico. Era presumido, arrogante, vanidoso; él lo decía y no le importaba, porque sabía quién era y lo que consiguió.
La originalidad de los mundos que dibuja inspiró al Premio Nobel de Literatura Octavio Paz a dedicarle el poema ‘Totalidad y fragmento’, incluido en el libro ‘Los privilegios de la vista II’, en el cual dice: “José Luis dibuja/ en cada hoja de cada hora/ una risa/ como un aullido/ desde el fondo del tiempo/ desde el fondo del niño/ cada día José Luis dibuja nuestra herida”.
‘La Residencia de Estudiantes’ (1997) la realiza a partir de los recuerdos que conserva de los relatos de Madrid de Luis Buñuel.