El vicepresidente de la Asociación de Cetreros de Extremadura, el cetrero y veterinario Pedro Gómez Ruíz, ha presentado ante la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura el expediente para el reconocimiento de la cetrería como Bien de Interés Cultural de Extremadura.

En el expediente se define la cetrería como un arte tradicional e incluso ancestral cinegético, que utiliza aves rapaces para cazar. De hecho, cuando se extendió el uso de armas de fuego en la caza la cetrería ya tenía más de 3.000 años de historia.

Numerosos estudios han destacado esta modalidad como la más sostenible de las que se practican actualmente. Por ejemplo, los halconeros que cazan por altanería se dan por satisfechos si consiguen cobrar una sola pieza en toda una jornada de caza. Incluso es posible, en muchas ocasiones, sacar viva la pieza de las garras al ave rapaz y devolverla a la naturaleza.

La cetrería se practica en más de 70 países y su alto nivel de exigencia la ha convertido también en la más minoritaria de las modalidades de caza. El escritor Miguel Delibes la definió como “la única forma vocacional de esclavitud elegida por el hombre”. Y es que para sus practicantes es una forma de vida que les ocupa gran parte de las horas del día, todos los días del año.

Extremadura mantiene una notable relación histórica con la cetrería; de ella caben destacar poemas medievales del Reino Aftasí, tratados de cetrería del siglo XVI, y otras muchas manifestaciones que demuestran una interacción singular entre la región y la cetrería, así como una práctica mantenida y desarrollada a lo largo del tiempo.

En Extremadura la modalidad cada vez cuenta con más aficionados, y no son pocos los que, al iniciarse en esta práctica, abandonan la caza con armas de fuego. Fue una práctica hermética y restringida en el pasado y ahora se abre cada vez más a la sociedad por medio de certámenes como el Campeonato de Extremadura de Altanería y Bajo Vuelo, celebrado anualmente en Llerena.

La cetrería fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2010, con el apoyo de 23 países, incluida España. Además, ya ha sido reconocida como Bien de Interés Cultural en Castilla La Mancha y Castilla y León.

La cetrería ha estado a punto de desaparecer tanto por su elevado nivel de exigencia como por la fragilidad de las propias aves de presa. La cría en cautividad de estas aves ha permitido tanto la supervivencia de muchas especies de rapaces, al repoblar poblaciones amenazadas, como la propia supervivencia de la cetrería.

Gracias a la intervención de destacados cetreros con sus técnicas, instrumentos y conocimientos se han recuperado rapaces en peligro crítico de extinción como el cóndor de California, el águila harpía o el quebrantahuesos, destacando especialmente los halcones peregrinos en Estados Unidos.

La solicitud de declaración de la cetrería como Bien de Interés Cultural se sostiene en valores atemporales y compensaciones inmateriales, como la paciencia, la tenacidad, la constancia, el esfuerzo, el afán de superación, o la capacidad para observar y resolver situaciones adversas con ingenio. También la capacidad para asumir y revertir errores propios, la generosidad, la empatía, la observación o el buen juicio.

También se sostiene en su reconocimiento como modalidad cinegética respetuosa con la naturaleza, acervo cultural vivo y tradición histórica que se traslada de generación en generación. Aporta importantes valores intangibles a la sociedad moderna en ámbitos muy variados, como la conservación de las aves de presa en peligro, o la seguridad en la aviación por la prevención de colisiones en aeropuertos; sin olvidar su aporte a disciplinas académicas como la ornitología y la biología, a la ciencia veterinaria y a los cimientos de la psicología del aprendizaje.