Siguiendo con la onomástica lusitana, traemos a colación en estas líneas otro de esos nombres olvidados por la Historia tras la romanización y el subsiguiente proceso de cristianización de los pueblos que habitaron la Península Ibérica en la antigüedad. Me refiero al antropónimo Duatio, que tiene también su versión femenina, Duatia.

Este nombre, desde luego, es de origen lusitano, pues los testimonios epigráficos documentados se reparten desigualmente por los territorios de la antigua provincia romana de Lusitania.

Las inscripciones relativas a este antropónimo se hallaron en una estrecha franja comprendida entre los ríos Tajo y Duero a ambos lados de la frontera actual hispano portuguesa.

La parte española corresponde a las provincias de Salamanca y Cáceres, provincia esta última que cuenta con los testimonios más numerosos, procedentes tres ejemplares de Coria, aunque dos de ellos son dudosos; y uno de Cuacos de Yuste. Al sur del Tajo solo se documenta un caso, procedente de la localidad cacereña de Aliseda.

Al otro lado de la frontera, en la parte portuguesa, los testimonios epigráficos se reparten entre los distritos de Guarda, Portalegre, Castelo Branco y Coímbra.

En cualquier caso, los ejemplares de este antropónimo que han llegado hasta nosotros son muy escasos y su número no sobrepasa la docena.

Los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre la etimología del nombre y, aunque las interpretaciones siguen abiertas, la opinión más extendida es su posible relación con el numeral dos. Por el momento es el único nombre lusitano conocido con este radical, aunque existen otros con la forma ‘Daut–’, como Dautio y Dautaio, que muy bien pudieran estar relacionados con nuestro antropónimo.

Como testimonio traemos aquí un ejemplar grabado sobre una bella estela funeraria procedente de la localidad cacereña de Coria. Corresponde al epitafio de Lancio conmemorado por un tal Boucaro, que dice ser hijo de Duatio. Desconocemos la relación entre ambos individuos, pero debió de ser muy estrecha, pues el difunto dejó constancia en su testamento que el hijo de Duatio le erigiera el monumento.

El epitafio en cuestión es un ejemplo de la riqueza onomástica de la zona de la antigua ‘Caurium’ (la actual Coria) que se nos ha conservado en la epigrafía romana de la zona. Solo en esta inscripción se documentan cuatro nombres tan propios del lugar como Lancio, Tancino, Boucaro o el mismo Duatio.