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Monsanto, vivir entre moles de granito. Grada 169. Juan Antonio Narro

Monsanto, vivir entre moles de granito. Grada 169. Juan Antonio Narro
Foto: Wikipedia. Rafael Tello
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Sobre un paisaje rocoso, granítico y escarpado, emerge este pequeño pueblo portugués, cercano a la frontera española, considerado uno de los más bonitos del país.

Esta aldea histórica, asentada en la ladera de una montaña, situada en el distrito de Castelo Branco, es una perfecta simbiosis entre lo que la naturaleza ofrece (a través de grandes moles de piedra graníticas) y el trabajo de sus habitantes, a lo largo de los siglos, para hacer de este paraje un lugar habitable.

Si a todo ello le unimos la historia (por aquí pasaron, entre otros, romanos, visigodos y árabes), sus leyendas, la envidiable situación estratégica o la sensación de no haber pasado el tiempo por estas calles desde la Edad Media, podremos entender que estamos en un escenario muy especial. Digno de ser visitado con la tranquilidad que exige su singularidad.

La iglesia matriz de San Salvador, la iglesia de la Misericordia, la capilla de San Antonio, el castillo (en su mayor parte derruido debido a la explosión en el siglo XIX del polvorín que albergaba) y sus murallas o la torre del reloj (coronada por un gallo de plata), por citar algunas, son obras de arquitectura que veremos mientras pateamos estas calles en las que, por obvias razones, recomiendo llevar calzado cómodo.

El granito como base de construcción, como razón de ser del pueblo. Bien sea trabajando esas piedras para levantar estos edificios o utilizando esas moles como paredes, resguardo o techo.

Calles empinadas, empedradas y angostas crean un laberíntico trazado urbano, a veces de difícil explicación, que va serpenteando esta loma hasta llegar a su punto más alto. Desde aquí, se aprecian, y se disfrutan, para ser más exacto, unas espectaculares panorámicas, divisando muchos kilómetros a la redonda, del valle que a sus pies se extiende.

No son de extrañar algunos de los calificativos con los que en nuestro país vecino se refieren a Monsanto: “uno de los pueblos más bonitos de Portugal”, “la aldea más portuguesa de Portugal”.

Desde luego, es un icono de la región, fuera de las rutas turísticas más conocidas, que merece ser tenido en cuenta.

Es la Portugal más interior, rural, deshabitada y humilde, pero a la vez puede presumir de mantener intacto su indiscutible atractivo, sin las contaminaciones del turismo masivo moderno. Con su encanto, con su particularidad, con su personalidad, sin dejarse influenciar. Un Portugal puro.

Toca ahora descansar y pensar en la experiencia vivida en este escarpado pueblo. Nada mejor que relajarse en las cercanas termas de Monfortinho. Todo un lujo de día.

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