El paraje de Los Barruecos en Malpartida de Cáceres, declarado monumento natural por la Junta de Extremadura en 1996, acoge numerosos testimonios arqueológicos de los pueblos que, desde el Neolítico hasta la época romana, pasando por el Calcolítico y la Edad del Bronce, habitaron en el entorno de sus grandes bolos graníticos.
Al sur de las Peñas del Tesoro aflora una impresionante masa granítica de la que se han desgajado grandes masas de roca que el tiempo y los agentes atmosféricos han ido redondeando, trazando estrechos y sinuosos senderos entre ellos. En uno de estos bolos, al que hemos llamado ‘Peña del Sol’, se ubica un altar rupestre similar al hallado en el Prado de Lácara que veíamos en un artículo anterior.
El bolo donde se encuentra el altar no destaca del conjunto ni por su forma ni por su tamaño, pero su disposición en el lugar y su utilización como espacio sacro desde tiempos muy remotos le otorgan una posición central. Ascendiendo por el lado norte en dirección este hay una rampa trazada hasta media altura, de donde parte una escalinata formada por dos líneas de entalles circulares dispuestos en zigzag. A través de ellos se asciende a la plataforma superior, de forma amesetada, de unos cuatro metros de longitud, con una suave pendiente que desde el sureste desciende hacia el norte. En la zona más elevada, en el extremo sur del bolo, hay una pequeña pileta ovalada, posiblemente de origen natural, pero que presenta huellas de desbaste artificial. La elección de esta roca como altar no es casual, pues en dirección al saliente, a pocos metros del altar, se levantan dos grandes bolos separados por una estrecha hendidura por la que penetra el sol naciente durante los equinoccios, inundando con sus rayos el espacio ritual.
Estas características parecen indicar una función compleja de la Peña del Sol, pues a su carácter de espacio donde se llevaban a cabo ceremonias de sacrificios se añade su función de observatorio augural y lugar de adivinación y para determinar el calendario y las fiestas.
Como decíamos, numerosos son los vestigios del poblamiento de la zona: cimientos de cabañas circulares y otros elementos de cultura material, como cerámicas neolíticas, calcolíticas y de inicios del Campaniforme, además de abundante material lítico, pinturas rupestres, etc.
La cronología de las pinturas esquemáticas, relacionadas con el poblamiento detectado en Los Barruecos, apunta hacia el Calcolítico Inicial; es decir, principios o mediados del III milenio a.C., fechas a las que se podría remontar la actividad del altar rupestre de la Peña del Sol, perviviendo hasta las primeras fases del Hierro Pleno o incluso hasta época romana.