Nos ha dejado Rosa Morena, nuestra Rosa de Badajoz. Te recordaremos siempre con tu sonrisa, tu amabilidad y tu gran corazón.
Hace seis años Manuela Otilia Pulgarín, nuestra Rosa Morena, fue portada de la revista Grada. Fue un auténtico placer hacerle esa entrevista en la que no solo nos abrió su casa, también su corazón y toda su vida. Una casa que era más que eso, un auténtico museo. Mientras nos contestaba a las distintas preguntas se iba acordando de anécdotas y nos iba enseñando sus vestidos, sus gorros, sus fotos… Recuerdos de una vida dedicada a su gran pasión, la música, como solo ella sabía cantar, con todo el arte del mundo y muy sexy. Una precursora de la época de los años 70, cuando representaba la imagen sexy del flamenco-pop español.
“La música es mi vida, es lo más grande, nunca he podido estar sin música, sin radio, sin tener a mi lado un pianista o una guitarra flamenca para cantar. La música ha sido mi vida y lo sigue siendo, aunque el cáncer que me diagnosticaron en 1987 me apartó de ese mundo. Por una parte rompió mi vida, pero por otra me la dio porque lo pude vencer, aunque lo pasé muy mal porque fue un golpe muy duro no poder volver a cantar; podría haberlo hecho, pero prefería que la gente que me conocía recordara cómo cantaba antes, y no como lo podría haber hecho tras quitarme un pulmón y el 20% del otro, sin tener la misma fuerza y sin poder rendir en el escenario de la misma manera. Preferí retirarme, sufriendo muchísimo, como nadie se puede imaginar al cantar desde niña en los escenarios y de pronto no poder volver a hacerlo”, nos contestó cuando le preguntamos “¿Qué es la música para Rosa Morena?”.
“Mi vida han sido los escenarios, discos, comidas, cenas, shows, ensayos… A veces no sabía ni dónde estaba, por ejemplo inauguré el primer Burger King de España, en Madrid, y no me acordaba, lo sé porque me lo han dicho después. De aquella época conservo el primer premio que me dieron en Badajoz, el de los críticos de Nueva York y otros muchos más; fotos como la que me hizo Ibáñez, que me tuvo un año puesta en su escaparate en la Gran Vía cuando estaba recién llegada de América, un carboncillo de Quique Herrero, un dibujo de Mingote… Tengo de todo y me gustaría que esas fotos y esos premios estuvieran en un museo para que mi gente los disfrutara; ¿para qué quiero todo eso si soy soltera y no tengo hijos? Tengo una vida tan amplia para contar que estaría tres días y no terminaría; ahora es como si estuviese viviendo de nuevo”.
Nunca se sintió reconocida en su tierra y aspiraba a ganar algún día una Medalla de Extremadura que ya no podrá recoger en vida. “Me tuvieron como guardada en un baúl, a pesar de que me movía de un lado a otro dando ideas, hasta que hace unos meses recibí el premio de la revista Grada por mi trayectoria, que ha sido cuando la gente ha comenzado a saber realmente que estoy aquí”, nos dijo con orgullo en aquella entrevista.

Al recoger el galardón, la gran intérprete, que nada tuvo nunca que envidiar a otras artistas contemporáneas quizá más ‘mediáticas’, afirmó que Extremadura “entera” estaba en todos los lugares que ha visitado, porque trabajaba y llevaba su tierra en el corazón; a petición del presentador de aquella gala, Manolo HH, recitó y posteriormente cantó a capela unos versos de una de sus canciones más conocidas, ‘Badajoz la tierra mía’, dedicada a su ciudad natal.
Estuvo viviendo en Madrid hasta que el Ayuntamiento de Badajoz puso en 2007 su nombre a una calle por la zona de la carretera de Corte de Peleas; entonces fijó su residencia en la capital pacense donde se la podía ver paseando por las calles del centro con su eterna trenza y casi siempre con sombrero.
Badajoz ha perdido una artista y una gran embajadora de su tierra, pero nos quedará su recuerdo para siempre.