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Sentimiento castúo. Poesías & vivencias desde el exilio. Grada 155. Alicia Morán

Sentimiento castúo. Poesías & vivencias desde el exilio. Grada 155. Alicia Morán
Foto: Cedida
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Soy Alicia Morán, una extremeña que como tantos otros decidió dejar la Dehesa y empezar a sembrar semillas personales y profesionales en nuevos territorios. El Erasmus en Italia fue el primer paso de esta gran carrera, que posteriormente me impulsó a descubrir nuevas inquietudes y a querer aprender del mundo en sus distintos idiomas, culturas, identidades y paisajes.

Tras graduarme en ADE y Derecho la Universidad de Extremadura, hacer un Master en Comercio Exterior en Sevilla y trabajar posteriormente en varias empresas, decidí mudarme hace cuatro años a Berlín.

No sé por qué, pese a venirme a trabajar de lo mismo que venía haciendo en España, proyecté en esta ciudad que podría acercarme a mi creatividad, la cual antes no había tenido la oportunidad de explorar. Dicen que cada ciudad tiene su alma o esencia, y quizás ya por aquel entonces vi que Berlín era un ‘creativadero’ de almas en busca de misiones y ansiosas de experiencias.

Fue entonces, en ese momento en el que trabajaba como ‘business developer’ en una startup berlinesa, cuando comencé a sentir una gran crisis vocacional. No me importaba hacer lo que estaba haciendo, pero me preguntaba: ¿para esto he venido al mundo? ¿qué pasa con mi creatividad? ¿estoy dando lo mejor de mí en este trabajo?

En medio de todas estas preguntas decidí tomar otro tipo de Erasmus, esta vez dirigido a mi interior; el mundo exterior me había enseñado que existían miles de posibilidades de ser y encarar esta vida, pero que ahora necesitaba detenerme y buscar dentro de mí cuáles de todas esas potencialidades quería yo habitar, dónde quería posicionarme. En este camino encontré en la poesía un gran refugio donde canalizar todas estas incertezas. Aún recuerdo cómo escribía mis primeros versos protegida por la pantalla del ordenador de la empresa.

Tras batallar con mis mundos interiores (el que me decía que tenía que ser coherente con lo que venía haciendo, y el que me impulsaba a indagar en horizontes desconocidos), decidí dejar ese trabajo y tirarme al vacío.

Mientras empezaba a pagar el alquiler con otro tipo de trabajos que no me hacían replantearme mi vocación con su etiqueta, ya que tan solo me servían para tener algo de ingresos mientras debatía, probaba y jugaba con nuevas disciplinas, me surgió una gran necesidad. La poesía me estaba siendo un envase muy acertado de expresión que quería seguir desarrollando o, al menos, compartir, pero yo solo podía escribir en mi lengua materna y me quería quedar en Berlín a vivir. ¿Cómo combinaría estos dos deseos?

En Berlín había encontrado que había algunos eventos de poesía, pero eran en librerías o espacios que daban más respeto para una persona como yo, que no se autoproclamaba poeta. ¿Cómo puedo entonces compartir esto, en un ambiente más informal?

En ese momento mi necesidad se transformó en un proyecto con nombre y apellido, y era noviembre de 2018 cuando en la escena underground hispanohablante se empezó a hablar de los encuentros hispanopoéticos. Espacios de micrófono abierto en bares o jardines comunales, cuando el buen tiempo lo permitía, donde se aceptaba cualquier tipo de texto y de lector, pues tenían una premisa muy clara: todos tenemos un poeta interior. Cada evento, igualmente, venía acompañado de una palabra, con la idea de que, además de que este concepto sirviera como disparador de los textos que iban a compartir, reflejara las distintas interpretaciones que las palabras crean en cada uno. ¿Es acaso la pertenencia lo mismo para ti que para mí?

Después, a estos encuentros de micrófono abierto se le sumaron laboratorios de escritura creativa, donde se analizaban las palabras propuestas y creábamos textos a partir de ellas y sus diversas interpretaciones en un ritual colectivo de escritura. Y así fue como muchos de los participantes como yo, que nunca se habían atrevido a compartir sus textos en público (a veces incluso los textos eran listas de la compra), empezaron a sentirse cómodos y a empoderarse en esta expresión.

En mi caso, toda la fuerza que me habían dado las personas que había venido a estos eventos se tradujo en la publicación de mi primer poemario, que tuve la oportunidad de hacer con Cuatro Hojas, una hermosa editorial extremeña.

A raíz de ahí empecé a sentir que habitaba mi misión y que estaba más encaminada en mi propósito de vida. Entendí que necesito expresarme, pero también fomentar que las personas indaguen en su interior y lo hagan.

Muchos se preguntarán cómo se vive solo de hacer eventos de poesía. Y yo les respondería que lo importante es ir creándose una propia fórmula de equilibrio vital. Una ecuación donde las cosas que amemos hacer también tengan su sitio en esta balanza. En mi caso decidí hacerme autónoma y combinar esa pasión que es la que alimenta mi creatividad (aunque también formo parte de una compañía de teatro que me da mucha energía) con otros proyectos más vinculados al desarrollo comercial de empresas, mientras aplico a fondos, sigo desarrollando nuevas ideas, estoy abierta a aprender nuevas cosas y confío en la expansión de mis sueños.

Sentimiento castúo. Foto: Cedida
Sentimiento castúo. Foto: Cedida

¿Y ahora, esto de sentimiento castúo que es? ‘Sentimiento castúo. Poesías y vivencias desde el exilio’ es una oportunidad que me ha concedido la revista Grada de poder crear una plataforma que dé acceso a las historias de otros extremeños que dejaron su tierra en busca de nuevas aventuras o proyecciones.

“Tierra de conquistadores, no nos quedan más cojones”, ese mantra del Robert que cantamos todos a veces con unas cervezas de más, es una realidad. Algunos nos fuimos por la adrenalina del viaje, pero otros marcharon porque sentían que sus aspiraciones no tenían hueco en esta humilde tierra, o porque su imposición o vocación laboral les obligó a hacer las maletas. Seguramente también habrá un par de románticos que se fueron persiguiendo el calor del amor. Pero sea cual sea la razón, todas merecen ser contadas.

Las dos provincias más grandes por extensión de España y solo albergan un millón de habitantes. Algo pasó para que se creara este desierto. Y está bien que nos guste comunicarnos con las cigüeñas, los cerdos o las encinas, pero ¿dónde quedan las historias de los que se fueron?

‘Sentimiento castúo’ pretende ser un acercamiento de estas personas a su tierra, un espacio donde, además de compartir sus vivencias, también pueda sentirse como una especie de refugio virtual donde pertenecer.

Pero no solo eso, como fomentadora del autoconocimiento y expresión artística, y sobre todo habiendo encontrado en la poesía una forma de sentir el exilio menos pesado, esta plataforma también invita a ‘los que se marcharon’ a que puedan compartir poemas, ficciones, cuentos o canciones; que puedan expresar la ambigüedad de los mundos a los que pertenecen desde un enfoque más poético.

Estoy curiosa de ver que seguramente habrá un denominador común entre la forma de expresión de los que nacieron abrazados por el sentimiento castúo. Pues la tierra que nos vio crecer, por muy lejos que vayamos, siempre nos pertenecerá cual inconsciente colectivo.

Cada mes compartiré con vosotros pensamientos, reflexiones, y poesías sobre diferentes temas que me atraviesan como inmigrante en tierras ajenas, temas que espero sean de inspiración. Además, invitaré a un extremeño en cada edición a que nos comparta sus andanzas, vivencias y poesías.

Por eso esta primera edición es una invitación a todos aquellos que tengan algo que contar. Los esperamos. Cada historia es única. Cada poema también.

Y ahora, os comparto una primera poesía de mi poemario ‘La búsqueda’. Una poesía que habla de mi lucha interna habitando el rol de migrante.

Idas y venidas

Regresé
como antes solía hacer.
Volvía, palpaba, contemplaba,
veía mis orígenes
en el espejo de mi alma.

Regresé
como no me gustaba hacer,
huir de nuevo de las raíces,
con la razón,
con la que lo hice ayer.

Regresé
para volver a volver,
para sentir que mi familia
aún me ve crecer.

Daba vueltas
entre aviones baratos
me transportaba así
de un sueño al otro
cada rato.

Al final,
¿cuál me pertenece?
¿con quién he hecho el
trato?

La melancolía
me movía a la deriva
entre olas del ayer
yo me perdía.

¡Qué difícil es crecer
y reafirmar lo que dices ser!

¡Qué dañino es regresar y
amar lo que decías odiar!

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