Normalmente, viajando se descubren agradables sorpresas. En este caso, quiero escribirles sobre una de ellas. Con aires gastronómicos.
No hace muchas semanas estaba paseando por la localidad malagueña de Antequera, una de las ciudades más bonitas de Andalucía. Una visita que os recomiendo. Dedíquenle un tiempo.
Seguramente vengan atraídos por el que ahora es uno de sus mayores reclamos turísticos, el ‘Sitio de los Dólmenes de Antequera’. Especialmente famoso tras ser declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.
Antequera es bastante más. Es mucho más. Es una sucesión de preciosas iglesias, es una impresionante riqueza patrimonial civil y religiosa, son las espectaculares formaciones rocosas del ‘Torcal de Antequera’, es el museo de la ciudad, es su Alcazaba, son sus miradores, es la peña de los enamorados y es también su cercana Laguna de Fuente de Piedra, apenas a 20 kilómetros.
Sin embargo, en esta ocasión, el mayor recuerdo de mi estancia por estos lares fue tremendamente goloso.
Andaba este viajero recorriendo Antequera a principios de septiembre. Me habían hablado de un convento de clausura, el de Santa Clara de Belén de las monjas Clarisas, donde preparan unos magníficos dulces. “No olvides comprar alguno”, me aconsejaron unos amigos.
Allí fui. Yemas, roscos, magdalenas, polvorones o mantecados son algunas de las apetitosas sugerencias que ofrecen tras un viejo torno de madera. Pregunté cuál o cuáles me recomendaban para llevar a casa. “Un ‘bienmesabe’”, dijo, segura de la respuesta, una hermana. Al parecer, tal y como pude informarme más tarde, es muy típico de esta zona.
Una verdadera delicia. Un postre conventual en toda regla. Posiblemente, uno de los que más me ha gustado de los últimos años.
Tras semejante descubrimiento me puse a investigar en internet sobre él. Según escriben algunas webs, puede tener origen árabe y se elabora en este convento desde el siglo XVII, aunque lo podemos encontrar también en las cartas de varios restaurantes de la ciudad. Hace, de verdad, honor a su nombre: ‘Bien me sabe’.
Almendra, mucha almendra, azúcar, almíbar, huevos, bizcochos de soletilla y canela son alguno de sus ingredientes. En esto, como en casi todas las cosas de gastronomía, cada maestrillo tiene su librillo. Afirman que el ‘bienmesabe’ de este convento es ciertamente especial. ¿Su secreto? No lo sé, pero seguro que algo tienen que ver la paciencia, el cariño y el esmero que las hermanas ponen en su elaboración.
Háganme caso. Si pasan por Antequera no olviden acercarse a este convento y compren este magnífico postre. Una irresistible tentación para los golosos.