Presento este mes a un joven y desconocido artista rumano que comienza su andadura artística en el mismo jardín de infancia, de cuya época conserva aún muchos dibujos.
Las pinturas y collages de Razvan siempre reflejan la naturaleza fragmentaria y desorientadora de nuestro mundo; para ello emplea imágenes fotográficas y las adapta a composiciones inquietantes difuminando sus contornos, todo con una dosis de ironía y desapego.
Él parte de una imagen preexistente o de algún dibujo suyo archivado en sus cuadernos de bocetos, en torno a la cual reconstruye y reinterpreta. Su línea de pensamiento mientras dibuja, las asociaciones conscientes o no conscientes que hace, conducirán a la obra final. Reduce todo a la mínima expresión.
Su obra se diferencia técnicamente atendiendo a la variedad de elementos y soportes posibles: objetos de aluminio pintado, pegatinas, dibujos, collages y pinturas; eso confiere a sus imágenes cierta plasticidad.
El cómic, los dibujos publicitarios o las ilustraciones provocan un impacto sobre Boar mucho más poderoso que las obras de artistas contemporáneos, de ahí que considere ese universo como su auténtica fuente de inspiración.
Figuras distorsionadas y personajes cliché se enfrentan a cuerpos retorcidos y formas sin rostro. Difumina las líneas produciendo una gran cantidad de dobles sentidos. Sus obras consiguen aumentar la ambigüedad entre la figuración y la abstracción, entre la presencia y la ausencia.
La obra de Boar entra en diálogo con el surrealismo, la fantasía y lo siniestro, y expone una mitología que invita al misterio y la alegoría.
Consigue, con la expresión rápida de un dibujo perfecto y el uso de monocromos y grises, que sus figuras parezcan permanecer suspendidas, encajadas en algún lugar. Sus obras demuestran una relación fluida y recíproca entre el dibujo y la pintura. Siempre hay alguien habitando sus imágenes, quizás un personaje esbozado en constante evolución.
Este ‘Uncomfortable portrait’ representa una época inicial de Boar, conservadora y bastante tradicional por el enfoque a los detalles, por la lógica que exhibe y por la estructura tan específica que genera al abordar las imágenes. Para este trabajo toma una imagen de los años 50, la presenta y la trabaja, la rastrea buscando una solución técnica, y la somete hasta llegar a la fascinación, dotándola de significado.
Boar aspira a que el espectador no solo capte el aspecto narrativo de su trabajo, sino que también preste atención a la pintura en su conjunto, con todas las marcas, los tonos y las texturas.
Las habilidades de pinturas nacidas con el sello comunista, basadas en las técnicas tradicionales que impulsaron a la escuela alemana de Leipzig a la fama, son el sello distintivo de varios pintores rumanos aclamados recientemente. Todo apunta a que Razvan Boar se convertirá en otro.