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Censura para la risa. Plácido Ramírez Carrillo

Censura para la risa. Plácido Ramírez Carrillo
Foto: Cedida
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Agosto se despide con su temple, su hondura, su verticalidad, y su magnífica expresión, y tartajeante, quejumbroso, abrochando distancias y con mucho oficio, dando una larga cambiada, nos metió a septiembre en el albero.

Se barrunta la soledad en esta tarde acanelada, en la que despunta un nuevo mes, mientras confidencian algunos pájaros (también los hay de los que andan) las golondrinas, por ejemplo, su viaje de agua y miel. Hemos malgastado la vida ente tinto de verano playero, algunos, y el café o bica con chorreón de bagazo reflexivo, otros, disfrutando del crepúsculo rayano.

Los emigrantes vuelven a sus ciudades, a donde marcharon un día, mundo adelante, buscando un futuro mejor. Algunos vuelven a sus pueblos de origen, pero a otros se los tragó la sombra de la ciudad, se perdieron, y nunca en el pueblo se supo de ellos. Seguiremos emborronando nombres y fechas señaladas en los cuadernos de tapa dura.

Algunos son tan soberbios que se creen los dueños de la luz y de la sombra, y del tiempo. Y nos mienten cada tres por cuatro, mismamente sus señorías (los unos y los otros y otres); nos suben el recibo de la luz, gasolina, butano, café, artículos de primera necesidad o de segunda, sin pestañear siquiera, sin tentarse la ropa. Nos siguen prometiendo, una vez más (¿cuántas van ya?) un tren rápido, de alta velocidad.

Circula por las redes algún recorte periodístico de hace 36 años, que venía a decir lo mismo, y al igual ocurre con otras promesas, y que repetimos cansinamente: autovía Cáceres-Badajoz, corredor Mediterráneo, Guadiana limpio sin nenúfar, etc. Reposaremos la mirada cansada, no queremos compasión, que es una palabra que miente o que ningunea la verdad. Sepan que el extremeño no se amilana. Seguiremos siendo víctimas del tiempo.

Cuántas ganas ya de dejar el saludo de los codazos, parecemos los reyes del mambo o del codazo o de las pataínas… ¡Cuánto tiempo hace ya que no nos abrazamos en serio! Ganas de oír, otra vez, la domestica sinfonía de la lluvia acompasada en la Plaza Alta, al son de tangos y jaleos. O en San Francisco, o en Santa Marina. Ganas de dejar, un poco, estos móviles que permiten todos los progresos, pero que al final te sientes aislado, estás más solo que la una. Porque donde esté una tertulia en directo, un reírse de una anécdota o de un chiste medio picante…

Tertulia poética en la librería 'Merienda de letras'. Foto: Antonio H.C.
Tertulia poética en la librería ‘Merienda de letras’. Foto: Antonio H.C.

Hablando de tertulias, acaba de nacer este último viernes de agosto una, poética, en la librería Merienda de Letras, en la Plaza de Santa Marta, (el popular ‘Pirulo’) en la que los poetas deben enarbolar la bandera de la ilusión y de la esperanza. Sea bienvenida. Es bueno para la ciudad, junto a la veterana tertulia ‘Pagina 72’ o asociaciones como Migas, Badajoz contigo, Amigos del Museo de la Ciudad Luis de Morales, Amigos de Badajoz, del Museo de Bellas Artes, etc. Junto a la labor cultural de instituciones, y de Fundación CB (gran labor cultural), o la Sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Entre todos. haremos una ciudad libre, independiente y culta.

Y siguen llegando libros en la quietud de este agosto que se acaba (cartas de amor, pocas o ninguna, ¡ay! aquellas cartas, si acaso del banco y de publicidad, y cada vez menos). El profesor chelero Jacinto Gil Sierra me hace llegar cinco libros de la Editorial Beturia, los que me corresponden como socio número 22, entre ellos uno de poesía de José Luis Álvarez. Hablaremos de ellos.

Del Ayuntamiento de Guadalcanal me llega un hermoso libro con motivo del centenario de ‘El Miajón de los Castúos’, en el que colaboran muchos escritores extremeños y andaluces de reconocido prestigio. Servidor, lo hace con el texto ‘Entre Guareña y Guadalcanal’.

Y otro, ‘Senderos’, me llega de Barcelona de la nieta del poeta, Victoria Díez Chamizo, que se ha vuelto a reeditar, pero que vio la luz por primera vez en 1957, obra de la hija del poeta, Victoria Chamizo.

Fotos: Cedidas
Fotos: Cedidas

En este septiembre cálido, entrañable, a pesar de este abejorreo desafinado, nos llegará Álvaro, con su risa inocente, para alegrarnos la mirada triste de mascarilla.

Sean buenos y respeten, cumplan las normas, que todavía estamos en tiempo de Covid. Nos queda esperanza. ¡Ojala no haya censura para la risa!

– ¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!

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