Con motivo de la conmemoración del Día Internacional del Cooperante el 8 de septiembre, Entreculturas y Alboan ponen en valor el voluntariado internacional como parte esencial de la estrategia de cooperación para el desarrollo en el marco de la Agenda 2030
Esta fecha sirve para reconocer la labor de los cooperantes españoles que trabajan en las zonas menos favorecidas del planeta y para sensibilizar a la sociedad respecto a la labor que desempeñan.
En este sentido, Entreculturas y Alboan quieren visibilizar y poner en valor el voluntariado internacional como agente clave de la cooperación española, y también poner de relieve que, si bien se ha avanzado con la inclusión del voluntariado internacional en la Ley de Voluntariado Estatal de 2015 y en la extremeña de 2019, el cumplimiento de los derechos de este colectivo es parcial y limitado a lo que puedan hacer las organizaciones de cooperación. “Los derechos de las personas voluntarias pasan a ser deberes de las organizaciones, sin contar con el respaldo de las administraciones”, afirma el director de Personas y Organización de Entreculturas, David Alonso.
En los más de 29 años de experiencia con programas de voluntariado internacional de larga duración como ‘Volpa’, que ofrecen Entreculturas y Alboan, ha quedado de manifiesto que el voluntariado internacional transforma la vida de las personas, ya que cambia prioridades, valores y maneras de relacionarse; también permite entender las dinámicas globales y profundizar en las causas de la desigualdad; además, vincula a personas de distintos lugares, realidades y culturas, elimina prejuicios y ayuda a descubrir la riqueza de la diversidad; por último, permite compartir habilidades, conocimientos e instrumentos en los lugares y organizaciones que acogen al voluntariado desde la cercanía y la confianza mutua, y convierte al cooperante en un agente transformador para toda la vida.
Dada su importancia se considera necesario que el voluntariado internacional tenga una regulación específica dentro del marco de la cooperación para el desarrollo, reconociendo esta realidad propia y que permita salir del limbo legal y la invisibilidad en la que se encuentra. Para ello es fundamental el papel de la Agencia Española de Cooperación (Aecid) y de las agencias autonómicas, como la Aexcid en Extremadura, reconociendo al voluntariado como instrumento de la cooperación que realizan.
También sería deseable que la Aecid concertase un seguro colectivo en favor de las personas voluntarias de cooperación al desarrollo, al que pueden adherirse las organizaciones, asumiendo estas una parte del coste. Igualmente se precisa un convenio especial para las personas voluntarias al servicio de la cooperación internacional de larga duración, que garantice no solo prestaciones contributivas de jubilación, incapacidad permanente, muerte o supervivencia, sino también las prestaciones de incapacidad temporal, maternidad y desempleo.
Por último, sería de utilidad contar con un registro de las personas que realizan el voluntariado internacional, lo que permitiría atender las posibles emergencias con mayor consciencia, así como realizar informes periódicos que puedan recoger el impacto y el cambio social que este voluntariado realiza y visibilizarlo.