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Exilio de palabras desorientadas. Plácido Ramírez Carrillo

Exilio de palabras desorientadas. Plácido Ramírez Carrillo
Daniel López Chavero y su nieta Sofía. Foto: Cedida
Léeme en 4 minutos

Bajo la azafranada luz de diciembre nos adelantan la Navidad, que viene con su traje de ternura, su paso calmo y a la vez airado. Ya saben que si no hay luces de Navidad no hay carnaval ni primavera. La música aquieta la desmemoria.

Diciembre llegó barajusteando miradas nuevas, encendiendo luces y nostalgias. Llega con hambre de villancicos, palmas al compas, uniendo voluntades y risas, y se traga de un tragar, de un golpe seco, las penas, el olvido y el desasosiego.

San Francisco se viste de gala con su mercadillo de Navidad, escenario de magia y sensaciones. Exilio de palabras desorientadas.

Metáforas de un tiempo que disipa nieblas del Guadiana, y atrasa inviernos en el campo de San Juan.

Todo es júbilo en la ciudad, también lágrimas de compostura, de etiqueta como perlas falsas, o como billetes ‘Bin Laden’. Estas mañanas serenas, con sol de invierno, convidan a la formación de tertulias (parleras) en muchos lugares de la ciudad, como San Fernando, Valdepasillas, Santa Marina o San Roque.

Con nuestras señorías todos los días son lunes. Doña Yolanda debería de consolidar su ‘sí pero no’, “ya lo dije y lo avisé”, antes de formar tal estrapalucio en su propia bancada. Migajones de sutiles confidencias.

Rufián se gana a pulso con sus desplantes, que no flamencura, un lugar privilegiado en cualquier western patrio o de renombre. Búsquenle acomodo en ‘La muerte tenía un precio’, o ‘El bueno, el feo y el malo’. Por negarse, despectivamente, a responder preguntas que no eran de su gusto, con acuse de recibo, y por ser de derechas, apunta. O sea que los periodistas deben ser teledirigidos o de su cuerda. Libertad de expresión. Si no la hay, apaga y vámonos. Encima que cobran unos sueldos de escándalo por no hacer nada (por querer romper España, mayormente), solo por rascarse los… codos a dos manos.

Está bien, ya era hora, se acabarán los homenajes a los etarras que vuelven de la cárcel y se les recibe como héroes, como si hubieran ganado una medalla de oro (en Tokio). Por mucho que algunos digan que ETA no existe o no existió, ni los coches bomba, lapas o tiro en la nuca, que se lo pregunten a las víctimas o a sus familiares. Nuestras creencias nos obligan, nos mandan compadecer a los asesinos.

En Extremadura seguimos sin resolver muchas de nuestras carencias, comunicaciones, ayudas al campo. No se cumplen nuestras reivindicaciones de siglos. Seguimos siendo comparsas disciplinadas y discretas de los gobiernos centrales.

Mercado navideño de Badajoz. Foto: Ayuntamiento de Badajoz
Mercado navideño de Badajoz. Foto: Ayuntamiento de Badajoz

En la ciudad empezamos fuerte con las actividades. En la Residencia Universitaria Hernán Cortés se presentó el disco ‘Sólo amor’, de Daniel López Chavero, quien junto a su nieta Sofía interpretaron algunos de los temas que integran este trabajo. El acto fue presentado por su hija, Eva López, e intervinieron Clara Blázquez, Julita de la Cruz y Maribel Bazaga leyendo algunos de sus poemas.

Nueva exposición, ‘Serena y apuntes’, del pintor Ramón de Arcos, en la Sala Artex, hasta el 20 de enero.

Celebramos que nos abran de nuevo el Bar Skakeo en Rafael Lucenqui, aunque nos llene Jorge en lugar de Josué, que sigue llenando en la Avenida de Colón.

La noche de Santa Bárbara, patrona de los artilleros, y santo de mi hija (y pronto su cumpleaños, primero junto al pequeño marqués de los 12 escalones) quise escribir para una celebración tres tankas (entiéndase composición japonesa, que les conozco) y un desvarío; puse empeño y salieron bien, pero un soneto se me resistía y lo dejé para mejor ocasión, y si se tercia. Con los buenos sonetistas que conocemos, Alberto Rodríguez, Sito, Garduño, J.F. Caro, Fernando Naranjo, Lebrijo, Collado y demás, que darían para tres libretas. Julián Leal, maestro de satíricas decimas, y un sinfín de vates afamados y de renombre. Pondré empeño, y virtuosa paciencia.

Me salió una dedicatoria, eso sí, que vale una misa en Paris, o en San José.

Galopan los caballos del tiempo/ vienen dibujando lirios/ sombras y fronteras/ en el límite exacto del minutero.

Cuarenta y tres años de la Constitución que, para que muchos lo sepan, fue un acuerdo de convivencia, de paz y de perdón. Hay quienes la desprecian por intereses partidistas. Reformar, vale, de acuerdo, si fuera necesario, pero con voluntad de diálogo y respeto.

La luz de la Calle de San Juan, tan comercial en aquel tiempo, no es ni sombra de lo que fue, la luz nos hace primos hermanos, y soñamos al pasear con aquellos rostros de los comerciantes, de la gente que subía y bajaba observando los cristales con dibujos y un temblor de tizas en los espejos o en la pizarra de los bares anunciando las tapas, bebidas o raciones. Aquel mundo feliz nos parece hoy tan lejano que nos dan ganas de llorar.

Los músicos callejeros nos deleitan con su melodía desde las traseras de Correos, Plaza de Minayo, frente al Teatro López de Ayala, o en la Calle Menacho, esperando al terminar el aplauso, o una moneda en la funda de la guitarra que tienen abierta delante de ellos, con su nombre.

Seguimos celebrando la Navidad antes de tiempo, en este exilio de palabras desorientadas.

He aquí uno de los tankas: Como la nieve/ acunando recuerdos/ también preguntas/ el agua en las esquinas/ en la ciudad que duerme.

¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!

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