El 5 de diciembre se pudo celebrar una efeméride importante en algunos lugares. Ese día de 1933 se revocaba en Estados Unidos la Decimoctava Enmienda, poniendo fin a la famosa ‘Ley Seca’, tras casi 14 años de vigor. Si os parece bien (y si no, también), nos centraremos en esa parte de la historia norteamericana por su fama y morbo, aunque hay que quedar señalado que no es el único país ‘all around the world’ en el que a lo largo de la historia reciente se han llevado a cabo luchas contra el alcoholismo o se han producido ciertas restricciones, con mayor o menor acierto (véase la españolísima ‘Ley antibotellón’ o las leyes ‘antibotellón’ generadas de forma independiente y diferente en cada comunidad autónoma, por ejemplo).
Tampoco podemos aquí entrar en algunos detalles, como si fue una estrategia política, una convulsión social, una represalia feminista y una lucha contra las tabernas más que contra el alcohol realmente, ya que, supuestamente, los saloons venían siendo lugares en los que las mujeres de reputación respetable no tenían cabida; incluso puede que más bien fuera contra los comportamientos que los hombres adquirían en estos lugares y que repercutía en la sociedad en general; pero ya cada uno dedicará el tiempo que le plazca en profundizar, aquí queda dicho.
La infinidad de tabernas clandestinas que se originaron en este momento dieron lugar, entre otras cosas, a una diversidad en cuanto a forma, tamaño, ubicación y fauna que las frecuentaba. Incluye esto a las mujeres, ya que en estos nuevos lugares no existía ninguna regla legal, moral o social que lo impidiera. Se dice, como curiosidad, que dada la alta presencia de origen italiano sus propias residencias domésticas se convirtieron en lugares donde podías consumir un plato de pasta acompañada de vino italiano, con lo que empezó a proliferar un gusto por esta gastronomía, y originaría después el surgimiento de los restaurantes italianos.
Otro fenómeno curioso e importante fue el desarrollo de la coctelería. Esta actividad no era nueva, pero se vio como un bien necesario especialmente en ese momento, dada la mala calidad de los alcoholes que se producían y consumían. Este hecho tiene todo el sentido si pensamos que el sector comercial del alcohol se vio completamente descalabrado y los verdaderos profesionales de la producción en paro, con lo que la necesidad de generar producto pasó prácticamente a manos de cualquiera que dispusiera de una bañera y cuatro cosas más con las que fermentar y destilar. Podemos imaginar no solo las patologías que podía llegar a causar el consumo de un producto así, sino que el propio sabor del trago era un problema, por lo que se intentaba enmascarar con el uso de refrescos carbonatados o cualquier otro zumo que ayudara a pasar la ‘medicina’.
Si tenemos en cuenta que todo esto se solapa en el tiempo con un país en pleno despegue emergente, con el posterior crack económico de la bolsa, después de una guerra mundial… se trata, sin duda, de una época convulsa e interesante de la que no solo molan las películas de Al Capone y el jazz, sino que da mucha tela que cortar en poco más de una década. Así que, hoy más que nunca, ¡Salud!