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¡Recuérdame… para que no me olvides! Plácido Ramírez Carrillo

¡Recuérdame... para que no me olvides! Plácido Ramírez Carrillo
Presentación del libro de Juan Monzú 'En la callada soledad, tu sombra'. Foto: A. Gutiérrez
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Septiembre, este mes melancólico que nos arrulla y nos adormece cuando algunos escarripicharon canciones, y discursos, avanza garabateando silencios y ayeres nuevos, desde la atalaya de los te quiero, y del vaya usted con Dios.

Van llegando los de la playa con sus cuerpos morenos, los elegantes y los estrafalarios. Llegan con sus vidas desnudas de recursos, hablando y soñando con los aires de Badajoz, con la serenidad en sus rostros, otros con los bolsillos más vacíos que un legionario en la taberna.

Las campanas volvieron a tañer con infinita misericordia. Esta vez por el pintor Francisco Pedraja, aquel hombre bueno, cabal, sencillo a pesar de su grandeza, a quien todos querían y respetaban. Ya hubo plumas sobresalientes que ensalzaron su figura como gran hombre de la cultura que fue, por lo que no incidirá este humilde jornalero de la metáfora en su biografía, grande y ancha como un mapa. Solamente añadir que nos trató siempre con afecto, muy cercano a los poetas jóvenes, animándonos a empuñar, enarbolar, la bandera de la justicia social y de la esperanza.

Fallece Francisco Pedraja Muñoz
Foto: Eduardo Sierra

Me invitó muchas veces a recitales en la Económica y a la Universidad de los Mayores, en los últimos años. Me acompañan muchos y bonitos recuerdos. En el bar El Postigo, en el corazón del casco antiguo, muchos mediodías dejaba por un momento a sus compañeros de directiva de la Económica y charlaba un rato con Florencio Yarritu y conmigo. No olvidaré el acto, cuando le nombraron hijo predilecto, en las antiguas casas consistoriales, recién inauguradas; me emocioné escuchando su discurso sencillo y sabio. Se nos fue con sus pinceles a pintar océanos de ternura y toros azules. Una gran pérdida para la cultura y para Extremadura.

Seguimos con las desigualdades entre comunidades; nada más hay que mirar el mapa y nos quedamos asombrados en cuanto a comunicaciones, trenes, autovías etc., más de lo mismo. Las eléctricas sueltan el agua de los pantanos (además de la sequía) para producir más megavatios y multiplicar por cien sus beneficios. Con tanta ambición, destrozan el parque nacional de Monfragüe (la joya de la corona). Les remito a las fotos que publica Paco Castañares, que de esto sabe bastante, para que vean el atentado ecológico que se está cometiendo. Silencio absoluto, nadie dimite. Muchos viriles zampajigos, sin duda con elevados sueldos, callan. Sobran las mentiras, y los silencios.

Como dice Rodríguez Santa, José María, habrá que volver a las barricadas y morder aunque sea con dentadura postiza. Le dije que servidor, de estatura medianamente bien cumplida, todavía tiene una correcta dentadura propia que me permite ser de rostro risueño y zorruno la mayoría de las veces, aunque Dios, bien es verdad, no fue amable con otras partes de mi cuerpo, mi flequillo limpio y rubio que disfruté en la infancia y juventud, por ejemplo.

Disfruté mucho en estos últimos días, leyendo casi cien relatos (96) de un concurso literario que organiza Afaex, sobre esa enfermedad que nos roba los recuerdos, el Alzhéimer, que lleva el nombre de Antonio Regalado (que tanto trabajó por esta asociación).

Me propuso como jurado (aunque al principio me resistía) Ramón Hernández, un voluntario que está en varios frentes solidarios. Me animó con premura y entusiasmo, con un café por delante (sin bagazo) y un emocionado discurso. Y me entregué de lleno. Y les juro que me lo tome en serio, y todas las tardes, y algunas noches me ponían a leer los emocionantes relatos. Reí, me emocioné, lloré… y hace unos días nos reunimos para fallar, y lo tuvimos difícil para seleccionar los tres premios, porque la mitad lo merecía.

Recuérdame. Para que no me olvides

Y siguen llegando libros en la verticalidad de este septiembre que avanza y no se amilana (cartas de amor, pocas o ninguna, ¡ay! aquellas cartas, si acaso de la electricidad y de los teléfonos). El profesor José Luis Molina, acaba de sacar a la luz el refranero castellano. 101 comentarios (y ya está agotada la primera edición, antes de presentarla en Montijo, el 22) Servidor tuvo el placer de hacer el prologo.

José Luis Molina publica el libro 'El refranero castellano. 101 comentarios'Y de Juan Monzú, cronista oficial de Puebla de la Calzada, me llegó el libro ‘En la callada soledad, tu sombra’, que hace un recorrido por la vida a lo largo de la historia, de la ermita de la Inmaculada Concepción de la localidad, que sobreviviendo a motines, guerras, revoluciones, reformas y reconstrucciones, hunde sus orígenes en la noche de los tiempos, allende finales del siglo XVI.

Cuídense, sigan usando la mascarilla, y hagan caso de las normas establecidas, que algunos, sobre todo los estudiantes, que ahora están con las bromas de los novatos (otro desatino) algunos, se olvidan de los respetos, y las buenas maneras. ¡Sobran los silencios!

– ¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!

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