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Un paseo por Cáceres, ciudad medieval

Un paseo por Cáceres, ciudad medieval
Casa de los Becerra y palacio de los Golfines de Abajo

Fotografías: Portal Oficial de Turismo de Cáceres, David Díaz y Tomás González

De repente caminas por la Ciudad Medieval de Cáceres, con tantos años de estudios, paseos, juegos, inquietudes, de eternidad histórico-monumental, donde el tiempo se detiene, entre culturas judía, mora y cristiana, que le otorgaron en 1985 el título que la honra como Ciudad Patrimonio de la Humanidad. En virtud a una conservación y recuperación cuidada, admirable, cuajada de arte, de luz, con sabor a grandezas, aventuras, retos de la historia, en un recinto alzado entre palacios, iglesias, casas señoriales, conventos, torres, ermitas, enjutas láminas de callejuelas, grandes plazas, cuestas, misterios, beaterios, minúsculas plazoletas. Toda una pletórica Ciudad Medieval.

Un conjunto de intensidad emocional, entre esos rincones acumulados en el hechizo del conjunto sacrosanto y medieval cacereño, que atrae y seduce a tantos. Tal resulta su esplendor y belleza como se aureola.

Mírese y contémplese por cualquiera de sus recorridos, Cáceres queda grabada en la retina y en la memoria, ante la inmensidad del pétreo y artístico decorado que rodea la Ciudad Medieval. ¡Vive Dios que, para mayor gloria, en los ecos a través del sendero de la historia, de su nombre, de sus gentes, de ayer y hoy!

Toda una luz de claridad y hermosura sublime, y, sin embargo, de ensamblajes de culturas, con un abanico de variadas tonalidades y profundos dilemas a través de los hechos en el transcurrir de su historia. Batallas, conquistas, luchas… Y entre genuinas luces que se desparraman embelleciendo el casco histórico-monumental.

Un paseo por Cáceres, ciudad medieval
Palacio de Toledo Moctezuma

Cáceres es, sencillamente, una fascinante Ciudad Medieval. Un sin parar de encantos que se almacena en el corazón y el alma de todos. Cada amanecer, cada atardecer, cada anochecer, ante la maravilla, la magia, el atractivo que conforman sus monumentos ante los admiradores y cantores de su belleza sublime.

Entre los perfiles de la ciudad histórico-monumental sobresalen, por citar algunos ejemplos, la Muralla árabe, el Adarve de la Estrella, la Plaza de Santa María, el Aljibe, el Palacio de Toledo-Moctezuma, el Palacio de la Generala, torres defensivas cristianas y árabes, la de los Púlpitos, la de Bujaco, el Arco de la Estrella, la Judería y su barrio, San Antonio de la Quebrada, con sus casitas encaladas, el conventual de San Pablo, con las monjas de clausura franciscana, ajetreadas entre rosarios de preces y meditaciones que combinan con dulces de sabor a gloria bendita…

Un paseo por Cáceres, ciudad medieval
Una algarabía de torres, palacios, iglesias, mansiones solariegas…

También una plenitud de fachadas platerescas, góticas, renacentistas, de portadas adinteladas, con sillares almohadillados, retablos barrocos, espadañas, matacanes, arpilleras, escudos esculpidos en cantería y alabastro, con flores de lis, águilas, leones, castillos; balcones esquinados, blasones heráldicos, almenas picudas, barbacanas, gárgolas, medallones, saeteras, ajimeces cacereños…

En algunos palacios y casonas leyendas esculpidas en sus paredes hacia la eternidad: “Vanitas vanitatum et omnia vanitas”1, “Aquí esperan los Golfines el día del juicio final”, “De ore leonis liberanos Domine”2, “Sé tú Señor para nosotros torre de fortaleza y se renovará como la del águila, nuestra juventud”, “Ave María”, “Non habemus hic civitatem manentum sed futuram inquiribus”.3

Un paseo por Cáceres, ciudad medieval
“Esta es la Casa de los Golfines”

… Y hornacinas con santas, patios mudéjares, renacentistas, toscanos, claustros porticados, capillas devocionales, sepulcros artísticos que velan una infinidad de silencios en la historia cacereña, levantada a pulso por miles de hombres anónimos, dejándose sus fuerzas con riachuelos de esfuerzos.

Un consejo: Piérdete, caminante, por todos los caminos que se te abren en la Ciudad Monumental de Cáceres, un poema y un conglomerado de atractivos, encantos, y, con toda claridad de claridades, el sortilegio de su conformación artística.

Cáceres se configura en su corazón medieval como una ciudad acompasada por el saber y rigor de la historia, por el privilegio de una rehabilitación, palmo a palmo, junto a los senderos de un glorioso pasado.

Sobre la Ciudad Medieval un cúmulo de haces de luz y hermosura, enmarcado con arraigado esplendor en los pasos de la historia. La radiografía de la luz de Cáceres te invita a llenarte con el patrimonio coral de su inmensidad monumental. Torre a torre, callejuela a callejuela, palacio a palacio, iglesia a iglesia, mansión hidalga a mansión hidalga, plazoleta a plazoleta…

Un paseo por Cáceres, ciudad medieval
Plaza de Santa María

Asoman unas lagrimillas por mis ojos. Me escuece una arrebatadora melancolía. Lo juro por lo más sagrado, con el parpadeo en el que se entrevé, ahora difuminada entre el resto acuoso y bajando por la faz, la inmensidad de la silueta escénica monumental cacereña.

Pon atención, viajero, ahora que estás, permíteme el verbo, ‘cacereñeando’. Un verbo creado, humildemente, por el articulista. Esto es, llenándote con el esplendor de una Ciudad Medieval denominada Cáceres. Tal cual se escucha la exclamación de cuantos llegan a Cáceres, imantados por su monumentalidad e historia: – ¡Cáceres, Ciudad Medievaaaaaaal!

Una admiración que se traduce en tantos idiomas de cuantos visitantes llegan a esta ciudad. Se escucha el rumor del silencio, como se oyen unos toques del badajo de la campana asomándose a la balconada del anochecer, como se expande el latido de la exclamación del viajero de habla inglesa: — ¡Cáceres, Medieval Cityyyyyy!

Y del viajero de origen francés: — ¡Cáceres, Cité Médiévaleeeeee!

Y del viajero de lengua alemana: — ¡Cáceres, Mittelalterliche Staaaaaaadt!

Y del viajero portugués: — ¡Cáceres, Cidade Medievaaaaaal!

Y del viajero italiano: — ¡Cáceres, città medievaleeeeee!

Un paseo por Cáceres, ciudad medieval
Un bellísimo amanecer en el corazón de la Ciudad Medieval de Cáceres

Un haz de rayos de luz que se impregna en el viajero, con sus tonalidades de pinceladas azules, naranjas, malvas, grisáceas, blanquecinas, amarillentas, doradas intensas, de toda intensidad, cuando el sol quema, que tocas el granito y pareciera ardiente en tardes de estío, o cuando la noche se perfuma con hechizantes esencias de asombros en todo su recinto monumental, tal como se distingue en sus casas nobiliarias, iglesias, palacios, torres, ermitas, mansiones hidalgas…

Te quiero, Cáceres. Lo juro por la memoria de mis padres, que gloria haya, y te querré por las campas de la eternidad.

Un paseo por Cáceres, ciudad medieval
Iglesia de San Mateo
1 “Vanidad de vanidades y todo vanidad”
2 “De las fauces de leones, libéranos Señor”
3 “No encontramos aquí una ciudad permanente sino que buscamos la eterna”

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